Lo que nunca me esperé

Capítulo 17

Camila Sáez

Dos semanas después.

Han pasado dos semanas y no he podido decirle nada a Leonardo, creo que le ha ido tan bien en su nuevo proyecto que ni siquiera se ha detenido a pensar en mí, en la universidad y en lo que íbamos a hacer juntos, eso me hace pensar que mucho menos se preocuparía por un bebé o, al contrario, lo vería cómo un estorbo y obvio no quería que lo sintiera como eso, una carga.

Hoy tenía planeado volver a mi casa, supongo que pronto comenzaría a notárseme el embarazo por la fecha que creo tener, cuando llegara tomaría las horas médicas para controlar la salud del bebé y todo lo demás.

La madre de Leonardo me ha estado presionando para que le diga toda la verdad, aunque hoy, en particular, no lo había hecho, supongo que debió haberse ocupado en otra cosa.

Estaba ordenando mis maletas, la decisión estaba tomada, no sería una carga para Leonardo, y estaba segura de que él nos vería de esa forma, además, nunca estuvo seguro de querer ser padre, no lo obligaría a nada, nunca.

Lloré, lloré mucho pensando en que huía como una cobarde, lo amaba, enserio que sí, pero si debía escoger entre mi felicidad y la suya, escogería la suya sin dudarlo, después de todo así es el amor, ¿No?

“Trataré de llegar temprano. Mi proyecto fue aprobado por lo alto, festejaremos juntos”. – mencionó Leonardo en un mensaje, sabía que no llegaría temprano, pero igual había preparado un almuerzo, para despedirme de él, en la cocina aguardaba la nota que leería cuando se cansara de buscarme por el resto de la casa y se diera cuenta de que no estaba.

“Querido y amado Leonardo.

Te escribo estas palabras llenas de amor y tristeza, estos meses a tu lado han sido los mejores que he vivido, han sido un sueño, pero como todo sueño, debe acabar y debemos volver a la realidad. Te amo, nunca olvides eso.

No quise irme de esta manera, pero siempre que he intentado hablar contigo nos han interrumpido, tampoco sé si nos veremos más adelante, seguro te sorprenderías de todo lo que me faltó por contarte y de los sueños que tenía para nosotros, tal vez, algún día, formar una familia contigo, y quien sabe, quizás ese sueño estaba más cerca de lo que esperábamos, no lo sé.

Mis palabras de despedida en esta carta serán para siempre, no intentes buscarme, primero, seguro no lo conseguirías, y segundo, si llegases a hacerlo, seguro te decepcionarías de mi partida.

Te amo infinitamente.

Camila.

La mujer que te deja su corazón”.

Las lágrimas caían por mis mejillas, tenía aquel impulso de tomar la maldita hoja y tirarla a la basura, de volver a guardar la ropa en los armarios, quería tener a Leonardo, sentirlo mío como alguna vez lo sentí, de eso ya ha pasado tiempo y es eso lo que más nos ha faltado, tiempo.

Saqué la olla de la cocina, el almuerzo estaba listo, subí nuevamente a mi habitación para bajar mis maletas, seguramente el taxi ya llegaba y no quería demorarme más de lo esperado.

Leonardo Álvarez

Salí temprano por la mañana, ni siquiera tuve tiempo de despedirme de Camila, estaba dormida y no quise despertarla, después de todo, estos últimos días parece cómo si estuviese más cansada.

Mi jefe temprano me llamó a una junta extraordinaria junto a los demás accionistas y socios minoristas de la empresa, donde dejaba claro que yo ocuparía el mismo puesto de Antonio, pero con posibilidades de seguir ascendiendo, todo dependería de cómo resultasen las ganancias de cada proyecto que les envié, además logré negociar un cinco por ciento de esas cifras, lo que era demasiado bueno, contando con que quiero formalizar mi relación con Camila.

Llamé a Camila, me concedieron el resto del día, además de un horario más flexible que podría combinar con actividades desde casa, me daría mucho más tiempo para estar al lado de Camila, sabía que las cosas cambiarían para mejor con la aprobación de este proyecto y agradecía toda la paciencia que Camila me tenía, nos tenía.

Pasé a la misma florería de hace algunas semanas, compré un gran ramo de girasoles, el día estaba nublado, seguro alegrarían a Camila. Pasé a una dulcería y compré unos chocolates, luego a una pastelería, quería que hoy fuera un día especial y dulce para nosotros.

Recordé que algunas tartas eran sus favoritas y decidí comprarlas y hacerle aquel gusto, este día ella volvería a sentir al hombre que estaba acostumbrada a ver, sentir y amar.

Subí a mi vehículo y seguí manejando en dirección a mi casa, a la casa que compartía con la mujer de mi vida. Recibí una llamada, cuando revisé el celular me di cuenta de que era mi madre, así que decidí contestar.

“Hola madre, ¿Cómo has estado?”. – pregunté sonriendo. Sería un gran día al lado de mi mujer o al menos eso quería pensar.

“Hola, Leonardo. Bien gracias, muy entusiasmada con la idea y ¿Tú?”. – preguntó ella, con un tono de voz que nunca en mi vida había escuchado, ¿Qué será lo que se le ocurrió esta vez? Pensé.

“Bien también madre, ¿Por qué estás tan entusiasmada? – dije lleno de curiosidad, quería ver si me contaba de que se trataba, sé que hace unas semanas acompañó a Camila a la matrona, pero de ahí ya no supe más de ella y tampoco he intentado comunicarme con ella, no había tenido tiempo.




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