Se incorporó nuevamente entre mis piernas y uniendo nuestros labios entró en mí, a veces, aún dolía.
_ Me duele. – susurré gimiendo. Era una sensación dolorosa, pero a la vez completamente placentera, me encanta sentirme tan suya, pero me incomodaba un poco sentir el dolor.
_ Relájate. – mencionó besando mi cuello, solo me dejé llevar por las sensaciones y el amor que estaba sintiendo, que ambos sentíamos. Sus embestidas comenzaron a ser mas certeras, provocando que los gemidos salieran de mi sin esperármelo, sus besos trataban de apaciguarlos, pero era casi imposible, mis uñas enterrándose en su espalda provocaban qué el también gruñera, me encantaba oírlo.
_ Quiero arriba. – susurré besando sus labios y mordiendo la parte inferior de ellos.
Comenzó a penetrarme fuertemente provocando que mi orgasmo estuviera a punto de presentarse, pero segundos antes salió de mi interior sonriendo, no era justo que me hiciera eso, se acomodó para que me sentará sobre él, me encantaba hacerlo, porque podía ver su cara de excitación y lujuria desde donde estaba.
_ Te amo. – gruñó, sonreí y llevé sus manos a mis senos donde los apretó y pellizcó mis pezones, provocando que gimiera junto a él. Mis movimientos cada vez eran más rápidos, su rostro me decía que estaba a punto de llegar al clímax, igual que yo, pero quería hacer lo mismo que él había hecho hace unos minutos, pero leyó mi mente y sujetó mis caderas, marcando el ritmo que quería y que estaba a punto de desatar mi locura.
_ Te amo más, Leonardo. – susurré segundos antes de caer rendida en su pecho, él me abrazó y comenzó a hacer cariño en mi cabello, provocando que me durmiera casi enseguida, mi cuerpo desnudo rozaba el suyo y me encantaba… al principio esperaba a que se durmiera para poder vestirme nuevamente, porque no me sentía nada a gusto con mi cuerpo, pero él me ha demostrado que sigue amándome como soy.
A la mañana siguiente, estiré mi brazo en busca del hombre que tanto amaba y el dueño de cada uno de mis suspiros, pero no se encontraba en la cama, me levanté en busca de los niños, pero tampoco estaban, ¿Qué había pasado? Siempre que Leonardo decide salir a pasear con ellos también los acompaño, de hecho, no tomamos ninguna decisión sin preguntar al otro.
Primero me puse el pijama y fui al baño a darme una rápida ducha, me vestí, desenredé mi cabello y salí encontrándome con mis pequeños y mi maravilloso hombre, con una torta gigante que decía “Feliz cumpleaños”, ¡Ni siquiera recordaba mi propio cumpleaños!
Me acerqué a ellos sonriendo, abrazando y besando a mis niños y deteniéndome frente a Leonardo, mi amor por él crecía día a día, era un hombre mucho más que maravilloso. Dejó el pastel encima de la mesita que teníamos en la habitación y me tomó en sus brazos sonriendo, lo besé, con tantas ganas, con tanta pasión y sobre todo con mucho amor.
_ Nunca olvidaría una fecha tan importante para ti mi amor. – mencionó Leonardo sonriendo cuando finalizamos nuestro beso, ¿Cómo era posible que este hombre me hiciera sentir de esta manera? ¿Será el único hombre en la tierra que se comporta de esta manera?
_ Hasta yo misma lo olvidé, Leonardo, no tenías para que hacer todo esto. – susurré sonriendo.
_ ¿Y perderme esa mirada de sorpresa y felicidad en tus ojos? Jamás. – mencionó sonriendo y volviendo a besarme, me apegó contra su cuerpo y pude sentir la erección en su pantalón.
_ Creo que es muy temprano para eso. – susurré acercándome a su oído, sabía cuanto le provocaba, pero en este punto de nuestra relación no me importaba nada, supongo que de estas pequeñas cosas se mantiene una pareja, sobre todo después de ser padres, más de mellizos.
_ Nunca es muy temprano o tarde para hacerte mía. – mencionó aprisionándome con sus brazos y recorriendo con sus labios mi cuello.
_ Los niños están aquí. – susurré entre gemidos, la excitación que ya estaba provocando en mí me estaba haciendo perder la cordura. – Leonardo. – gemí nuevamente.
_ No vuelvas a jugar con fuego, Camila. Ambos sabemos que terminaremos encendiendo la llama. – susurró besándome y terminó mordiendo mi labio inferior de una manera que hizo estremecer todo mi cuerpo.
Los niños comenzaron a jugar entre el poco espacio que había en nuestros cuerpos y el resto de la habitación, así que decidimos bajar a la sala para poder desayunar en familia y comenzar con nuestras labores.
_ ¡Amor ya es tarde! – me preocupé, aunque seguramente, Leonardo ya tenía todo planificado para este día.
_ He pedido el día libre, Camila, no te preocupes. – mencionó tomándome el brazo y jalándome, sin hacerme daño alguno, para que me sentara en sus piernas. – Mis padres y tu familia están por llegar, amor. – mencionó besando mi cuello provocando que me estremeciera.
Sus manos comenzaron a rozar mis piernas provocando que la humedad en mi entrepierna fuera en aumento, los niños habían salido corriendo hace un rato, estábamos solos en la cocina, con nuestros cuerpos pidiendo a gritos ser devorados por el otro. La tensión entre nosotros era demasiada y teníamos que acabar con ella.
_ No aguanto el no poder tenerte, Camila. – mencionó sonriendo y besándome apasionadamente, me subió encima de la isla, bajó mi pantalón y mi ropa interior y coló sus labios en mi entrepierna, dejándome gozar de lo que estaba haciendo.
Editado: 05.06.2022