Lo que nunca me esperé

Capítulo 38

Y es que no había mejor mezcla que el hacer el amor con el hombre de tu vida, un día por la mañana, en tu cumpleaños, sintiéndote completamente amada y, sobre todo, deseada.

_ Hola. – saludamos ambos a los padres de Leonardo, subí a darme una nueva ducha rápida y a cambiar mi ropa, cuando salí de la habitación me estaba esperando la madre del hombre que tanto amaba.

_ Hija, ¿Cómo estás? – preguntó ella sonriéndome cálidamente cómo siempre lo ha hecho, sonreí y me acerqué a ella para abrazarla, ella ha sido la madre amorosa y comprensiva que nunca tuve.

_ Bien gracias. – dije y sonreí en su pecho, su abrazo se sentía tan maternal, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mis mejillas, me hizo levantar para verla nuevamente.

_ No llores querida, quería darte esto como regalo. – mencionó sonriendo y entregándome un colgante. – Me lo dio mi madre, y a ella se lo ha regalado mi abuela, y como sabes, nunca tuve una hija, hasta que te conocí, desde ese momento supe que Leo había escogido bien a la mujer con la que quería compartir su vida. – mencionó ella. – Eres la hija que nunca tuve, Camila. – agregó.

_ Usted también es cómo una madre para mí. – respondí sonriendo y volviendo a abrazarla, ella me hizo sentarme para colocarme el bello colgante que me había regalado.

En ese momento entró Lucía.

_ Hola pequeña. – dijo la madre de Leonardo sonriendo y tomando en sus brazos a la pequeña. – Eres hermosa. – agregó.

Las tres salimos de la habitación y bajamos junto a Leo y a su padre, supongo que ya solo faltaban mis padres y el resto de mi familia para que estuviéramos completos.

Ya habíamos estado esperando cómo dos horas, se supone que llegarían por la mañana, los niños esperaban a su abuelo, solo mi padre nos venía a ver más seguido, mi madre y mis hermanas se habían desaparecido, ¿Tanto me odiaban? ¿Por qué me odiaban? Supongo que por eso se demoraban, seguramente solo es mi padre quien llegará.

El teléfono de Leonardo comenzó a sonar y luego salió rápidamente para abrir la puerta, mi padre ingresó y mis hijos salieron corriendo en su búsqueda. Detrás de él aparecieron mi madre y mis hermanas, para mi sorpresa inmediatamente me di cuenta de qué Antonella estaba embarazada, quien sabe de cuanto, pero su barriga era evidente.

Leonardo entró cerrando la puerta, sonreí yendo hasta donde él y besándolo en los labios, él por su parte, me tomó en sus brazos y me besó tiernamente.

_ Ya estamos todos aquí. – dijo Leo bajándome de sus brazos, pero manteniéndome a su lado entrelazando nuestras manos. – Que mejor motivo para reunir a la familia que el cumpleaños de la mujer de mi vida. – mencionó, me quedé viendo la reacción de Antonella, parecía tirar humo por sus orejas. – Podemos ir al patio, allá celebraremos, más tarde llegará mi hermano con los niños y su mujer. – agregó Leo.

Fui a abrazar a mi padre, siempre lo extraño, pero mi vida está al lado del hombre que amo y qué, además, es el padre de mis hijos.

_ ¿Cómo has estado hija? – preguntó mi padre.

_ ¿Cómo crees que estoy padre? Leonardo hace cada cosa para hacerme feliz, es el hombre con el que siempre soñé y de verdad espero hacerlo feliz también. – mencioné sonriendo y besando la frente de mi padre.

_ Es más que claro el amor que se tienen, hija. Los pequeños ya caminan, me imagino que son un torbellino. – mencionó tratando de decirme algo, pero no era capaz de hacerlo.

_ Sí, quisieras verlos. – mencioné sonriendo. – Me he salido de la universidad para pasar más tiempo con ellos, claro que me inscribiré en una online. – le comenté. - ¿qué pasó con Antonella? Digo, ella está embarazada…

_ Sí, pero ni siquiera sabe quien es el padre de la criatura, no supe como criar a mi hija y mira en como resultó, se transformó en una prostituta. – sus palabras fuertes me perturbaron, ¿Será que pensó lo mismo de mí cuando se enteró de mi relación con Leonardo? ¿O de mi primer embarazo?

_ Disculpa, papá… - mencioné. – Si te refieres así a Antonella supongo que pensaste igual de mí. – agregué.

_ No, hija. Leonardo se enfrentó a mí y me comentó todo lo que habían vivido, desde el minuto uno en que lo conocí me dejó en claro lo mucho que te amaba, estaban destinados a estar juntos, en cambio, Antonella se metió con el primero que se le cruzó y ella misma así lo dice. – agregó.

_ ¿Qué pasará con el niño? – pregunté. – Digo, si no es mucha la molestia preguntar.

_ Lo dará en adopción una vez lo tenga. – mencionó desganado. – Ni siquiera es capaz de cuidar de su propia sangre, es una mujer sin corazón. – agregó.

_ Hablaré con Leonardo, tal vez le ofreceremos un poco de ayuda. – mencioné sonriendo y tratando de subirle el ánimo a papá.

Saludé a mi madre y a mis hermanas, claro que no estaba segura de acércame mucho a Antonella después de todo lo que habíamos vivido, pero de igual forma lo hice.

_ Te puedo regalar la ropa pequeña de alguno de los mellizos para que no tengas que comprarla. – mencioné sonriendo y tratando de generar algún tipo de lazo entre nosotras, uno que nunca existió.

_ No me lo quedaré. – mencionó enseguida. – ¿Además tienes tanto dinero y me regalarías la ropa usada de tus hijos? ¿O es que solo tu mereces lo mejor? – agregó despreciándome enseguida.




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