Lo que florece entre nosotros

Por qué algunos lazos no se sueltan....solo se transforman

El reencuentro fue tan especial que no podía terminar en un solo día.

Así que Lina, como siempre, tuvo una idea brillante:

—¡Nos vamos de viaje! Un día. Solo los cuatro. Como antes.

—¿A dónde? —preguntó Ayla, riendo.

—Al lago. Ese donde Nico se cayó por perseguir una mariposa —respondió Lina, entre carcajadas.

—¡Fue intencional! Quería investigar el comportamiento de los insectos cerca del agua… —mintió Nico, sonrojado.

Fis solo miró a Ayla, con esa expresión que decía: “Siempre contigo”.

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El viaje fue sencillo.

Un bus temprano, bocadillos, música compartida, y muchas anécdotas.

Cuando llegaron al lago, todo parecía estar en pausa:

El agua tranquila, los árboles danzando con el viento, el cielo abierto como si los estuviera esperando.

Se quitaron los zapatos, se sentaron cerca del borde, y comenzaron a hablar de la vida… como si no hubiera pasado el tiempo.

—Yo a veces extraño lo simple que era todo —dijo Ayla—. Las cartas, los recreos, el árbol, los secretos que no eran tan secretos…

—Yo también —susurró Fis—. Pero creo que ahora podemos construir cosas nuevas, con las mismas almas.

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Después de almorzar, decidieron escribir algo en una libreta vieja que Lina había llevado.

Un mensaje cada uno.

Para el futuro.

Para sí mismos.

—No quiero que esto se pierda nunca —dijo Nico, mirando el cielo—. Así que propongo algo:

Hagamos un proyecto juntos, a distancia. Uno que reúna lo que somos.

Un libro, una serie de cartas ilustradas, un blog compartido, lo que sea…

—¡Sí! —saltó Lina—. Poesía de Ayla, fotos de Fis, textos de Nico y mis dibujos.

Lo llamamos: “Entre estaciones”. Porque nosotros… siempre volvemos.

—Estoy dentro —dijo Ayla, emocionada.

—Yo también —respondió Fis, mirándola con una sonrisa suave—. De hecho… ya tengo la primera foto.

Y les tomó una.

Justo ahí.

Los cuatro sentados, con los pies descalzos, y el alma libre.

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Antes de regresar, Fis pidió un momento a solas con Ayla.

Caminaron alrededor del lago, en silencio, con las manos entrelazadas.

—Te tengo que decir algo —dijo él, de pronto.

Ayla lo miró, expectante.

—Hace un tiempo, cuando estábamos separados, encontré una foto vieja.

La tomé sin darme cuenta el primer día que nos conocimos.

Tú estabas en el fondo, riendo con Lina, y en ese momento... no supe por qué la guardé.

—¿Y ahora lo sabes?

Fis asintió.

—Porque desde ese día… sin saberlo, ya estabas empezando a habitarme.

Ayla sintió un nudo en la garganta.

Lo abrazó con fuerza.

—Yo también te elegí sin darme cuenta…

Y ahora, te elijo sabiendo todo lo que eres.

Se miraron.

Y se besaron.

No como despedida, no como promesa…

Sino como quienes ya se han encontrado muchas veces…

y están listos para seguir volviendo.

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En el camino de regreso, todos dormían en el bus menos Nico, que escribía en su cuaderno.

> *“Hay personas que uno encuentra una vez…

y hay otras que se cruzan mil veces, en distintas formas, distintos tiempos…

pero con el mismo corazón.

Nosotros…

somos eso.”*

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La semana siguiente, crearon el blog.

Subieron la primera entrada con un poema de Ayla, una ilustración de Lina, una historia corta de Nico y una fotografía de Fis.

“Entre estaciones – Capítulo 1: Lo que no se pierde”.

Y así, con arte, ternura y amor…

comenzaron una nueva etapa.

No bajo el mismo cielo,

pero sí bajo la misma conexión invisible que habían creado desde aquel primer año juntos.

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🌸 Frase final del capítulo:

Hay vínculos que ni el tiempo, ni la distancia, ni el cambio pueden romper…

porque están hechos de lo que realmente importa: alma, amor, y memoria compartida.

bye, bye, bye




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