Lo que nunca me esperé

Capítulo 29

Dos horas después.

Leonardo y yo estábamos en la cocina levando y secando algunos trastes para guardarlos, ni siquiera sabía por qué había contratado a Amalia, si bien que podía realizar todas las labores de la casa sola.

_ Aún no lo entiendo. – dije refiriéndome al tema, aunque debo aceptar que me encanta no estar sola durante todo el día, en especial cuando a Leo le toca estar hasta tarde fuera.

_ Así no te cansas demás, he notado que últimamente tu respiración se acelera luego de realizar algunas acciones. – mencionó, supongo que no le gustará lo que diga el médico el próximo control. – Además me aseguro de que te tomes las pastillas que te dejó el médico, recuerda, estás cargando dos vidas en tu vientre, debes tener el máximo cuidado posible en cualquier cosa que hagas. – agregó nuevamente.

_ No estoy enferma, Leonardo. – mencioné sonriendo y besando su frente.

_ Si algo llegase a pasarte a ti o a nuestros bebés me moriría Camila, y de por si un embarazo doble es complicado… - mencionó él haciendo el mismo gesto que antes yo había hecho. Terminó de guardar los platos en las gavetas y nos dirigimos a la habitación, aunque antes de salir de la cocina, Leonardo se inclinó a besar mi barriga y a susurrar quien sabe qué. – Es una conversación secreta entre ellos y yo. – mencionó, provocando que yo sonriera en respuesta.

Salimos y pasando por la sala nos topamos con Antonella, en fachas inéditas, poco menos y estaba desnuda de la cintura para abajo, solo la cubría un calzón.

_ ¿Qué haces así? – pregunté. – Debería darte vergüenza. – mencioné.

_ Estoy probando a tu noviecito, estoy segura de qué está cansado de ver ese cuerpo de embarazada todo hinchado y gordo cada noche a su lado. – mencionó, sus palabras estaban cargadas de odio. - ¿Qué dices, Leo? ¿Quieres dejar a esta por un trofeo mucho mejor? A mí si podrías lucirme delante de todas esas personas importantes. – mencionó.

Miré a Leonardo, su expresión seria y sus ojos llenos de rabia, solo los había visto cuando se dirigía a su padre, cuando a su vez, este último, me decía sus palabras hirientes.

_ No te hecho de mi casa solo porque eres hermana de mi mujer, ni siquiera me importa que no tengas donde ir, no puedo creer que Camila, con sus valores y principios, sea hermana de una hueca cómo tú. – mencionó tomando mi mano. – Mira. – mencionó refiriéndose a su entrepierna. – Ni siquiera siento calentura por ti, la única mujer que me interesa es Camila. – agregó nuevamente.

_ Leonardo, por favor. – susurré.

_ Es que no, Camila. Mira las estupideces con las que sale esta niñata. – mencionó. - ¿Y se supone que tú eres la mayor? – agregó riéndose. – Permiso, no gastaré mi saliva en ti. – terminó de decir tomando mi mano y subiendo conmigo las escaleras.

Llegamos a la habitación, aunque antes me fui a despedir de la pequeña Julieta, espero que ella no se convierta en otra mujer como mi madre y Antonella.

_ ¿Siempre fue así? – mencionó Leonardo. Me encogí de hombros.

_ Nunca le interesó ningún hombre con el que salí, porque solo salía con amigos, pero sí, siempre me dejó en vergüenza frente a todos. – mencioné desganada. – Mi cuerpo cada vez se pone más horrible, Leonardo, supongo que es normal si llegas a buscar a una mujer más hermosa.

_ No me interesa nadie más que no seas tú, Camila. – mencionó. – Solo me interesas tú, tu cuerpo, tu sonrisa, tu rostro, tu piel, todo de ti me encanta y no lo cambiaría, además, recuerda que creas vida, son cambios normales. – agregó tratando de hacerme sentir mejor.

_ Pero… - mencioné, pero él me interrumpió besando mis labios, no estaba preparada para aquello, pero el calor de mi interior prontamente se apoderó de todo mi cuerpo, sus caricias que recorrían desde mis muslos hasta mi trasero, provocaban gemidos en mí.

_ Te amo, Camila. – mencionó sonriendo, sus labios se dirigieron a mi cuello provocando gemidos de placer de mi parte.

_ Sabes que también te amo. – susurré. – No… no podemos, Leo. Están mis hermanas. – mencioné.

_ Es nuestra casa, solo hago esto. – dijo poniéndole el seguro a la puerta. – Y si queremos te haré mía toda la noche. – agregó sonriendo y acercándose a mí nuevamente.

Sonreí, ¿Cómo podía decir aquello?

_ Me vuelves completamente loco, Camila. – susurró acariciando mi mejilla, mi cuerpo respondía a sus caricias de una manera en las que nunca esperé. Su dedo recorrió desde mi mejilla hasta mi boca, se introdujo en ella y yo accedí a aquello, pasé mi lengua por el y sonreí cuando su mano me tomó del cuello, sin lastimarme, pero de una manera excitante. - ¿Por qué haces eso? – preguntó. – Solo provocas que quiera hacerte mía una y otra vez. – sonrió y trató de besar mis labios, pero lo esquivé.

_ Entonces hazlo. – susurré, mis labios se juntaron a los de Leonardo torpemente, nuestra vestimenta se desprendió de nuestros cuerpos fácilmente, y me llevó a la cama, sus manos recorrían mis piernas y luego se posicionó entre mis piernas, aún podíamos hacer el amor de esa manera, aunque mi espalda me molestaba luego de un rato.

_ ¿Qué quieres? – preguntó él besando mis labios apasionadamente.

_ Quiero ponerme en cuatro. – susurré mientras mordía su labio, él sonrió, lo pude traslucir, aunque hubiera poca luz en la habitación y salió de encima de mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.