Lo que me quedó de ti

Capítulo 11 – Lo que no se dice también pesa

Capítulo 11 – Lo que no se dice también pesa

Lía trajo chocolate caliente y dos croissants, como si supiera que los silencios duelen menos cuando hay algo tibio entre las manos.

Nos sentamos en la terraza de su apartamento.
Llena de plantas que nunca supe cómo mantenía vivas.
El cielo seguía gris, pero al menos no llovía.

—¿Hace cuánto no hablas con él? —preguntó sin rodeos.

Suspiré.

—Dos días… Bueno, en realidad hablamos. Lo justo. Lo básico. Lo hueco.

Ella me miró de reojo, mientras mojaba el croissant en su taza.

—¿Y tú crees que eso es vivir con alguien?

—No sé qué creo ya, Lía. Solo sé que estoy… cansada.

—¿De él?

Negué con la cabeza lentamente.

—No. De no saber quién soy con él ahora.

Lía dejó el pan en el plato.

—¿Te puedo decir algo que probablemente no quieras oír?

Asentí. Porque si algo tenía con ella, era eso: franqueza sin anestesia.

—Elia, no es solo que te hayas perdido. Es que te estás dejando desaparecer y él no puede buscarte si tú misma te escondes.

Sentí un nudo en la garganta. Pero no lloré.
No porque no pudiera, sino porque ya estaba acostumbrada a contenerme.

—Me aterra hablar con él. Que me diga que también se siente así. Que no quiera seguir. O peor… que diga que sí, pero no lo sienta.

—¿Y si eso pasa? —preguntó Lía con ternura—. ¿Qué es peor: que lo diga, o vivir esperando que lo diga?

El silencio me atravesó.

Volvimos a entrar.
Ella puso música instrumental, algo de piano suave que llenó la sala como una caricia.

—¿Escribiste algo últimamente? —dijo desde la cocina.

—Sí.

—¿Puedo leerlo?

Negué.
—Todavía no. Es como si al compartirlo lo hiciera real.

Lía asintió. No insistió.
Solo dejó mi taza llena de nuevo y se sentó a mi lado.

—Te voy a decir algo, Elia, y lo digo con todo el amor que te tengo:
Si te quedas, que sea por amor. No por miedo a irte.
Y si te vas… asegúrate de no llevarte la culpa por todo.

Esa noche volví a casa.
Él estaba dormido en la cama.
Tenía los labios entreabiertos y una mano apoyada sobre su abdomen.
Parecía en paz.

Yo, no.

Fui al estudio, saqué el cuaderno negro, y escribí con una intensidad que dolía.

26 de abril

"Mi amor por ti no se ha ido.
Pero ya no sé si se parece al amor que salva, o al que se aferra.
No quiero ser la mujer que se queda por lealtad a un pasado.
Quiero ser la que se elige a sí misma, incluso si eso significa perderte."

Y mientras escribía, entendí algo que nunca había querido aceptar:
a veces, el silencio no es una pausa.
Es una decisión que aún no nos atrevemos a nombrar.



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En el texto hay: pareja, amor, rutinas

Editado: 21.05.2025

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