A veces, crecer no duele… si lo haces de la mano correcta

Habían pasado algunos meses desde que Fis y Ayla se miraron a los ojos y se eligieron en voz alta.

Desde entonces, no todo había sido perfecto.

Había días de cansancio, tareas de universidad, silencios por mensajes sin responder y sueños que no siempre coincidían.

Pero había algo más fuerte que todo eso:

La certeza.

La elección constante.

El saber que, incluso en medio del caos, el uno era el refugio del otro.

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Una mañana, Lina escribió al grupo:

—¡Nos llamaron para exponer “Entre estaciones” en el Encuentro Nacional de Jóvenes Creadores!

Los cuatro gritaron por videollamada.

No podían creerlo.

Su pequeño rincón virtual de emociones se estaba volviendo algo grande.

Y esta vez, estarían todos presentes, en persona.

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La exposición se llevó a cabo en un auditorio amplio, con luces cálidas y paredes blancas donde proyectaban sus obras:

📸 Las fotos de Fis llenaban un rincón con atmósfera poética.

🖊️ Los textos de Nico estaban encuadernados en libretas de páginas recicladas.

🎨 Las ilustraciones de Lina colgaban como postales del alma.

📝 Y los poemas de Ayla… se escuchaban en audio, con su voz suave narrando verdades que todos habían sentido alguna vez.

El lugar estaba lleno.

Gente joven, adultos, profesores, artistas…

Y ellos cuatro, juntos otra vez.

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—¿Te das cuenta de lo que hicimos? —susurró Ayla, de pie junto a Fis mientras miraban una de sus fotos ampliadas en la galería.

—Sí —respondió él, tomándola de la mano—. Hicimos un mapa. Emocional. Humano.

Y otros lo están siguiendo.

Ella se giró para mirarlo.

—Gracias por quedarte.

Por no rendirte cuando todo parecía más fácil que sentir.

Fis la besó en la frente.

—Gracias a ti por enseñarme que sentir… también es vivir.

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Más tarde, el grupo subió al escenario.

Lina habló primero, como siempre, con una energía luminosa.

—No hicimos este proyecto para que nos conocieran —dijo—. Lo hicimos porque necesitábamos recordarnos a nosotros mismos que no estábamos solos.

Nico continuó:

—Y porque crecer no significa dejar atrás lo que fuimos.

Significa llevarlo con nosotros, con dignidad y cariño.

Ayla tomó el micrófono. Su voz estaba un poco temblorosa, pero firme.

—Si alguna vez te sentiste fuera de lugar, extraño, demasiado sensible… este proyecto también es tuyo.

Porque cada estación tiene su belleza.

Y tú, aunque estés en invierno… también florecerás.

El auditorio aplaudió. Algunos, incluso, lloraban en silencio.

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Al finalizar el evento, un niño pequeño se acercó a Fis. No tendría más de once años.

—¿Tú tomaste esa foto? —preguntó, señalando una imagen de Ayla bajo un árbol.

—Sí —respondió él, agachándose.

—Parece mágica.

Como si la persona que está ahí no tuviera miedo de ser quien es.

Fis sonrió.

—Es que en esa foto… ella no tenía miedo.

Y tú tampoco deberías tenerlo.

El niño le abrazó sin decir nada.

Y Fis supo que su arte había llegado a donde debía.

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Esa noche, los cuatro se sentaron juntos en un café cercano.

Compartieron una torta de chocolate, como siempre.

Se leyeron entre líneas.

Se entendieron con silencios.

Nico sacó una carta.

—La escribí hace tiempo.

Es para nosotros. Para este momento. Para lo que viene.

La abrió y leyó:

> “Crecimos.

Y dolió a veces.

Pero nunca dejamos de cuidarnos.

Nunca dejamos de volver.

Hoy quiero agradecerles…

Por enseñarme que las despedidas no siempre son tristes.

Algunas solo son un ‘hasta pronto’ disfrazado de cambio.

Los amo.

En todas sus versiones.

En todas las estaciones.”

Ayla lloraba en silencio.

Lina reía y lloraba a la vez.

Fis le tomó la mano a Ayla por debajo de la mesa.

Y así, con los ojos húmedos y los corazones llenos, se prometieron algo más:

Seguir creando.

Seguir sintiendo.

Seguir eligiéndose.

Aunque el tiempo avance.

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🌸 Frase final del capítulo:

Tal vez crecer no sea dejar cosas atrás…

sino aprender a llevarlas con nosotros,

con amor, con arte, y con alma.