Meses después.
Camila ya estaba junto a Leonardo y sus hijos, las cosas con Ana habían salido mucho mejor de lo planeado, es más, estaba completamente seguro de que no tendríamos problemas con ello, ni siquiera con mi padre, que al final, terminó entendiendo qué aquella mujer solo estaba con él por su poder.
Me encontraba bastante inquieto, pues ese mismo día le confesé a Camila lo que sentía, de solo recordarlo se me revuelve el estómago.
“No podía con mis nervios, ella se había quedado para ayudarme, claro que, junto a Leonardo, había tratado de no hacerme falsas esperanzas, pero, ¿Por qué lo haría?
_ Camila, ¿Puedo hablar contigo un momento? – mencioné sonriendo tímidamente, nunca me imaginé sentirme de esta manera, después de todo yo era el gran Salvatore - Cipriani, nunca nadie había logrado colarse tan profundamente en mi sistema.
_ Claro. – respondió ella sonriendo, besando a Leonardo en los labios, y dirigiéndose hasta mí. – Dime, ¿Qué sucede? – preguntó ella con aquel brillo de sus ojos tan característico, estaba feliz y no quisiera arruinar su felicidad. – Le había comentado a Leonardo que podrías venir a comer de vez en cuando con nosotros, de debo mucho, Salvatore. – mencionó ella.
_ Camila. – suspiré. – No sé si lo que diré será lo correcto, pero es la verdad, lo que siento… lo que tú provocas en mí. No creí ser una buena persona, pero gracias a ti me he dado cuenta de que sí. – agregué. – Yo… en este tiempo que has estado conmigo… bueno, yo…
_ Salvatore yo… - interrumpí de inmediato.
_ Déjame decirlo, Camila, si no lo hago seré un cobarde de mierda y no quiero serlo. – mencioné. – Tú, no sé cómo pasó, pero te fuiste colando en mi corazón, en mi ser y no me di cuenta hasta que fue imposible retractarme de lo que sentía, por dios Camila, sé que lo nuestro es imposible, sé que amas a Leonardo y que yo solo soy otro delincuente más. – mencioné sonriendo, una sonrisa triste, solo quería que este tormento terminara, pero ella no dijo nada.
_ Salvatore, no te considero un delincuente más, para mí ya eres familia, me has ayudado más de lo que esperaba, por ti hoy puedo estar con Leonardo y con mis hijos. – mencionó ella. – Ese hombre del que hablas ahora, ese siempre has sido tú, solo que no te habías dado el tiempo de verlo antes. – agregó. – Estoy segura de que ese corazón tuyo no merece mi desplante y de qué no soy tu amor verdadero. – agregó nuevamente. – Tal vez existe una mujer, de la que no te has dado cuenta, que muere por hacerte feliz. – terminó de decir.
_ Perdón Camila, tenía que decirte lo que sentía mi corazón para estar tranquilo conmigo mismo. – mencioné sonriendo. – Entiendo que tu corazón le pertenezca a otro hombre, seguiré tu consejo, veré más allá de mi nariz, espero que podamos vernos pronto, pero después de esta confesión, tal vez no quieras volver a verme.
_ Seguro que sí, Salvatore. – mencionó ella sonriendo. – Cómo te dije, eres parte de la familia ahora. – agregó.”
Aún después de sus palabras era difícil ir a cada reunión a las que me invitaba, en parte, porque sabía que a Leonardo le era una situación incómoda.
Por otra parte, Camila tenía razón, me estaba negando a la posibilidad de ser feliz con alguien que no fuera ella, había conocido a una chica de lo más hermosa, su nombre, Evangeline, un nombre muy poco común, creo que nunca lo había escuchado, pero me encanta, es la mujer que me complementa a la perfección.
Mi teléfono sonó, la mujer a mi lado comenzó a despertarse, no deseaba hacerlo, así que salí de la habitación para contestar la llamada.
_ Aló. – dije.
_ Hola, Salvatore. – era la voz de Leonardo. – Antes de que cuelgues, quiero hacerte la invitación a comer a mi casa, hoy. – mencionó nuevamente. Hace meses que las rechazo, solo por cobardía, es más, siempre me invitaba Camila, me sorprende que Leonardo lo haga esta vez, pensé que me veía cómo un rival, pero no era así.
_ Lo pensaré. – mencioné.
_ A Camila le agradaría tenerte con nosotros, recuerda que ya eres parte de la familia. – mencionó él. – Y es mi manera para agradecerte por todo lo que hiciste por nosotros. – agregó.
_ Está bien, ¿Puedo llevar compañía? – mencioné cuando vi a Evangeline saliendo de la habitación con su sonrisa que me llena el alma.
_ Claro que sí. – mencionó dando una pequeña risa. – Ahora te dejo, iré a preparar el desayuno para la familia, ya sabrás lo que eso significa. – agregó.
_ Está bien, nos vemos. – mencioné sonriendo.
No podía creer que volvería a ver a la mujer que despertó esta parte de mí que nunca pensé tener, ¿Qué pasaría? Llevaría a Evangeline conmigo, pero no quería que se sintiera incómoda si algo pasaba.
_ ¿Quieres que me vaya? – mencionó la mujer a mi lado. Negué con mi cabeza y sonreí levantándome para ir donde ella.
_ No, no quiero que te vayas, quiero que me acompañes. – mencioné sonriendo y besando sus labios. – Creo que debemos ir a hacer unas compras al supermercado. – mencioné nuevamente, probablemente si nos quedábamos más tiempo en casa terminaría haciéndola mía, y pues, no quería hacerle un desaire a Camila nuevamente.
_ Sí, tenemos que hacerlo. – mencionó sonriendo y acercándose a besar mis labios con aquella ternura que también le caracterizaba, no podía creer lo que estaba viviendo. – Salvatore, hay algo de lo que debemos hablar y no sé si esté bien que lo diga ahora, porque sé que no lo esperabas y yo menos. – agregó nuevamente.
Editado: 05.06.2022