Lo que nunca me esperé

Capítulo 26

Leonardo Álvarez

Conversación entre Leonardo y Agustín.

_ ¿Estás seguro de lo que dices? – pregunté enojado, no podía creer la calaña de persona que era Esteban y cómo se coludió con Ana por sexo.

_ Sí, Leonardo. Lamento decírtelo por que es mi hermana, pero no puedo dejar que arruine tu relación con Camila, entre Esteban y ella te drogaron, te emborracharon y hicieron parecer que tuviste sexo con ella. – mencionó. Tenía que hablar con Camila y advertirle, pero antes tenía que salir de una duda.

_ Ella insinúa que está embarazada, Agustín, ¿Quiere decir que está embarazada de Esteban? – pregunté.

_ Es lo más probable, Leonardo. También quería aclarárselo a Camila, pero no sabía si también se lo habías dicho. – mencionó, evidentemente no lo había mencionado, lo último que quería era perderla, por eso se lo oculté. Ahora espero que pueda creerme.

_ Gracias, Agustín, eres un amigo de verdad. – mencioné sonriendo. – Nos vemos pronto, iré a la universidad a buscar a Camila, pero antes pasaré a discutir algunas cosas con Esteban. – corté la llamada, tomé las llaves del vehículo, lo encendí y emprendí mi camino.

Seguí mi camino pensando en todas las cosas que me había dicho Agustín, no sé qué motivos tenía Esteban para hacerme esto, digo, siempre he estado con él, apoyándolo, ayudándolo a sacar adelante su carrera.

Camila Sáez

_ Eso no es verdad. – mencioné. – Leonardo no sería capaz de engañarme de esa manera contigo. – agregué.

_ Ay, niña, no te hagas más la víctima, tu relación con Leonardo nunca iba a terminar bien, ustedes son de distintas clases sociales, él merece una mujer cómo yo que pueda brindarle todo lo que el quiere, placer… mucho placer. – mencionó. – Además, por ahí me contaron que estuvieron más de tres meses sin tener sexo, ¿Qué pareja puede sobrevivir a eso? – comentó.

_ Tú no tienes por qué saber sobre nuestra vida privada y mucho menos tienes que opinar sobre ella. – mencioné enojada. Ella se rio a carcajadas.

_ Por favor, si eres la comidilla de todos los amigos de Leonardo, Esteban me contó absolutamente todo lo que hacían… pobrecita, tal vez si no hubieras perdido ese bebé él seguiría mucho más apegado a ti. – mencionó, sus palabras dolían, pero no iba a dejar que viera cómo me afectaban.

_ Tú no tienes por qué meter tus asquerosas narices y garras en mi vida con Leonardo, entiende, perdiste. – respondí. – Él me ama y quiere estar conmigo. – agregué.

_ ¿Por qué crees que envió aquel mensaje esa noche? Leonardo solo te tiene lastima, y a diferencia de ti, yo si podré darle un hijo, es más, estoy embarazada, mira. – dijo mostrándome el test de embarazo con la foto de la ecografía, era un bebé.

Me encontraba en shock, ¿Por qué Leonardo me había hecho esto? Será qué, ¿Verdaderamente me tiene lastima? No estaba segura de ello, tampoco quería seguir hablando con esta mujer, seguramente cumpliría su cometido, ponerme en contra de Leo.

Me alejé, no sabía que más hacer, tenía la última clase, pero ni siquiera quería entrar, tal vez Ana tenía razón, Leonardo se arrepintió justo cuando me vio tirada en el sillón, con los ojos hinchados de tanto llorar, pero esta vez no lo iba a hacer, quería sentir que podía controlar mis sentimientos en frente de él, que sus palabras no hacían latir mi corazón mil veces sin siquiera agotarse.

Le marqué a Leonardo para saber que estaba haciendo.

_ Hola amor, ¿Dónde estás? – pregunté haciéndome la que no sabía nada, no sé cómo aguanté las ganas de lanzarme a llorar, pero lo estaba logrando, aunque pronto las lágrimas amenazaban con salir.

_ Voy a buscarte, Camila. Tenemos que hablar, dime por qué entrada me estarás esperando, te amo. – mencionó con una frialdad impresionante, ¿Será que siempre me hablaba de ese modo? Y yo, cómo tonta enamorada no me había dado cuenta.

¿Será que ahora me estaba empezando a dar cuenta de estos pequeños detalles?

Le mandé mi dirección por mensaje y a los cinco minutos, más o menos, pasó a recogerme, vi sus nudillos, estaban rojos, manchados, ¿Era sangre?

_ ¿Qué sucedió? – pregunté tratando de tomar su mano para revisar sus dedos, pero solo tomó mi mano y la colocó en mi pierna haciendo él lo mismo.

_ Tranquila, amor, ya lo comprenderás, solo lleguemos a casa, esto es complicado y requiere que sea muy detallado en cada aspecto y que prestes mucha atención a cada palabra que te diré. – mencionó, aún acariciaba mi pierna, mis ojos se llenaron de lágrimas, aun que no quería que me viera. Acerqué mi rostro a la ventana y miré las calles y las personas que caminaban por ellas.

_ Entiendo. – susurré, él afirmó mi pierna con fuerza, estaba nervioso. - ¿Cuándo me ibas a decir que tenías a Ana embarazada? – mencioné, no aguanté, tenía esas palabras atoradas en la garganta, traté, pero no pude, además, tampoco se defendió, su mirada solo dejaba ver el miedo que tenía a mis palabras.

_ Camila, tenemos que hablar sobre eso, te juro que nada es lo que parece. – mencionó. – Apostaría lo que fuera a que Ana fue quien te lo dijo. – agregó mientras acariciaba nuevamente mi pierna, pero la retiré de inmediato, me sentía usada, en parte, porque sus palabras me habían dado a entender que era verdad, y tampoco trató de justificarse.




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