“Hola, ¿Cómo estás? – pregunté yo, tenía curiosidad, su foto de perfil dejaba ver a un chico bastante atractivo, pero ni siquiera sabía si era real. Pensé que no volvería a responder… digo, a veces esas cosas pasan.
“Bien gracias y ¿Tú?” – respondió él después de algunos segundos. Adrián se me quedó viendo medio preocupado, supongo que era porque tanto él como yo, sabíamos que mi supuesto novio no me hablaba más que en la mañana y por la tarde casi noche, dice buenos días y se va.
“Bien también, ¿Qué haces?” – pregunté nuevamente, llena de curiosidad por qué, en primer lugar, no tenía idea de quién era y en segundo, tampoco entendía por qué me había hablado a mí.
_ ¿Con quién hablas? – preguntó Adrián sacándome de mis pensamientos. – Estabas sonriendo mirando la pantalla. – comentó nuevamente.
No sabía que responder, pues ni yo me había dado cuenta de que estaba sonriendo, pero ese no era el punto, no tenía por qué estar sonriendo con un completo extraño… ¿O sí?
Me quedé mirando a la nada, pensando en cualquier cosa, no entendía por qué se me hacía difícil responderle, será por la confesión que me había hecho, no tenía idea de qué podría ser, pero tampoco me importaba mucho.
_ Con una amiga. – respondí sin esperar a que me creyera, aunque tampoco importaba mucho.
_ Ah. – comentó él sonriendo cómo si de algo malo se tratara.
Lo miré, pero no dije nada al respecto. De pronto mi teléfono comenzó a vibrar nuevamente, seguramente era ese tal Leonardo, lo revisé y, efectivamente, se trataba de él.
No respondí a su mensaje, pero sí me quedé con la intriga de saber que es lo que quería, por otra parte, se acercaron mis amigas para que pudiéramos despedirnos, seguramente no nos volveríamos a ver o no tan seguido cómo hasta ahora.
Nuestra vida estaba a punto de cambiar y Adrián seguiría estando cerca de mí, no sé qué tan cómodo sería ahora que me había hecho esa confesión de que me veía cómo algo más que amigos. No dejaba de pensar en eso, pues lo que menos imaginaba en la vida.
Mis padres se acercaron a mí, aún tenían lágrimas en los ojos, no confiaba mucho en que fueran reales, pero de todas formas los abracé. Nuestras vidas darían un giro de ciento ochenta grados, pero no me importaba, creo, supongo que cuando los hijos crecen estas cosas pasan y a veces duele y otras, cómo esta, no importan.
Siempre he tenido que fingir ser la niña buena, la que no hace nada malo, dejando lo que en realidad me gusta de lado. Mi mente iba y venía, pero no quería que nadie lo notara. Me aparté un poco para intentar no pensar en que perdería a mis amigas y en todo, para ser exactos.
“¿Qué haces?” – decidí ver el mensaje de ese tal Leonardo, supongo que seguiría hablando con él, parecía interesarle hablar conmigo o algo así.
“En la universidad, ¿Y tú?”. – respondió casi al instante. Supuse que eso era bueno.
“En mi licenciatura”. – respondí. Seguía preguntándome si hacía bien en responder sus mensajes o no, debido a que era un hombre completamente desconocido para mí.
“Que bueno”. – respondió. Miré al frente, pero no sabía que hacer o responder, dejé en mi bolsillo mi teléfono y traté de acercarme nuevamente a mi grupo de amigas, sonreí con ellas cómo si nada hubiera pasado, Adrián se había ido hace algún tiempo, esperaba que no estuviera enojado conmigo para siempre, pero le dije la verdad, siempre lo veré y lo querré como un amigo y deseaba que lo entendiera.
Luego de almorzar junto a ellas y de hablar de nuestras posibles vacaciones, emprendí mi rumbo al lugar donde me esperaban mis padres, sonreí de la nada cuando volví a checar mi teléfono, había otro mensaje de Leonardo, pero no entendía el por qué de mi sonrisa.
“¿Qué harás ahora?”. – era la pregunta que me había hecho, decidí responder, no perdía y no me influía en nada si lo hacía.
“Supongo que sí es bueno, ahora voy de camino a donde mis padres, tengo que irme ya a mi casa”. – respondí a sus mensajes, no sabía si iba a responder rápido o no, así que decidí volver a guardar mi móvil en mi bolsillo.
Caminé y me topé con varias compañeras por la calle, nos despedimos, después de todo nunca me llevé mal con nadie, solo que prefería estar con mis amigos, con las personas que tenía más afinidad y con las cuales me sentía dentro de mi “burbuja”, por decirlo de alguna forma.
Mi vida siempre ha sido complicada, ¿Qué es lo que quiero? No lo sé, ¿Qué deseo? Ni idea, pero no puedo quedarme dormida, la vida me ha enseñado de una u otra forma que si te pilla volando bajo te golpea donde más te duele y no quiero seguir sufriendo por esas cosas, simplemente me gusta pensar que no soy débil, aunque en el fondo, siga siendo la misma niña chiquita.
Llegué con mis padres, suponía que se encontraban cerca del vehículo, así que entré al restaurante más cercano y pregunté por ellos, siempre comíamos ahí, así que era fácil que nos reconocieran, como ya lo sospechaba se encontraban ahí, ingresé al lugar para sentarme junto a ellos, no comí, pero sí bebí un jugo, tenía sed.
Revisé mi teléfono para ver si nuevamente aquel chico me había respondido, no sé porqué me intrigaba tanto Leonardo, no lo conozco, ni siquiera me lo he topado, pero me causa un extraño sentimiento que no lograba describir, no completamente.
Editado: 05.06.2022