Lo que cuentan los arboles

El titiritero

El titiritero Una vez por un largo camino, en lo más profundo del espeso bosque, deambulaba un alto señor de traje y sombrero, con una máscara de gran sonrisa. Este siempre tomaba la misma ruta, normalmente se detenía en la plaza principal del pueblo, siempre cargaba un baúl en forma de bolso, al llegar por la mañana al pueblo sacaba sus marionetas y títeres, hacía un pequeño show, algo llamativo para algunos, quizás para otros no tanto. Nadie sabía si este hombre comía o bebía, ya que duraba horas y horas en la plaza sin verle consumir nada en absoluto, tampoco se sabía donde vivía o donde descansaba, lo único que se sabía de él era que siempre tomaba la misma ruta, aquel largo camino por donde ya nadie pasaba. En la tarde de un día caluroso un grupo de niños entraron a la profundidad de este bosque, jugaban, gritaban y saltaban de aquí para allá. Se creían grandes guerreros, magos o espadachines. Cinco niños yacían ahí cerca de un pequeño riachuelo que atravesaba el camino. De un momento a otro vieron a este hombre muy alto caminar por ahí y empezaron a fastidiarlo, el hombre no daba ninguna reacción, la máscara no permitía ver su rostro, pero por un momento se quedó estático, sin hacer ningún tipo de sonido. Lanzó su baúl al piso, sacó sus marionetas e invitó a los niños a acercarse. Los niños muy entretenidos pasaron toda la tarde sentados viendo el espectáculo, de un momento a otro el señor con gorro empezó a hablar con ellos, les preguntaba que si sus sueños eran ser grandes guerreros o cosas parecidos, todos los niños respondieron con alegría y emoción que querían ser. El titiritero sacó de su baúl ropas para cada uno; Un caballero, una maga, un ninja, un espadachín y un vikingo. Los niños corrían muy alegres de aquí y para allá, pero sin darse cuenta el hombre misterioso desapareció. No se volvió a ver al hombre en la plaza, pero los niños iban todas las tardes al mismo lugar a esperarlo, pero en ese momento las tardes se convirtieron en su juego favorito, jugaban, peleaban y hasta incluso se habían mandado hacer armas de madera. Un día cuando estaban jugando, después de una semana de ir, empezaron a denotar algo extraño, no podían salir de uno de los claro oscuros del bosque, intentaban e intentaban pero algo se los impedía, pasaban las horas, el llanto y el desespero formaron parte de ellos, de un momento a otro también el pánico ya que se habían dado cuenta de que su cara tenía otro color, parecía madera, sus rodillas ahora eran articuladas gracias a una clavija y sus voces eran extrañas, hasta que en un momento las perdieron. Todos después de tanto tiempo se durmieron, cuando uno de ellos despertó, todos colgaban de las cuerdas y eran muy pequeños. El niño aquel vestido de caballero no entendía nada de esto, se aterró tanto que intentaba escapar sin descanso, aunque no diese frutos. Ya muy de noche, estaba todo oscuro, las plantas y el viento creaban un ruido espantoso, la luz muy tenue creada por la luna no era linda, sino tétrica, el niño veía a sus amigos ahí, convertidos en marionetas. De un momento a otro, muchas llamas azules se encendieron una encima de cada uno, un fuego como una fogata se encendió en el medio y aquel hombre alto y terrorífico apareció. El hombre tomaba cada marioneta y la arrojaba al fuego, pero luego de su baúl sacaba figuras iguales a las que habían sido quemadas, pasaba uno por uno hasta llegar al niño que todavía no era una marioneta. Cuando llegó a este, se quitó la máscara, su rostro no era humano, parecía un muñeco hecho de madera, pero era el muñeco más espantoso que alguien pudiese haber visto en su vida. El niño muy asustado intentaba todo para poder escapar, pero no conseguía que hacer, el hombre ahora de rostro espantoso se acercaba al niño, el niño pensó que se lo comería, que le arrancaría los ojos o algo, cada vez se acercaba más y más, el fuego se intensificaba, el hombre abría su boca; el terror, el pánico y la ansiedad se apoderaban de ese momento. De pronto el hombre se detuvo, se quedó viendo al niño, lo abrazó, el niño muy asustado no sabía como reaccionar, le colocó su máscara y en ese momento las llamas ardientes del fuego consumieron a aquel hombre, no lograron consumirlo completo el niño logró apagar el fuego antes de que se consumiera. Luego de esto el niño por varios días intentó quitarse la máscara, buscaba mil maneras de arreglarlo. Luego de intentar todo esto, se dio cuenta de que la máscara estaba maldita, y que estaba condenado a repetir sus memorias cada vez que viese las pequeñas marionetas de sus amigos. Al otro día en la plaza central del pueblo, de nuevo el show de marionetas volvió, solo que con un titiritero más pequeño, con un traje diferente y con una máscara que tenía una pequeña lágrima pintada.



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En el texto hay: monstruos, policia, magia

Editado: 29.09.2018

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