Lo que nunca me esperé

Capítulo 28

Camila Sáez

Ahora, al recordar los días en qué las cosas con Leonardo iban de mal en peor, me parecía un chiste que fuera cierto, nadie que nos viera se daría cuenta de los problemas que alguna vez nos atormentaron tanto.

_ Hola padre. – mencioné mientras abría la puerta y lo abrazaba sonriendo. Quería tanto volver a verlo, oler su perfume y saber cómo iba su vida allá en casa. Detrás de él venían los padres de Leonardo, además de, mi madre y hermanas, no entendía a que se debían estas visitas, pero me alegraba esta reunión familiar.

Ahora más, que el padre de Leonardo, había dejado de ser tan insoportable conmigo y me ha dado la oportunidad de llevarnos bien, aunque debió ser todo al revés, pero bueno, me encantaba llevar la fiesta en paz.

_ Buenas tardes. – mencioné nuevamente a todos cuando entraron en la sala. – ¿Cómo han estado? – pregunté nuevamente, Leonardo se acercó a mí, hoy era el día que le diremos a toda la familia que estábamos embarazados de mellizos, y es que con Leonardo queríamos qué todos se enteraran a la vez…

Pero tengo mis dudas acerca de si Leo le ha comentado alguna que otra cosa a su madre, los he escuchado conversar por los rincones desde que saben que estoy embarazada, pero apenas me ven se quedan en silencio.

_ Bueno, supongo que no estamos aquí para cenar solamente. – mencionó una de mis hermanas, con un tono envidioso, si es que así se podía decir o explicar, nadie le tomó mucha importancia, nadie aparte de Luciano y yo.

_ Cenar con tu hermana luego de no haberla visto hace mucho tiempo debería ser suficiente. – mencionó mi padre, a mi me alegraba a tener mi familia junta reunida con la familia del hombre que amaba.

_ Tuviste suerte, hermanita, mira el hombre que tienes a tu lado, un heredero de una basta y exitosa empresa internacional, además se ve que sus padres te adoran, quisiera tener tu astucia. – mencionó Antonella, mi hermana mayor, con aquella mala intención tan similar a mi madre.

_ Tú no sabes nada. – susurré. Nunca me atreví a retarla, siempre que lo hacía quedaba cómo la mala frente a mi madre, siempre me castigaba a mí, aunque la culpable fuera ella.

_ Sí que lo sé, eres astuta y te valiste de tu cuerpo para alcanzar tus objetivos. – mencionó ella nuevamente.

_ No dejaré que trates a mi mujer de esa manera, ella no es una pordiosera y mucho menos una cualquiera, así que calla esa boca tuya y mejor come. – mencionó Leonardo levantándose de la mesa, Luciano hizo lo mismo, pero no sabía si apoyaría a mi hermana o si solo lo había hecho para retirarse, tal cómo lo hacía las primeras veces que comíamos juntos.

_ Camila ya es parte de la familia, me costó aceptarlo, porque pensaba de la misma manera decadente que tú niñita. – mencionó el padre de mi novio. – Pero hoy me doy cuenta de que no es por dinero que ella está al lado de mi hijo, en cambio, me ha enseñado a ver el verdadero muchacho que tengo. – mencionó nuevamente.

Lágrimas amenazaron con salir de mis ojos, pero las retuve cómo pude.

Antonella se quedó callada, miró a mi madre y ella no dijo nada, seguro esperaba a que me quedara sola para reprocharme el porque no había defendido a mi hermana de Leonardo y de Luciano.

La cena transcurrió hasta la hora del postre, que era cuando Leonardo y yo le revelaríamos la verdad de mi embarazo.

_ Hemos esperado mucho para esto, todos aquí presentes están al tanto de qué Camila está embarazada nuevamente…

_ Estamos embarazados. – interrumpí provocando sonrisas en mi hermana pequeña y en mi padre.

_ Sí. Estamos embarazados, seguro aquí todos piensan que les diremos si va a ser un varoncito o una niña igual de hermosa que la madre. – mencionó las últimas palabras mirándome, mis mejillas enrojecieron inmediatamente. – Pero bueno, queremos decirle que eso aún no lo sabemos, sí les diremos que este embarazo viene doble. – mencionó sonriendo y tocando mi barriga.

_ Sí, seremos padres de mellizos. – agregué sonriendo, cuando vi las expresiones de mi padre y de los padres de Leonardo, a mi madre parecía no importarle mucho que estuviese embarazada nuevamente. – Dios nos ha devuelto a nuestro angelito. – dije pensando en el bebé que había perdido hace algún tiempo…

Todos se levantaron a felicitarnos, algunos con sonrisas falsas, cómo mi madre y Antonella, pero agradezco que hayamos terminado la cena de la mejor manera posible. Es más, todo estuvo esplendido, y ya era hora de que se marcharan, y cómo la casa de los padres de Leonardo era más espaciosa, ellos se llevarían a mis padres y hermanas para que estuvieran allí. Se quedarían algunas semanas aquí aprovechando las vacaciones.

_ Tú hermana se quiere quedar aquí. – mencionó mi madre dirigiéndose a mí específicamente. – Ambas quieren quedarse. – articuló nuevamente.

Miré a Leonardo quien asintió, así que también asentí.

_ Está bien, pero tendrán que dormir en la misma habitación, solo tenemos una habilitada para visitas, aunque no las tenemos. – mencioné.

_ Puedes decirle a la nana que acondicione otra, no te cuesta nada. – mencionó mi madre disgustada, iba a seguir su orden, pero esta es mi casa y se hace lo que yo diga, claramente también es de Leonardo y tomamos las decisiones en conjunto, el punto es, ¡No tengo por qué dejar que me den ordenes en mi propia casa!




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