La semana siguiente al festival fue distinta. El ambiente en el colegio seguía cargado de entusiasmo, como si todos hubieran recordado lo mucho que podían brillar si creían en sí mismos.
Ayla, Fis, Lina y Nico seguían más unidos que nunca. Se habían vuelto inseparables. Caminaban juntos, almorzaban juntos, estudiaban juntos… pero más que eso, se cuidaban sin condiciones.
Una tarde cualquiera, mientras el sol caía con suavidad sobre el patio, Ayla estaba leyendo su cuaderno cuando Fis llegó con una expresión diferente.
—¿Todo bien? —le preguntó, cerrando su cuaderno.
Fis asintió, pero sus ojos brillaban.
—Hoy me llegó un correo… uno importante. Me aceptaron en un concurso nacional de fotografía. Uno que reúne jóvenes artistas de todo el país. Si gano, podré asistir a un campamento artístico en Seúl, con beca completa.
Ayla abrió los ojos, emocionada.
—¡Fis! ¡Eso es increíble! —Y sin pensarlo, lo abrazó.
Fis pareció sorprenderse al principio, pero luego cerró los ojos y respondió al abrazo con ternura.
—No me lo esperaba. Creí que no era suficiente —susurró.
—Tú no solo eres suficiente, Fis. Eres especial. Y por fin el mundo está empezando a notarlo.
Fis bajó la mirada, con una tímida sonrisa.
—Solo me siento fuerte… cuando estoy con ustedes.
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Más tarde, Ayla le contó la noticia a Lina y a Nico. La emoción fue instantánea.
—¡Nuestro fotógrafo silencioso va a conquistar el mundo! —gritó Lina, abrazando a Nico por impulso—. ¡Tenemos que celebrarlo!
—Con calma, drama queen —rió Nico, aunque ya estaba pensando en algo.
Y así nació la idea: hacerle una sorpresa a Fis. Una tarde dedicada a él, a su talento, a todo lo que había aportado al grupo con su mirada sincera y su corazón discreto.
Pasaron dos días preparando todo. Ayla hizo un mural con las mejores frases que Fis había anotado en su libreta. Lina ensayó una canción para dedicársela. Nico imprimió las fotos favoritas del grupo y armó una exposición secreta en el aula del club.
Finalmente, llegó el viernes.
—Fis, tienes que venir al salón de arte después de clase —dijo Ayla, tratando de sonar natural.
—¿Por qué?
—Sorpresa. Confía en mí.
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Cuando Fis abrió la puerta del aula, se encontró con luces suaves, las paredes decoradas con fotos suyas, pequeñas luces colgantes y en el centro… el grupo, esperándolo.
—¡Bienvenido a tu galería personal, Fis! —gritó Lina con una flor de cartulina en la cabeza.
Fis se quedó quieto, parpadeando. Luego caminó lentamente por el salón, mirando las fotos, los mensajes, los detalles. Tocó una de las frases escritas por Ayla:
> “El mundo necesita más personas que vean con el alma, no solo con los ojos.”
—¿Todo esto… es para mí? —preguntó con voz baja.
—Todo esto es por ti —respondió Nico, dando un paso al frente—. Porque tú haces que los demás se vean con más belleza.
Lina encendió la bocina de su celular y empezó a cantar, desafinada pero con todo su corazón. Ayla no pudo evitar reír, y Fis se cubrió la cara con las manos.
—No llores, artista —dijo Lina, mientras terminaba su actuación con una reverencia exagerada—. Esta noche, tú eres el protagonista de nuestro drama.
Cuando la música terminó, Fis se acercó a Ayla. Sacó una hoja pequeña, doblada cuidadosamente. Se la entregó.
—¿Otra nota tuya? —susurró ella.
—Esta vez, es una carta. Pero puedes leerla cuando llegues a casa.
Ayla la guardó con cuidado en su bolsillo, como si fuera algo frágil.
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Esa noche, ya en su cuarto, con las luces apagadas y el corazón lleno, Ayla leyó la carta de Fis:
> “Ayla:
Nunca imaginé que pudiera sentirme tan visto, tan comprendido, sin tener que explicar tanto.
A tu lado, la vida parece más clara, como una foto bien enfocada.
Gracias por mirar más allá de mis silencios.
Gracias por hacerme sentir que pertenezco.
A veces me pregunto si esto que siento por ti es amistad… o algo que crece cada día y me hace querer estar más cerca, siempre.
Pero no te preocupes.
No necesito una respuesta.
Solo quería que lo supieras.”
Ayla acarició el papel con los dedos. Sintió el pecho arder suavemente, no de dolor, sino de una ternura profunda que la envolvía por completo.
—Yo también quiero estar cerca —susurró, aunque Fis no pudiera oírla.
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Al día siguiente, los cuatro se encontraron como siempre en la entrada del colegio. Todo seguía igual. Y al mismo tiempo, todo era distinto. Porque así funciona la amistad y el cariño sincero: no hace ruido… pero transforma.
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🌸 Frase final del capítulo:
Los sueños se vuelven más ligeros cuando sabes que no los cargas solo… sino junto a personas que te aman incluso en silencio.