Capítulo 12 – Lo que nos callamos nos rompió
Lo encontré en la cocina.
Cortaba manzanas. Sus movimientos eran mecánicos, casi silenciosos.
Llevaba la camiseta gris que tanto me gustaba, esa con el cuello un poco desgastado.
Era extraño cómo incluso en la rutina podía verse tan... lejano.
—¿Dormiste bien? —preguntó sin girarse.
—Más o menos. ¿Tú?
—Soñé que te ibas —dijo, clavando el cuchillo en la tabla.
Tragué saliva.
—Y te veía desde la ventana. Caminabas con la cabeza baja. Como si supieras que no ibas a volver.
Me apoyé en el marco de la puerta.
—¿Y qué hiciste?
—Nada —confesó—. Me quedé quieto. No supe si correr o dejarte ir.
Silencio.
Uno de esos que hacen eco.
Nos sentamos en la mesa. Él puso las manzanas en un plato y lo dejó entre los dos, como si esa fuera nuestra nueva forma de compartir: solo lo mínimo.
—¿Qué somos ahora, Elia? —preguntó de pronto.
—No lo sé.
—¿Amigos? ¿Extraños que se conocen de memoria?
—Personas heridas —respondí—. Eso somos.
Él bajó la mirada.
—¿Sabes cuál fue mi error más grande?
—¿Cuál?
—Pensar que te tenía segura. Que porque me amabas, no te ibas a ir. Que porque te quedabas, yo estaba haciendo las cosas bien.
Sentí que algo se me quebraba dentro.
—Y yo… —susurré—. Yo pensé que por aguantarlo todo, tú entenderías cuánto me importabas. Pero al final, solo aprendiste a dejarme sola mientras me rompía.
Se llevó las manos a la cara.
—No sé cómo reparar esto.
—Tal vez no se trata de reparar —dije con voz baja—. Tal vez se trata de entender por qué llegamos hasta aquí. Por qué nos perdimos si nos amábamos tanto.
—¿Aún me amas?
—Sí —dije sin vacilar—. Pero no sé si eso alcanza.
Él asintió. No hubo lágrimas. Solo ojos cristalinos.
El tipo de dolor que ya no llora, pero que aún duele como la primera vez.
Nos quedamos en silencio un rato.
Yo recogí los platos. Él me siguió.
—¿Puedo quedarme esta noche en tu cuarto? —preguntó, como un niño perdido.
—Sí —dije sin pensarlo.
Esa noche no hicimos el amor.
Tampoco hablamos. Solo nos abrazamos.
Como si el calor del otro pudiera sostenernos una noche más, aunque el frío ya estuviera dentro.
28 de abril
"A veces amar es quedarse cuando todo duele.
Y otras, es saber que no basta solo con quedarse.
Esta noche no fue un punto final.
Pero sí un paréntesis.
Uno donde nos miramos y, sin decirlo, nos pedimos perdón."