Lo que no nos dicen del amor

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Capítulo tres: Tragedia

 

Y entonces reaccioné, descubrí el lío en el que me encontraba. Tomé la mano de Amelia y la halé hasta llegar al chico que, hasta ahora es que descubro su nombre.

Al llegar en donde él se encontraba, en una pared fumando un cigarro junto con otros chicos más, le susurré a Amelia que me lo presentara, me miró mal pero asintió y lo hizo.

–Conall, bebé. Te presento a mi mejor amiga: Samay –El bebé de Amelia me miró y arrugó el entrecejo, ignoré todo y besé la mejilla del chico frente a mí en modo de saludo.

–Un gusto verte de nuevo, Conall. –Y en ese momento menos me importó que Amelia estuviera teniendo algo con él, porque ¿quién se atreve que es él para coquetearme a mí esta tarde y teniendo una cita con Amelia en la noche?–. Al fin me dices tú nombre, aunque bueno, si no hubiera sido por Amelia no lo supiera

Amelia me observó con un deje de celos y molestia, sabía que le estaba coqueteando a Conall en su cara pero ¡vamos!, estoy pasada de tragos y me han crecido unas ganas inmensas de vengarme de ella y de los crush's que me ha quitado descaradamente en mi cara.

–Samay –Conall menciona con lentitud, como saboreando mi nombre, extraño lo sé–. ¿Me estás persiguiendo? Ya sé, te parecí súper atractivo y quieres tener algo conmigo, no me extrañaría porque tú amiga lo hizo –Dice señalando con la cabeza a Amelia, los chicos a su alrededor ríen y no me intereso por voltear a ver que expresión se creó en el rostro de Amelia

–De hecho, no. Sólo pasé a saludarte ya que tú eres quien me pasó su número de teléfono esta tarde ¿Lo recuerdas? Porque quisiera saber para qué lo hiciste –Esta vez, me recorre con su mirada de pies a cabeza y siento un escalofrío.

–Un momento, ustedes dos ¿Se conocen? –Amelia se adelanta antes que Conall hable, por la forma en la que habló noto que está molesta y sin querer se me escapa una risa corta

–Pues sí, querida amiga. Conocí a Conall en la parada de bus ayer después del trabajo, él fue a la cafetería hoy y up's, que casualidad que esté yo allí. –Hablo con descaro. Miro a Conall quien me observa interrogante y luego miro a Amelia–. Y me dio su número de teléfono diciendo que me serviría después

Amelia vacila un momento antes de tomarme de la mano y alejarme del grupo de chicos en el que anteriormente estábamos, cuando ya estábamos lo suficiente lejos como para que no nos escucharan, suelta mi mano abruptamente y seguidamente comienza a hablar

–¿Qué crees que estás haciendo? Sabes que Conall me gusta, que ni se te ocurra atreverte a seguir coqueteándole YO –hace énfasis en "Yo"–, lo conocí primero, no es justo Samay –Hace un puchero triste que se me antoja falso

Y justo en ese momento exploto
 

–¿Y tú qué, Amelia? ¿Tú sí puedes quitarme a los chicos que me gustan? ¿Te parece justo? –Respiré, ella no me miraba–. Porque por más de un año he estado aguantando que me quites descaradamente a los chicos que me gustan, aprovechándote de mi situación ¿A eso le llamas código de amistad? Hasta hace unos minutos vienes de cogerte a Conall y me vale mierda, pero luego vienes en mi cara y babeas por Asher Y seguramente le coqueteaste también ¿Por qué? Porque siempre te empeñas a quitarme lo que yo quiero ¡Siempre Amelia! –En ese momento ella levantó la mirada, sus ojos estaban cristalizados pero no me importó

–Creía que no te importaba, nunca me dejas en claro quién te gusta y quien no, nunca hablas conmigo sobre eso como las amigas que somos. –Su voz se escuchaba ronca

–¿Debería ponerme como perra marcando territorio de lo que no es mío? La única y última vez que te dije del chico que me gustaba me lo quitaste apenas tuviste oportunidad, Harry ¿lo recuerdas? Fueron novios por dos meses, dos meses torturándome más Amelia. Y fue tú culpa que recayera el día que terminaste con él porque te diste cuenta. –Su mirada baja al suelo, y cómo no pienso pelear con ella en medio de un club me alejo a buscar mis cosas.

Llego a la mesa donde se encuentran los chicos, tomo mi teléfono –que lo tenía Sharyl– Y sin siquiera despedirme, camino a la salida.

Al llegar afuera la briza fría me recibe. No deseo quedarme mucho tiempo aquí afuera, así que decido llamar un uber y pago con tarjeta ya que no tengo efectivo a la mano. Mientras lo espero me recuesto en la pared del club, se verá mal pero prefiero eso a sentarme en la acera mugrosa.

Estaba tan distraída divagando en mis pensamientos que no me di cuenta que alguien se encontraba a mi lado, me alerté y al mirar disimuladamente a mi lado izquierdo para ver quién era, me encuentro con el rostro de Amelia

–Déjame llevarte –Susurra aun sin mirarme

–Ya pedí un uber, y no quiero pelear contigo en este estado Amelia –Por el rabillo del ojo veo como Amelia asiente.




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