Capítulo 14 – Duelo sin flores, pero con fuego
Me desperté sola.
Y no fue solo la cama vacía. Fue el alma.
Caminé por el departamento como si pisara cristales rotos. Cada rincón tenía su voz.
Su risa en la cocina.
Su sombra cruzando el pasillo.
Sus dedos en mi espalda cuando yo fingía dormir.
Quise arrancarlo de las paredes, de mis pensamientos, de mis malditos huesos.
Pero no pude.
—¿Y cómo estás? —preguntó Nora por teléfono.
—Bien —mentí.
—Elia…
Suspiré.
—Estoy en pedazos. Pero son míos.
—¿Y lo extrañas?
—Más de lo que estoy dispuesta a confesar. Pero también me extraño a mí. A la que reía sin miedo. A la que soñaba sin esperar que él aprobara cada paso.
Silencio.
—Quizá necesitabas romperte —dijo Nora—. Para descubrir que no todo lo perdido es una tragedia.
Salí a caminar.
No sé por qué terminé frente al viejo parque donde solía entrenar cuando la vida aún tenía sentido.
El aire olía a primavera cansada.
Y yo… yo olía a despedida.
Me senté en una banca. Cerré los ojos. Respiré.
—¿Elia?
Abrí los ojos.
Y ahí estaba Álvaro.
Mi ex de hace años.
El primero que me rompió y al que logré perdonar.
El que se fue para encontrarse, y terminó encontrándome a mí demasiado tarde.
—Wow —dije, casi sin aliento—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a ver a mis padres. Pero ahora creo que vine a verte a ti.
Nos miramos por segundos que pesaban toneladas.
—¿Estás bien?
Mentí.
—Sí.
—Mientes horrible.
Reí. Esa risa rara que es más espasmo que alegría.
—¿Y tú? —pregunté, por cortesía o por huida, no lo sé.
—También estoy sobreviviendo.
Nos quedamos en silencio.
Él me miraba con esa mezcla entre nostalgia y cautela.
—¿Sabes? Siempre pensé que tú ibas a ser la única que iba a poder con todo. Con el amor, el dolor, la vida.
—Y mira cómo terminé —dije, bajando la vista.
—No, Elia. Estás rota, sí. Pero no vencida.
Y, joder… verte rota duele más que haberme ido.
No nos abrazamos. No hubo chispa sexual.
Solo un reconocimiento.
Como si mi herida viera la suya y dijera: te entiendo.
Me fui sin prometer volver.
Pero por dentro, una parte de mí… se movió.
No por él.
Sino por mí.
Porque por primera vez, algo me recordó que aún estoy viva.
30 de abril
"Creí que el dolor era el final, pero resulta que también es camino.
Aún no estoy lista para volver a amar.
Pero hoy me sonreí frente al espejo.
Y eso, después de todo, también es un tipo de amor."