_ Y yo a ti Camila, mi corazón late únicamente por ti, por tu amor, sin ti estaría completamente perdido. – mencioné tomándola entre mis brazos, sus piernas entrelazaron mi cintura provocando que el roce de nuestras entrepiernas provocara esa tensión que terminaría en deseo, ese deseo desenfrenado de querer poseer nuestros cuerpos.
_ Hazme el amor. – susurró entre mis labios, mi miembro rápidamente comenzó a endurecerse, sentía el impulso de hacerla mía ya, pero después de muchos días sin tener su cuerpo desnudo junto al mío, deseaba recorrer lentamente cada centímetro de su piel.
_ Lo que desees, amor mío. – mencioné sonriendo y acercando mis labios a los suyos para devorarlos, me encantaban, los quería, los deseaba.
La dejé sutilmente sobre la cama, bajé su pantalón y su ropa interior, sus mejillas se enrojecieron y sonrió.
_ ¿Qué sucede? – pregunté sonriendo mientras acariciaba y besaba sus piernas. – Me di cuenta de que tus mejillas enrojecieron. – agregué sonriendo.
_ Parece cómo si fuera la primera vez. – mencionó sonriendo y besando mis labios con la misma ternura de siempre, no podía no amarla, era mi sueño hecho real y yo quería ser ese hombre dueño de sus sueños.
_ Te amo. – susurré metiendo mi cabeza entre sus piernas, quería que sintiera todo el placer que tenía para otorgarla, sus manos se entrelazaron a mis cabellos, su cuerpo se movía y estremecía por el placer que le estaba brindando, a este ritmo, pronto terminaría con su orgasmo, pero quería que sintiera mucho más que esto.
Me levanté dejando un camino de besos desde su intimidad hasta su cuello, besando cada centímetro de su piel, deseándola, queriendo detener el tiempo hasta que quedase grabado en mi mente cada lunar de su piel, aunque ya lo había hecho, podría hacerle el amor con los ojos vendados.
Entré en su interior provocando sus gemidos, esos que son melodías para mis oídos, besé sus labios de una manera tierna, acariciando cada parte de su cuerpo mientras mis embestidas iban en aumento.
_ Eres mía, Camila, siempre lo serás. – susurré en su oído, introduje la punta de mi dedo en su boca, ella respondió pasando su lengua por él, cosa que me hizo calentar mucho más.
_ Sabes que así será, Leonardo. – susurró ella entre gemidos, cómo me encantaba escucharla en ese estado, dándome cuenta de qué la complacía cómo ella deseaba. – Quiero más fuerte. – pidió ella, no me sorprendía en lo absoluto, durante toda nuestra relación hemos sido capaces de superar nuestros propios límites, de complacernos a los extremos de perder la cordura por completo.
_ Te amo, no tienes idea de cuanto te amo. – mencioné apenas ella recostó su cabeza en mi pecho, si había algo que me gustaba más en estos momentos, que hacerla mía, era sentir su cuerpo desnudo, su corazón latiendo aceleradamente y su cabezo contra mi pecho.
_ Sabes que siempre te amaré más, amado mío. – mencionó ella besando tiernamente mis labios. Sonreí, y sí, nunca cambiaría esto, cada día estaba más seguro de ello, amaba a Camila, cada parte de mi cuerpo reclamaba por ella, no pensaría en dejarla, nunca.
_ Ven, descansemos. – mencioné haciendo que mi brazo pasara por debajo de su cabeza que se volteara dándome la espalda, sabía cuanto le encantaba que durmiéramos así y si fuera por mí, la complacería cada noche.
_ Me encanta sentir tus brazos rodeándome, me siento protegida entre ellos. – mencionó pegando su cuerpo al mío y abrazándose a mí. – El calor que tu cuerpo me brinda es lo único que necesito. – agregó.
_ Siempre lo tendrás, mi adorada y bella Camila. – mencioné sonriendo y besando su nuca.
_ Eres y serás siempre el amor de mi vida. – mencionó ella sonriendo y besando mis manos, sin duda este era el lugar donde quería estar, la mujer con la que deseaba pasar mis días.
_ Y tú el mío, gracias por darme tanta felicidad. – respondí acurrucando mi cabeza en su cuello, su piel se erizó apenas sintió mi respiración, aunque no lo dijo, lo pude sentir.
Pasaron los minutos y sentí su respiración más profunda, se había dormido, la abracé más fuerte, sonreí y me quedé dormido deleitándome con el dulce aroma de su cabello y que esta mujer me enloquece en todos los sentidos.
Día de la boda.
Camila Sáez
Estaba arreglando a los pequeños desde temprano, sabía que no les duraría mucho, así que decidimos jugar un juego, ellos estarían tranquilos, mientras qué la ceremonia terminaba, Leonardo se había ido temprano junto a su padre, pues no podía verme con el vestido puesto.
_ Te ves hermosa, hija. – mencionó la madre de Leonardo, sonreí y la abracé, siempre quise que mi madre me acompañara en este momento, pero ella se había ido a la iglesia desde temprano.
_ Creo que me falta esto. – mencioné entregándole el colgante para que me ayudara a colocarlo en mi cuello.
_ Mi niña, nunca tendré las palabras suficientes para agradecer todo lo que haz hecho por Leonardo, y por darme a estos nietos tan hermosos. – mencionó ella sonriendo, no aguanté las ganas y me abalancé a sus brazos, una lágrima cayó por mi mejilla mientras sus brazos correspondían a los míos.
_ Gracias por aceptarme desde un inicio. – mencioné. – Gracias por estar conmigo cómo una madre, como una suegra, y, sobre todo, cómo una amiga. – terminé de decir, vi cómo una lágrima también caía por su mejilla, ambas sonreímos. – Será mejor que se lleve a estos niños, si no terminarán estropeándose la ropa. – agregué.
Editado: 05.06.2022