Lo que nunca me esperé

Capítulo 20

Desperté un poco aturdida, ni siquiera me acordaba de lo que había pasado, solo sabía que estaba en la antigua habitación de Leonardo, la que alguna vez compartimos.

_ ¿Qué sucedió? – pregunté sonriendo y tratando de apaciguar la mirada de tristeza de Leonardo.

_ Te desmayaste. – respondió. – No debimos venir, Camila, y tampoco debimos hacer el amor así. – mencionó.

_ ¿Así cómo? – pregunté, no entendía por qué estaba diciendo estas cosas. – Leonardo, lo que me pasó no tiene nada que ver con lo que hicimos. – mencioné. – Dime, recuerdo haber visto a mis padres, ¿Fue verdad o solo producto de mi imaginación? – pregunté.

_ Es verdad, Camila. Ellos están abajo, pero al parecer, no saben nada del embarazo, no sé si quieres… - no lo dejé terminar.

_ Ellos no pueden enterarse, Leonardo, por lo menos no ahora. Los conozco, no estarían de acuerdo con lo nuestro. – mencioné, él se ganó a mi lado.

_ Camila, no te dejaré ir, interpóngase quien quiera, no serán capaz de llevarte de mi lado. – respondió el hombre que estaba a mi lado. – No te preocupes por ello, amada mía.

_ Lo que no entiendo es, ¿Cómo pudieron llegar aquí? – mencioné sonriendo desprevenidamente. – Nunca les dije nada de esta casa, me parece impresionante que hayan dado justo aquí. – mencioné nuevamente.

_ Creo que tengo la respuesta, Camila. – mencionó. – Fue mi padre, él dio con tus padres y los trajo hasta aquí, para que pudieran formar parte de esta cena, y por lo que he escuchado, él y tu madre se llevan muy bien y están de acuerdo en qué, nuestra relación es una locura. – agregó.

_ No me sorprende, tu padre siempre me ha odiado, y mi madre igual lo ha hecho. – mencioné sonriendo. – Nunca fui la clase de hija que ella deseó, pero me acostumbré a ello.

_ Eres maravillosa tal y cómo eres, Camila. Que nadie nunca te haga dudar de ello, te amo… Te amo con mi vida. – mencionó Leonardo sonriendo y acercándose a mí para besar mi frente.

_ Yo también te amo, Leo. – mencioné sonriendo y buscando sus labios para besarlos, correspondió a mis deseos, además de acariciar mi barriga en círculos, me hacía sentir que el corazón se me escapaba cada vez que lo hacía.

_ No tienes idea de cuanto deseo que comiences a crecer para poder acariciarte y besarte. – susurró a mi vientre. Lagrimas amenazaron con salirse de mis ojos. – Ey, no llores, es solo que los amo cómo nunca imaginé amar a nadie, nunca imaginé convertirme en padre y mírame, estoy como un loco obsesivo esperando con ansias el día en que nazca. – mencionó. – Siempre voy a querer lo mejor para ti y para nuestro hijo.

_ Perdón. – mencionó una voz totalmente reconocida, era mi padre. Tanto Leonardo cómo yo nos quedamos viéndolo. – Escuché todo. – mencionó. – Hija, por qué nunca llamaste para contarnos esto, si no fuera por aquel hombre ni siquiera me hubiera enterado que tenías un novio y que, además, iba a ser abuelo. – agregó.

_ Papá. – susurré. – Nunca fue mi intención ocultarle las cosas, pero sabía que si se los decía me obligarían a volver a casa y no estaba preparada para dejar a Leonardo. – mencioné. – Ahora menos que nunca. – dije juntando mis manos a las de Leo, que aún se encontraban en mi vientre.

_ Pudo ser una posibilidad, querida. Pero si hubiéramos conocido a este muchacho estoy seguro que no te hubiéramos alejado de él. – mencionó mi padre provocando que lentamente se me fuera creando un nudo en mi garganta, quería llorar de la impotencia que tenía.

_ Solo quería ser feliz. – respondí dejando que las lágrimas cayeran por mis mejillas. – Leonardo me hace feliz. – comenté. – Y sabemos que mi madre me hubiera alejado de él, además, supongo que ya hasta lo está pensando. – mencioné.

_ Ella no podrá hacerlo. – comentó mi querido padre.

_ Si podrá, señor. – respondió Leonardo. – Si forma una especie de alianza con mi padre, podrán separarnos, él piensa que mi relación con Camila es absurda, es más, ni siquiera le importa que esté esperando un hijo mío, creo que puso como meta separarme de su hija. – mencionó nuevamente el hombre que estaba a mi lado.

_ Leonardo, por favor. – susurré tratando de que no dijera tantas estupideces, cómo iba a hablar así de mal de su propio padre, después de todo fue el hombre que lo engendró.

_ Por favor nada, Camila. Mira lo que ha provocado hoy, ¿Mañana qué? ¿Qué más tengo que esperar? Quiero que estés lejos de él, lo sabes. – mencionó algo alterado, traté de tranquilizarlo, pero no fue nada fácil.

Mi padre salió junto a Leonardo de la habitación, con la disculpa de que tenía que descansar, tal vez era cierto, pero quería estar pendiente de lo que ellos dos conversarían, después de todo, sería sobre mí y sobre el bebé que llevaba en el vientre.

Me terminé quedando dormida mientras esperaba el regreso de Leonardo, quizás que fue lo que conversaron, pero no me harían parte de ello, cosa que me molestaba, también quería saber que estaba pasando entre mi madre y Luciano, seguro ya tenían todo un plan para separarme de Leonardo.

Cuando desperté, era mi madre quien me esperaba a los pies de la cama, no quise verla, sabía que me reprocharía muchas cosas, y no estaba dispuesta a escucharla, más que nada, porque me sentía con muchas nauseas y dolor de cabeza.




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