Lo que nunca me esperé

Capítulo 5

Camila Sáez

Miraba el móvil a cada momento, esperando alertamente si llegaba un mensaje de Leonardo, ese hombre se había metido en mi cabeza de una manera asombrosa que nunca imaginé pudiera suceder, y es que de un momento pasamos a ser completos desconocidos a conocernos más que nuestras propias familias.

Tranquila, Camila, seguro no es nada, debe de haber llegado a la universidad, te hablará cuando pueda hacerlo. – me decía a mi misma una y otra vez para ver si me lo creía y para acabar con ese miedo a que deje de hablarme repentinamente.

Maldito miedo que no me deja pensar bien las cosas, creo que han sido cientos de veces en las que Leonardo me ha dicho lo hermosa que soy, pero sigo sin creérmelo, sin contar con que nunca me ha visto en persona y eso me hace dudar de la sinceridad con la que lo dice.

“Hola”. – había escrito. – “Estaba un poco ocupado con los proyectos de la universidad, pero ya salí de eso. Me tienes solo para ti lo que queda de vacaciones”. – agregó, sonreí por lo que había dicho, no quería tomar demasiado en cuenta esas últimas palabras, no quería ser la que se imaginaba cosas que no eran.

“Hola, ya te extrañaba”. – mencioné, pero enseguida estaba arrepentida de las últimas palabras que había dicho, no sabía cómo reaccionaría a lo que había dicho, pero esperaba que lo hiciera de buena forma.

“También te extrañaba”. – respondió adjuntando un emoji de corazón. Sonreí por no haber quedado como la estúpida del año. - “Pero ya te puedo hablar y me tienes solo para ti, a menos que mi padre me haga trabajar en sus empresas”. – agregó.

“Um. Pero no creo que lo haga siempre”. – escribí, la verdad pensaba en mis días sin hablar con Leonardo y se me volverían literalmente, muy largos.

“No te preocupes, buscaría la forma de poder hablar contigo”. – respondió. Me asustaba la idea de depender emocionalmente de aquel hombre, pero no podía negar que sus palabras y la manera en la que me hace sentir me ha hecho demasiado bien.

“Eres el mejor, Leonardo”. – respondí sonriendo a la pantalla, cómo pensar algo distinto, si siempre hacía eso, buscaba cualquier manera posible para verme sonreír, y una persona cómo yo, con todas mis inseguridades, agradece esos gestos, que muchas veces son pocos, porque nadie se da cuenta de lo que realmente sentimos.

“Y tú la más hermosa”. – mencionó, no estaba aquí, viéndome, pero fue como si me hubiera dicho eso mirándome a los ojos, mis mejillas se enrojecieron cómo si fuera un tomate.

“Si tu lo dices”. – respondí sonriendo, mis mejillas ardían por la vergüenza.

Dos meses después.

Iba a ver a Leonardo, resulta que la universidad que me había aceptado era la misma a la que asistía él, ¿Casualidades de la vida? ¿No? No podía evitar poner aquella sonrisa de estúpida cada vez que pensaba en él, era cómo si todo mi cuerpo diera a conocer la realidad, Leonardo me gustaba… me gustaba enserio.

Me bajé del autobús, miré a mi alrededor, nunca había estado en este sitio, todo esto era totalmente nuevo para mí, conocía a Leonardo, muchas veces lo había visto en videollamadas, pero no estaba aquí y mi mente comenzó a jugar conmigo, como lo hacía siempre. ¿Y si se arrepintió? ¿Si no llega? ¿Será que fue la forma en la que quiso decir que quería que nuestra relación se acabase? No lo sabía.

_ Hola. – escuché esa voz detrás de mí, miré en la dirección en la que me hablaba, su tono era completamente masculino, mi cuerpo se congeló, traté de responder, pero mi voz tampoco salía de mi boca, sonreí tímidamente pensando que hizo solucionaría mi situación.

_ Ho-hola. – traté de decir cómo mejor me saliera, cosa que me causó vergüenza, que a su vez provocó que mis mejillas enrojecieran. Él sonrió y se acercó más, no sabía que quería hacer, ¿Y si quiere besarme?

_ Vamos a mi casa, está haciendo mucho calor aquí, el sol está ardiendo. – mencionó después de besar mi mejilla, acto que provocó que casi me derritiera, no sabía que me pasaba, me preparé mentalmente para este encuentro muchas veces desde que lo planeamos, pero nada se comparaba a la realidad.

_ Está bien, pero, ¿Tus padres no se molestarán? – pregunté temerosa de la respuesta, es la única persona que conozco en esta ciudad, además no podía devolverme aún, le dije a mis padres que venía a una convocatoria de la universidad para conocerla y cosas de esa índole, aunque no era todo falso, pues si conocería el lugar en donde estudiaría.

_ Tranquila, yo me encargo de eso. – mencionó, no sabía lo que eso quería decir, pero bueno, confiaba en él, si no lo hiciera nunca hubiera venido hasta este lugar, quería pensar muchas cosas, pero no sé si quería hacerme ilusiones, o si estaba lista para otro fracaso.

Adrián ha estado distante desde que le comenté que vendría a este lugar, supongo que la parte que le molestó fue cuando le dije que un chico me enseñaría la universidad, pero habíamos dejado claro que nuestra relación era solo de amigos, casi como hermanos y eso no iba a cambiar.

_ ¿En qué piensas? – preguntó. - ¿No te gusta la compañía? – mencionó nuevamente, obvio que no era lo último.

_ Me agrada muchísimo. Solo pensaba en lo enorme que es esta ciudad, además de que ni sé ubicarme. – comenté, mintiendo, obviamente.




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