Lo que nunca me esperé

Capítulo 35

Camila Sáez

Todos se han marchado ya, solo estamos Leonardo, Luis, Lucía y yo, estaba tan emocionada, hoy sería nuestra primera noche juntos los cuatro, deseaba tanto este momento, ¡Al fin puedo decir que soy una mujer completamente feliz!

_ Creo que están igual de cansados que nosotros. – mencionó Leonardo en apenas un susurro, creo que temía despertarlos.

_ Lo sé, son tan hermosos, míralos, son el fruto de nuestro amor. – mencioné sonriendo y acercándome a él, a la vez que él también lo hacía. – Te amo. – susurré besando tiernamente sus labios.

_ No sabes cuanto daría por ustedes. – susurró entre mis labios, provocando un sin fin de emociones que solo él ocasionaba en mi ser. – Siempre los protegeré, Camila. No importa si me cuesta mi propia vida hacerlo. – agregó sonriendo levemente y depositando un beso en mi frente, sentía raro escuchar aquellas palabras.

_ ¿Por qué lo dices? – pregunté curiosa, sentí una corriente de frío colarse por mi espalda, la cual me hizo estremecer.

Leonardo se separó un poco de mí, se fue al armario de la ropa y sacó uno de sus polerones, antes me quedaban muy holgados, pero ahora que mi cuerpo había cambiado no estaba segura de querer probarme uno, no quería desilusionarme con mi físico y la aceptación de mi cuerpo.

Por los mellizos volvería a pasar exactamente lo mismo, pero no sé si sería capaz de aceptar mi cuerpo si llegase a no volver a su normalidad.

_ Ponte esto, hace frío. – mencionó Leonardo entregándome el polerón, se veía bastante grande, así qué decidí colocármelo, para mi suerte seguía quedándome un poco holgado.

_ ¿Me queda bien? – pregunté sonriendo tímidamente, Leonardo sonrió y besó mi mejilla, mi frente y terminó en mis labios.

_ Te vez maravillosamente bien. – susurró sobre mis labios y luego de depositar un beso que terminó con mi aliento, siguió su camino hasta mi cuello, sabíamos que no podíamos tener relaciones sexuales, es más, el dolor de los puntos me lo recordaba a cada segundo.

_ Te amo. – gemí cuando sentí su entrepierna en la mía, dura cómo una roca, deseando entrar en mi interior y fundirse en mí, pero no podíamos hacerlo, no ahora. – Leonardo. – comenté. – No-no podem-mos. – dije nuevamente entre sus labios.

_ Lo sé amor, perdóname. – mencionó él acercándose suavemente a mí. – Me vuelves completamente loco.

_ Ya podré ser tuya nuevamente. – susurré en su oreja, él sonrió y me apegó a él, ambos nos quedamos viéndonos el uno con el otro.

Nos recostamos en la cama, antes vimos a nuestros niños por última vez en sus cunas compartidas, quedaron a mi lado para que me fuera fácil levantarme en caso de que alguno llorara, Leonardo me abrazó fuertemente y me susurró que me amaba, cómo me encantaba sentirme así a su lado, lo amaba demasiado.

_ También te amo. – susurré dándome vuelta para besarlo. Nos volvimos a acomodar y tratamos de dormirnos, yo lo hice enseguida, hasta que los niños despertaron, tenían hambre, a lo lejos vi a Leonardo tratando de prepararles el biberón, sonreí con aquella escena y me levanté de la cama con cuidado para ser de utilidad.

Un año después.

Caos, mucho caos en toda la casa, dos niños, requieren el doble de cosas, aún más cuando tenemos que comprar para niño y niña, nuestra casa se había vuelto muy pequeña a pesar de que contaba con muchas habitaciones, se nos había convertido en una cosa poco funcional, así qué, en lugar de invertir en otra, Leonardo y yo habíamos decidido remodelarla y hacer de ella un lugar más funcional y espacioso.

Nos quedaríamos cerca de dos o tres meses en la casa de los padres de Leonardo, ellos estaban completamente felices con la idea, amaban a sus nietos con el corazón.

Por otra parte, estoy más que segura de que quiero estar aquí, con mis hijos, con Leonardo, disfrutando de la hermosa familia que tenemos, de lo lindo que se siente ver sonreír al hombre de mi vida con nuestros pequeños.

_ Hola amor, ¿Irás a la universidad? – me preguntó Leonardo, claro que tenía que ir, tenía que suspender mi matricula, he descubierto que me gusta mucho escribir y me gustaría hacer cursos acerca de eso, además estudiaré online por las noches, cuando los niños duerman, así me preocupo más de que todo marche bien, cada quién con su propio ritmo, ¿No?

_ Si amor, no te preocupes que tus padres vendrán a ayudarte con los niños. – mencioné sonriendo y sentándome en sus piernas, al principio dudé en hacerlo, porque aún no recuperaba completamente el peso que tenía antes del embarazo, pero bueno… a Leonardo no parecía molestarle mi físico en lo absoluto.

_ Si puedo con ese par. – mencionó Leonardo, pero ambos sabemos que no, apenas Luis le sonríe cae rendido a sus pies y ni que hablar de Lucía, es la niña de sus ojos. - ¿Te he dicho lo hermosa que eres? – agregó besando mi cuello que estaba perfectamente a su alcance.

_ A quien engañas, Leonardo. Esos pequeños te doblegan mucho mejor que yo. – dije sonriendo y besando sus labios, él me hizo salirme de encima de sus piernas, pensé que saldría en busca de los pequeños, ahora que caminan hemos instalado pequeñas puertas para que no salgan al patio solos o a la calle o que no suban escaleras, ese tipo de cosas.




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