Lo que nunca me esperé

Capítulo 24

Leonardo Álvarez

Tomé a Camila en mis brazos para recostarla en la cama, me sentía miserable, ella estaba dispuesta a irse, dispuesta a dejarme, pero no porque ella quería hacerlo, si no por lo que yo mismo había mencionado, mis palabras la alejaron y seguramente mis actitudes también, por algo seguía sintiéndose culpable.

_ ¿Por qué no me lo dijiste antes? Camila, estoy arrepentido, demasiado, por mis actitudes, por no haber vuelto ayer a casa, mientras me esperabas, y es que nuevamente he provocado lágrimas en tus ojos. – susurré sonriendo mientras me sentía miserable. – No sé cómo fui capaz de olvidar por qué me había enamorado de ti, que tu nobleza siempre me ha atraído, tu manera tan sensible de ser frente a las personas que consideras importantes. – agregó.

_ Leonardo. – susurró. – Pensé que no llegarías. – agregó entregándome una leve mueca que trataba de ser una sonrisa. – Me iré y no seguiré ocasionándote problemas. Debiste decirme mucho antes que ya no sentías nada por mí.

_ Camila… - mencioné acercándome a ella, pero se alejó cada vez que lo intenté. – Camila, por favor, ven. – agregué.

_ Lo dejaste muy claro en aquel mensaje, Leonardo. No tienes por qué tratar de explicarte, jodí todo, como siempre lo hago, estaba pasando por un mal momento, no me preocupé por ti, ni por nuestra relación, siempre todo es mi culpa, ¿Quién sabe? Tal vez, a estas alturas, faltaría muy poco para conocer a nuestro hijo.

_ No pienses en eso, Camila. Mucho menos te culpes, tampoco actué como debía, en muchas ocasiones también te culpé de lo sucedido, no me di cuenta de lo mucho que también estabas sufriendo, después de todo, tu cargaste a nuestro ángel en el vientre. – respondí.

Camila, estaba dispuesta a irse, supongo que después de aquel mensaje, de mis actitudes mierdas, era lo menos que esperaba, no me sentía para nada feliz por lo que había hecho, pero tampoco quería que se fuera. Debí hacerle caso a Agustín, eso me hubiera ahorrado este mal entendido.

_ Leonardo, dejaste todo claro anoche, además, por tu olor a alcohol, es evidente que lo pasaste muy bien. – agregó Camila dejando caer una lágrima por su mejilla.

Me sentía completamente miserable, recordar a Ana desnuda a mi lado y yo encontrándome en la misma situación, no acordarme de nada de lo que había hecho, sin duda me dejaba mucho más maniatado.

Hoy estoy sintiendo exactamente lo mismo que aquella vez, cuando Camila se iba a ir sin decirme que estaba embarazada, y ahora, ni siquiera quería irse, quería componer nuestra relación, quería sentirse amada nuevamente, y yo aquí, dudando entre decirle o no lo que había pasado esta mañana, en parte, sabía que si se enteraba se iría para siempre, pero, tampoco sabía que había pasado en realidad, pues no me acordaba de nada.

Aun que tampoco sabía si Ana no se acercaría a ella.

_ Camila, soy un idiota. No te merezco, pero quiero enmendar las cosas, no te vayas, solo quédate conmigo una vez más, si quieres duermo en el suelo, me levanto a hacerte el desayuno, lo que quieras, Camila. Pero no te vayas, te necesito. – dije tratando de que me creyera, aun que no sabía si me iba a creer.

_ Leonardo, en este punto me he dado cuenta de algo. – mencionó. – Siempre haz tenido el poder de romper mi alma y corazón de distintas formas, a tu antojo, por malos entendidos, por peleas absurdas, pero también me he dado cuenta de otra cuestión.

_ ¿Qué cosa? – dije sintiéndome miserable por lo que sus palabras decían.

_ También tienes la posibilidad de sanarme con tan solo algunas palabras, no sé si será bueno o malo, pero sí, me quedaré contigo. – agregó sonriendo y sentándose en la cama. Dudé muchas veces en decirle o no la verdad, pero prefería ocultarla, Camila no merecía saber que, por una noche de copas, la había engañado vilmente, ella era demasiado importante para mí como para decirle aquel grave error que cometí. Después de todo, se transformó en la mujer de mi vida, y en la mujer que cargó un hijo de mis entrañas en su vientre.  

_ Camila, quiero que te quedes a mi lado toda la vida. Por favor, no me dejes solo cuando más te necesito. – mencioné tratando de tomar su mano, costó que la tomara, pero accedió finalmente, mi corazón sintió un poco de consuelo cuando nuestras pieles se rozaron.

_ Sí me quedaré, Leonardo. Pero no esperes que todo vuelva a ser cómo antes. – mencionó.

_ Tranquila, entiendo perfectamente, pero me esforzaré aún más por enamorarte cada día, por hacerte sentir que siempre estaré para ti, después de todo, me equivoqué y no te apoyé ni entendí cuando más tuve que hacerlo. – mencioné, ella me abrazó, sentí su calor, cómo nunca antes lo había hecho. – Te amo, Camila, siempre lo he hecho, y me arrepiento mucho de todos los errores que he cometido últimamente.

_ Yo también lo hago, Leonardo, lo sabes bien, pero lo que dijiste anoche no se me olvidará fácilmente, solo espero que seamos más fuertes que estos problemas y salgamos adelante cómo pareja. – mencionó sonriendo y depositando un tierno beso en mi mejilla.

Tomé su mano, estaba vestida, con su pelo alborotado y con sus ojos medios hinchados y rojos por lo que había llorado la noche anterior, pero, a pesar de todo lo mencionado, seguía siendo la mujer más hermosa ante mis ojos.

_ ¿Salgamos a comer? – pregunté sonriendo.




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