Lo Que El Viento Se LlevÓ Y Sin Querer VolviÓ

CAPÍTULO 3

Hasta cuando … - escuchaba gritar en el consultorio

-Shhhh cállate- se oída decir al doctor Gálvez

Me aleje de allí, tenía mis propios problemas y debía solucionarlos.

decidí llamarlo no había opción 

Timbraba, y no respondía..

Dejare un mensaje – pensé que sería una buena idea

Hola Cristóbal, necesito por favor que me envíes el dinero del mes para las cosas de la niña, también quería saber si vendrás a visitarla?. Envíe el mensaje y regrese a mi puesto de trabajo.

-      Morgana- Gritaba el patético de mi jefe en su consultorio,hoy sería un día bastante largo

-      Morgana- ¿si?, llego tarde – Gálvez furioso por tan temprana discusión con su querida esposa, quien ese día se había levantado con la intension de fastidiarlo

Isabella se mordió su lengua y solo respondió – buenos días doctor Gálvez, pues no, no llegue tarde pero no me iba a quedar escuchando su conversación no tan privada ya que gritaban con su querida esposa.

Ja- pensó Caled, altanera hoy no estoy para aguantar su mala leche tampoco.

Volteo a verla y con furia contestó- me interesa muy poco que piense usted de mi vida personal pero si entra a las 8 en punto acá debe estar así yo decida gritarle a medio mundo , me entendiste.

Isabella lo observo y se iba a retirar a recoger sus cosas , estaba harta de soportar a Caled Gálvez.

-      Morgana a donde crees que vas ?- Caled observo que ese día en especial su enfermera lo observaba con más odio que los otros días.

ella en silencio seguía su camino, salio de aquel consultorio donde había laborado por los últimos 4 años, recogió su bolso y con lágrimas en sus ojos empezó andar hacia el ascensor.

Caled se quedó en silencio observando aquella situación y reconociendo que se había pasado con su forma de hablar, pero estaba tan molesto y cansado de Diana que sin querer se desquitó con Morgana.

-      Morgana!!! – gritaba Caled tras ella, hey espera, por favor espera gritaba con desespero, no podía perder la unica persona que deseaba conservar

Isabella con su orgullo herido deseaba correr, pero sería un drama y ella ya estaba harta de esos.

Se detuvo en seco cerca al asensor y se volteó, observo aquel hombre que  caminaba hacia ella y con desdén dijo un par de cosas que guardaba en su mente.

-      Sabe que doctor Caled – estoy harta de ser su saco de boxeo cada que esa odiosa mujer y usted discuten. Estoy harta de soportar que me llame por mi segundo nombre cuando sabe cuando odio aquel nombre y conoce sus razones cuando aquel día rota, tuve el valor de desahogarme y pedir ayuda, pero sabe que me molesta más? – el en silencio la observaba no se imaginaba cuan mal habia hecho esos últimos años.

-      Odio tener que venir cada día a este lugar lejos de mi hogar, dejar a mi hija llorando muchas veces, para venir acá hacer mi trabajo lo más impecable posible, para que sea así de ciego y permita que su mierda personal interfiera con su “profesionalismo”, se esta quedando solo no lo ve?- ella miraba al hombre que no sabia como reaccionar.

Ella dio la espalda y presionó el asensor que llegó, ella lo abordó y antes de cerrar las puertas lo observo y – dijo – un placer trabajar con usted estos años, gracias por darme la oportunidad laboral de crecer y aprender, pero haga el esfuerzo por hacer las cosas bien y piense cuanto han cambiado las cosas.

Caled atónito no supo responder y dio la espalda y empezó andar a su consultorio.

Que iba hacer ?- pensó.

 

 




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