Lo que nunca me esperé

Capítulo 39

Mi padre y mi suegro quisieron encargarse de la parrilla, todo pintaba salir bien hoy.

Leonardo fue con la niña a abrir la puerta, mi cuñado y su familia ya habían llegado y al fin estábamos todos para celebrar en familia.

Los hijos de Leandro estaban acostumbrados a meterse a la piscina, cosa que me molestaba porque Luis y Lucía se ponían muy inquietos por querer hacer lo mismo que ellos.

_ Iremos por los trajes de baño. – le dije a mi suegra y a mi madre. – Les echan un ojo a los pequeños.

Ambas asintieron, Leonardo y yo subimos rápidamente a la habitación, nos pusimos nuestros trajes de baño, obviamente no me iba a colocar la parte de abajo del bikini, pero sí un short y para arriba la parte del bikini y una blusa que no trasluciera y que fuera más o menos recatada, pero que siguiera pareciendo traje de baño.

Me quedé viendo en el espejo un momento, me veía bien, había pasado por un embarazo de mellizos y me veía mucho más que bien, o al menos eso pensaba.

_ Te haría el amor aquí mismo. – mencionó Leonardo sonriendo.

_ Hazlo. – dije entre sus labios. – Pero ahora tú serás mío. – sonreí y lo besé con esas ganas y ese deseo que solo nuestros cuerpos provocan. Mi short voló quien sabe dónde, el suyo también, me subí encima de él, provocando que la primera embestida fuera con ese toque de dolor y placer, sentí cómo toda mi entrepierna comenzó a humedecerse dando paso a que fuera mucho más fácil poder moverme encima de él.

_ Te amo. – susurró presionando mis senos cosa que me encantaba luego se trató de incorporar para devorar y mordisquear aquella parte sensible de mi cuerpo, gemí echando mi cabeza hasta atrás, estaba a punto de llegar a mi preciado orgasmo…

_ Te amo más. – respondió entre gruñidos una vez comencé a moverme más rápido, sabía lo mucho que le encantaba, puse sus manos en mi cintura, sentí cómo me sujetaba con firmeza, estaba en las mimas condiciones que yo, delirando hacía nuestro orgasmo.

Me sacó de encima de él solo para volver a colarse entre mis piernas.

_ También quiero tener el control. – mencionó sonriendo con aquella sonrisa que me enamora, que me vuelve completamente loca. Sus penetraciones cada vez eran más fuertes, más rápidas, tenía que cubrir mi boca para que no nos escucharan, mi cuerpo y mi corazón eran solo suyos.

_ No quiero que me dejes, Leonardo, nunca. – mencioné sonriendo y besando su pecho una vez ambos estábamos recostados en la cama.

_ No tengo planeado hacerlo, por ti iría hasta el fin del mundo, Camila. – mencionó sonriendo. No podía creer que este hombre fuera real, pero era cierto, y, además, me amaba.

_ Eres mi único gran amor, el que quiero para toda la vida. – mencioné sonriendo y besando sus labios, él respondió inmediatamente a mi beso y sonrió diciéndome exactamente lo mismo.

Después de algunos minutos, decidimos bajar nuevamente, creo que los niños tenían como locas a sus dos abuelas, mientras que los abuelos se dedicaban a conversar de negocios y de qué sabe que cosas más.

Los niños se acercaron a nosotros y juntos nos metimos a la piscina, me encantaba pasar tiempo juntos, que todos disfrutásemos en familia.

Leandro y su señora también se nos unieron, pronto Julieta, mi hermana pequeña, también lo hizo, le indiqué donde podía encontrar ropa para colocarse, que más o menos le quedara.

Me encantaba compartir con las personas que consideraba familia, cuando ya los niños comenzaron a cansarse, junto a Leonardo los sacamos y les dimos una ducha tibia, no queríamos correr el riesgo de que se enfermasen, toda nuestra vida era tan perfecta, que no podía pedir nada más.

Los vestimos y terminaron durmiéndose en nuestros brazos, los dejamos acostados en sus cunas que estaban en el primer piso, y ayudamos a entrar las cosas del patio para la casa, no me gustaba dejar mucho tiempo a los niños solos dentro de la casa, menos ahora que caminan, los he pillado trepándose en muchos lugares diferente.

_ Quiero casarme contigo. – susurró Leonardo cerca de mi oreja, supongo que lo que le hacía decir aquellas cosas era todo el alcohol que tenía en el sistema.

_ Silencio amor, no digas esas cosas que me sonrojas. – respondí sonriendo y besando su frente. No creía que fuera algo en verdad.

_ No estoy jugando Camila, quiero casarte conmigo, verte entrar al altar de blanco, con nuestros hijos a cada lado y que nuestra unión por fin sea real, ante dios y ante la ley. – mencionó, no sé porque me estaba diciendo esto ahora.

Se levantó del sillón donde nos encontrábamos y en el patio de la casa comenzó a escucharse música, ¿Qué significaba todo esto? Todos en la habitación salieron, mi corazón comenzó a latir fuertemente, no tenía idea de qué era todo esto, ¿Planeó todo este día?

_ ¿Qué es todo esto? – pregunté con lágrimas en los ojos cuando me di cuenta que Leonardo tenía una pequeña cajita en sus manos, esto no era posible, ¿Verdad?

_ Te lo dije, amor. ¿Quieres casarte conmigo y compartir juntos el resto de nuestras vidas? – preguntó sonriendo Leonardo, de mis ojos comenzaron a caer lágrimas, supuse que esto pasaría algún día, pero no así, no ahora, me sentía dentro de una película, dentro de un cuento de hadas…




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