Capítulo 15 – Respirar por fin sin pedir permiso
No hay banda sonora para los finales reales.
Ni fuegos artificiales.
Solo un día en el que, sin saber cómo, el aire ya no duele al entrar.
Ese día llegó.
Después de semanas enteras sintiéndome una sombra, me levanté, tomé café, y supe que algo había cambiado.
No era fuerza.
Era decisión.
Volví al estudio de danza después de años.
El mismo piso de madera.
Las mismas paredes transpirando historia y sudor.
Miré al espejo.
No era la misma.
Y bailé.
No con técnica, ni gracia.
Sino con la furia de haber sobrevivido.
Con la suavidad de quien ya no pide permiso.
Cada movimiento era una forma de soltar.
Soltar los “te extraño”, los “por qué me fallaste”, los “si hubiéramos hecho las cosas bien”.
Soltarlo a él.
Soltarme a mí… la de antes.
Al salir, me sentí limpia.
No feliz.
Pero sí en paz.
Y en la esquina del café, lo vi.
No era Álvaro.
No era “él”.
Era alguien nuevo.
Libro en mano.
Café a medio tomar.
Mirada perdida en el cielo como si buscara respuestas entre las nubes.
Me miró justo cuando yo iba a pasar.
Y sonrió.
No como quien coquetea.
Sino como quien reconoce a otra alma despierta.
Fue un instante.
Pero algo en mi pecho, donde antes solo dolía…
Se encendió.
No le hablé.
No me detuve.
Pero esa chispa…
esa chispa me recordó que la vida todavía tiene sorpresas.
1 de mayo
"Me despedí de ti sin escándalos, sin escenas de película.
Solo con la conciencia de que ya no eras mi hogar.
Hoy bailé.
Hoy respiré.
Y alguien me miró como si pudiera ver más allá de mis ruinas.
Tal vez… solo tal vez… aún me queda historia por escribir."