Lo que me quedó de ti

Capítulo 1 – La última llamada

No sé por qué contesté.
Mi mano se movió sola, como si todavía creyera que podías decir algo que arreglara todo. Como si aún existiera un “nosotros” a salvo detrás del dolor.

—Hola —dijiste, y tu voz era igual. Igual a la que me acariciaba el alma a las tres de la mañana. Igual a la que prometía quedarse.

—Hola —repetí, con un hilo de voz que apenas reconocí como mío.

Hubo un silencio. De esos que no se sienten incómodos, solo inevitables.
Los silencios cuando todo ya está dicho, cuando el amor empieza a sonar como eco.

—No llamé para discutir —añadiste—. Solo… necesito que entiendas que ya no puedo más.

Eso.
Esa frase fue la que me rompió.
No el “adiós”, no el “lo siento”, ni siquiera el “te extraño” que no dijiste.
Fue esa: “ya no puedo más”.

Como si amar fuera una batalla y yo la guerra que no supiste ganar.

Tragué saliva. El nudo en mi garganta era viejo. Lo llevaba días alimentando con recuerdos y lágrimas.
Intenté decir algo. Algo inteligente. Algo digno.
Pero la verdad se me salió primero.

—Te amé. Te amo —susurré.

Un silencio más.
De esos que ya no tienen salvación.
Te escuché respirar. Una vez. Dos. Como si te doliera también.

—Y yo a ti —dijiste, bajito, como si con eso bastara.

Pero no bastaba.

Colgaste antes de que pudiera decir algo más. Antes de que pudiera suplicarte que te quedaras.
Y aunque una parte de mí agradeció no haberlo hecho, otra gritaba por dentro, desgarrándose con cada “y si…”

Me quedé mirando la pantalla. Tu nombre seguía ahí.
“Liam 💫”.
Ese maldito emoji que tú mismo pusiste el día que dijiste que yo era tu universo.

Me reí. O lloré. Ya no sé. A veces es lo mismo.
Me acurruqué en el sofá con el teléfono entre las manos, como si tu voz se hubiera quedado atrapada ahí, escondida en los altavoces.

Y fue en ese instante, con el corazón hecho trizas y el mundo en pausa, que entendí que esto…
Esto sí era el final.

No una pausa.
No un "necesito tiempo".
No una de esas peleas que se curan con besos y sexo y promesas de madrugada.

Era el final.
Real.
Crudo.
Irreversible.

Y yo, Elia, me estaba quedando sola. Con mis errores.
Con tu ausencia.

Con lo que me quedó de ti.



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En el texto hay: pareja, amor, rutinas

Editado: 21.05.2025

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