Lo que nunca me esperé

Capítulo 4

Meses después

Leonardo Álvarez

Ha pasado algún tiempo desde que hablo con Camila, y en este momento no sabía la forma en la cual describir nuestra relación, digo, nunca nos hemos visto, aunque faltan, ¿Semanas? Para que podamos reunirnos por primera vez en la universidad, y la verdad no tenía la más mínima intención de compartir los detalles de ese encuentro con mis amigos.

No sé que estaba pasando conmigo, no podía ir a la cama con otra mujer porque constantemente ella está colada en mis pensamientos, no sé si es porque hablamos casi todo el día, desde que amanece hasta altas horas de la noche y no sé si en realidad sea bueno, pero me gusta hacerlo, siempre encuentra una manera distinta para hacerme reír, es una chica única.

_ Leonardo. – escuché la voz autoritaria de mi padre, quién sabe qué quiere ahora, seguramente mi hermano se negó a ayudarlo, y ojalá yo pudiera hacer lo mismo, pero no tenía la fortaleza necesaria para hacerlo.

_ Padre. – respondí acercándome a su despacho, donde se encontraba. Me miró con una sonrisa en su rostro, no sabía que significaba aquel gesto, pero le respondí de igual manera. - ¿Me necesitabas? – pregunté mientras revisaba el teléfono, había vibrado y esperaba que fuera Camila.

_ ¿Estás ocupado en algo? – preguntó, lo miré y guardé el teléfono. – Creo que ocultas algo, Leonardo. – mencionó nuevamente. Enarcó una ceja, pero dudaba en decirle de Camila, creo que era un poco apresurado mencionarla, después de todo no nos conocemos, y seguro que él querrá saber todo de ella, su familia, sus estudios, su estado de cuenta, todo lo que le importa a él.

_ Solo estaba pendiente de uno de los proyectos de la universidad. – respondí dudoso de mi respuesta, él me miró dudando un poco, pero luego sonrió, creo que había caído en mi respuesta.

_ Tu hermano es un insolente, ¿Puedes creer que me ha dicho que no trabajará en mis empresas? ¡Qué se cansó de mis malos tratos! Cómo si yo fuera el culpable de que no diera todo de él. – mencionó. Sabía que todo lo que decía mi hermano era verdad, nuestro padre era un hombre estricto y la mayoría de las veces impotente, todo le parece mal si no se hace como lo pide.

_ ¿Qué harás? – pregunté. No sabía que más podía decir o hacer.

_ Qué el busque su camino, verás que no lo conseguirá y volverá llorándome para admitirlo nuevamente, por ahora, solo tú serás el encargado de trabajar en mis empresas una ves yo muera. – mencionó cómo si quedara poco tiempo para aquello. – Ahora, quiero saber si ya has pensado en lo que te dije la última vez. – agregó.

¿Qué me había dicho la última vez? Bueno, el piensa que necesito una “buena mujer” a mi lado, lo sé, no va con mi estilo de vida, pero eso me ofrecería más carácter y a la larga terminaría acostumbrándome y enamorándome de ella, según lo decía él, pero no estaba seguro de que eso sería así.

_ Sí lo he pensado, pero estoy joven aún para comprometerme a eso, haré el intento, pero no prometo nada. – respondí.

_ Está bien, te presentaré a una muchacha, es hija de uno de mis socios, espero que se lleven bien. – dijo golpeándome levemente con el codo, no entendía por qué le gustaba mantener el control de todo.

_ Si se trata de Ana, perderás tu tiempo, no quiere verme ni en fotos. – mencioné sonriendo, no quería que me obligaran a esto, además, si pensaba en relacionarme con alguien era con Camila, aunque se tratara de un simple acuerdo entre ambos, pero eso mi padre seguramente jamás lo permitiría, ya que era una muchacha de clase social inferior a la nuestra.

_ Pensaré en algo. – mencionó sonriendo, sabía muy bien sus alcances y seguro que muy pronto Ana estaría aquí en la casa dispuesta a volver a intentar algo conmigo.

Salí de la habitación y me dirigí a la mía, quería encerrarme y hablar con Camila, seguro ella tendría algunas palabras de aliento para mí, cómo siempre lo hacía. Respondí al mensaje que había dejado hace algunos minutos.

“Hola, ¿Cómo amaneciste?” – escribió ella, sonreí y recordé la noche anterior, por primera vez, aunque ya no mantenía las esperanzas en ello, hicimos una videollamada en la que nos mantuvimos hablando mucho tiempo, escuchaba murmullos de algunas personas y luego sus mejillas se enrojecían, estaba usando una polera que dejaba ver una parte de sus senos, detalle cada centímetro que me dejó apreciar.

“Hola, bien y tú, ¿Cómo amaneciste?” – pregunté sonriendo a la pantalla, hasta soñé con aquel momento, tocando aquella piel que me parecía tan suave, definitivamente me hubiera quedado soñando con ella.

“Bien también, gracias”. – mencionó. – “¿Tendrás que ir a la universidad?” – preguntó nuevamente, lamentablemente tenía que hacerlo, me quedaron algunos exámenes pendientes, así que sería mucho mejor que terminara de una vez con ello.

“Sí, terminaré algunos proyectos que me quedaron pendientes y volveré a la casa. No te preocupes que seguiré hablándote y te iré comentando que tal me está yendo”. – respondí, sabía que tal vez se sentiría triste por ello, pero es lo que hay. Me pregunto, ¿Qué hizo ella para tenerme así? Nunca me había preocupado tanto por alguien, ¿Será por que ha sufrido mucho durante su vida? No tenía idea, pero me daba miedo.

“Bueno, cuídate”. – mencionó adjuntando una carita sonriente. “Me avisas si interrumpo en algún momento”. – agregó.




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