Camila Sáez.
No tenía idea donde íbamos, pero estaba confiada que estando a su lado nada podía lastimarme. El camino se hizo más largo que ayer, hemos hecho compras del supermercado, comprado algunos artículos que podrían hacernos falta, bueno, todo lo ha hecho Leonardo, yo tenía mi propio dinero, pero no me había dejado gastarlo.
_ Leonardo, ¿Dónde vamos? – mencioné sonriendo, ya íbamos a más de una hora, había muchos autos en la pista, supongo que por eso se me hacía tan eterno.
_ Te sorprenderás. – mencionó, era lo único que ha dicho en todo este momento, seguramente sí me llevaría una sorpresa, pero aún así me causaba curiosidad saber a dónde nos dirigíamos.
Pasaron alrededor de diez minutos para que por fin lograra aparcar el auto, nunca me había traído para este lugar, supongo que se lo tenía guardado, había distintas casas, no tan privadas cómo la que era de él, pero definitivamente era espaciosa y acogedora.
_ No pude conseguir algo mejor de la noche a la mañana, pero seguro estaremos cómodos aquí. – mencionó, sonreí, era mucho más de lo que esperaba.
_ Leonardo, estaremos más que bien en este lugar. – respondí sonriendo y acercando mis labios, torpemente, a los suyos. – Eres el mejor, pero si lo deseas puedo irme y así podrás volver a tu casa. – agregué dejando mi sonrisa a un lado, sabía que era un cambio muy grande y repentino para él.
_ Te amo, Camila. Y no me cansaré de decirte que no quiero que te vayas de mi lado, te seguiría a donde fuera, ¿Entiendes? Te volviste en lo más preciado que tengo, por favor quédate conmigo. – mencionó sonriendo y acariciando mi mejilla. – Entremos, tengo una sorpresa para ti. – agregó, no entendía por qué hacía estas cosas.
_ Está bien, Leonardo. – mencioné sonriendo y sosteniendo su mano cuando se dispuso a ayudarme a bajar del vehículo. Entramos en la casa y quedé más que sorprendida cuando ingresé, estaba todo decorado cómo si se tratara de una película, había rosas, velas, comida, las cortinas oscuras ayudaban a ambientar el lugar, por lo general estas cosas se hacen durante la noche, pero recién pasaba del medio día.
_ ¿Y? ¿Te gusta? – preguntó sonriendo. ¿Qué pregunta era esa? ¿Mi cara no le respondía acaso?
_ Leonardo, esto me encanta, no tenías por qué hacerlo. – respondí abrazándolo y besando sus labios tiernamente.
_ No hay cosa que no haría por ti, Camila. – mencionó sonriendo y tomándome en sus brazos. – Te amo, te deseo y no quiero perderte. – agregó sonriendo. Me recostó en el sofá, ya en el, besó mis labios apasionadamente, luego llevó un recorrido de ellos por mi cuello provocando que toda mi piel se erizara y que mi intimidad se humedeciera.
_ Leo. – susurré, mordí mis labios cuando una de sus manos sujetó uno de mis pezones, esa sensación era mucho más que placentera.
_ Camila. – mencionó él tratando de quitarme la polera, a lo cual accedí. – Me vuelves completamente loco, deliro por ti. – agregó sonriendo y volviendo a besar mis labios. Me subí encima de sus piernas, nuestras entrepiernas se rozaban provocando que el ambiente entre nosotros fuera más intenso. – Camila, si sigues así no podré detenerme. – alertó, sonreí y seguí besándolo. Tal vez esto quería, entregarme a él cómo tanto lo deseaba.
_ Quiero hacerlo. – mencioné sonriendo. Él abrió sus ojos gigantes y yo sonreí mientras sentía mis mejillas enrojeces.
_ ¿Estás segura? – preguntó esperando pacientemente mi respuesta.
_ Estoy más que segura, Leonardo. – respondí sonriendo. Él me sujetó el trasero y de un movimiento, no sé cómo, me volvió a acostar en el sofá.
_ Lo haremos cómo yo diga, quiero que sea especial para ti. – mencionó sonriendo y besando mis labios de una manera tierna, ese beso seguía aumentando en intensidad y sus manos recorrían cada parte de mi cuerpo.
Tomó mis manos y las llevó encima de mi cabeza, aunque pensé que me lastimaría las muñecas con la fuerza que ejercería sobre ellas no lo hacía, es más, me gustaba aquella sensación.
_ Te amo. – susurré cuando sus labios rozaron los míos, pero no se detuvo a besarlos, si no que bajaron a mis senos, su lengua parecía dibujar distintos trazos sobre mi piel, provocando que gemidos se escaparan de mi boca, podía ver la sonrisa en el rostro de Leonardo cuando aquello sucedía.
_ Cada vez me convenzo más de que eres la mujer con la que quiero pasar todo mi tiempo. – mencionó, no pude evitar sonreír. Sus manos bajaron hasta mi pantalón para desabrocharlo y bajarlo hábilmente, sus manos acariciaron mis piernas, sentía mi piel erizarse con el roce de sus dedos sobre ella, me sentía cómo en el cielo y deseaba más, aunque me asustaba.
_ Te amo. – mencioné, se levantó y se me quedó viendo por unos segundos, ¿Quería seguir con esto? ¿No me encontraría atractiva? Pensé, pero no quería decir nada.
_ ¿Segura que quieres? Estoy en mi límite, Camila. No podré detenerme si sigo recorriendo tu hermoso cuerpo. – comentó provocando que me sonrojara nuevamente.
_ Sí, sí quiero, Leonardo. – mencioné y él se desabrochó su pantalón y se acercó acomodándose en mi entrepierna.
_ Te amo. – susurró acercando sus labios a los míos. – Nunca sentiré esto por nadie más, de eso estoy completamente seguro. – agregó. De un movimiento se separó de mí para ayudar a quitar mi ropa interior y la suya, que era lo único que nos impedía estar completamente desnudos.
Editado: 05.06.2022