Lo que todo gato quiere

Capítulo 14

—Tu nombre —dijo Callahan con el bolígrafo sobre el portapapeles, a la espera de que el chico gay le diera su nombre. Era un procedimiento de rutina para inscribir formalmente al equipo en el torneo final.

—Charles Hensley —dijo con una mueca y su voz de falsete para sonar más «femenino»—, pero todos me dicen Connie.

Al entrenador le dio un escalofrío y arrugó la cara en un gesto contrito.

Le hizo una señal a Ginger para que se acercara con los uniformes y Connie escogiera el suyo. Apenas si podía ver por encima de ellos.

—Agh, ¿siempre es así de amargado? —murmuró Charles cuando el entrenador se apartó.

—Sí, a veces pienso que es porque no se ha casado aún.

Charles soltó un resoplido desdeñoso.

—Ay, linda, cómo se va a casar si ya está con un pie en la tumba. Espero que este uniforme no me haga ver gordo.

«No, te va hacer ver como un hombre» pensó Ginger, pero no se atrevió a decírselo.

—Nombre —Callahan se dirigía esta vez al chico hippie.

—Hermano —dijo con su perezosa voz de hippie—, mi nombre está prohibido por la ley —hizo mímica de rapero con las manos.

—Me importa un comino si es tan prohibido como que te llames Voldemort. ¡Nombre!

—Ooooh, tranquis-potranquis —se aclaró la garganta— Frederick August Von Hudson…Tercero, pero llámame Dizzy, hermano, todo Marte lo hace.

—No soy tu hermano —dijo entre dientes y luego gritó a Ginger— ¡Uniformes!

—Todos somos hermanos, hermano ¿Verdad, hermana? —se dirigió a Ginger y ella le sonrió dulcemente ofreciéndole una bolsa con el uniforme— Vaya, pero qué disfraz tan radical, hermanos —dijo alargando el «radical»—. Esto sí es ser finos. Miren, hasta trae un camaroncito en el escudo.

—Es un escorpión, idiota —masculló Magda desde atrás. Otra vez llegaba tarde.

El moretón que ennegrecía su ojo se había convertido en una mancha amarillenta casi oculta en su oscura piel. Y ni siquiera miró a Ginger, se sentía evadida deliberadamente. Sebastian lanzó una mirada a Ginger, luego a Magda y de regreso a Ginger, esbozando con una sonrisa consoladora.

Callahan terminó de anotar los nombres e hizo sonar su silbato junto al oído de Sebastian, que hizo una mueca de dolor.

—¡Al piso todos! ¡Quiero cien abdominales y al que no le parezca —se dirigió a Charles (alias Connie), Edmund y Dizzy— yo personalmente patearé testículos y luego correrán un kilómetro! Manos a la obra.

Silbatazo.

Todo el mundo se tumbó sobre su espalda, Sebastian, Magda, Brandon y el resto de los jugadores con rapidez, agresividad y sin que les importase el lodo. Dizzy acarició la tierra y le pidió perdón antes de tumbarse. Edmund hizo una mueca de dolor y Charles (alias Connie) vaciló antes de ensuciar sus pantalones Armani.

—Vamos, quiero oírlos contar —silbatazo.

—¡Uno! —exclamaron todos al unísono, con voz potente y masculina al flexionar su abdomen— ¡Dos! —silbatazo— ¡Tres! —silbatazo.

 

***

 

—¡Veinte! —silbatazo

La mayoría comenzaba a hacer muecas de dolor y soltar gruñidos. El pobre Edmund no llegó a la veinte porque, antes de completar la flexión, perdió fuerzas y cayó hacia atrás jadeante y con el pelo pegado a la cara con su sudor.

—¡Edmund, un kilómetro! —silbatazo.

Al término de los cien abdominales, más de la mitad del equipo acabó corriendo diez kilómetros. El campo era un caldo de sudor, jadeos, gruñidos y caras crispadas por el excesivo esfuerzo. Todos estaban tumbados y desperdigados por el suelo, tratando de recuperar aire cuando el silbato volvió a pitar.

—¡A los trineos!

Los trineos eran unas máquinas de entrenamiento muy pesadas, que consistían en una estructura metálica con una especie de almohadilla sintética por delante la cual tenían que golpear con su costado, empleando toda la fuerza posible para que el trineo cediera hacia atrás.

Cada uno se colocó por delante de un trineo y cuando el entrenador dio el silbatazo, salieron corriendo a la carrera, impactándose contra la almohadilla.

—Muévanse, muévanse —ladró el entrenador a un lado de ellos mientras daba palmadas—. Enséñenme poder. Rápido, más rápido. Quiero ver fuerza. ¡Empujen con poder!

¡Dios! Sebastian solo quería que se callara e hiciera todo lo que los obligaba a hacer.

Apretó la mandíbula, soltó un gruñido y empujó con el hombro. Esa maldita cosa pesaba horrores.

Miró a su derecha… Magda empujaba su trineo como si fuera un carrito de súper.

—¡Así se hace! Eso es poder, de eso estoy hablando. ¡Miren eso maricas! —les instó Callahan.

Magda llegó jadeante a la línea de anotación antes que nadie y miró atrás: Sebastian y Brandon estaban compitiendo como siempre, mientras que el resto hacía su mejor esfuerzo y Edmund no había empujado el trineo ni la mitad de un milímetro.

—¡Edmund, otro kilómetro! —silbatazo.

Mientras tanto, Ginger se encontraba en las gradas, gritando ánimos mentales a Sebastian y mirando por el rabillo del ojo el entrenamiento de las porristas. Keyra estaba siendo izada en las manos de un chico porrista que tenía unos brazos impresionantes, mientras que ella hacía gestos y lanzaba besos para después dejarse caer en los brazos del chico con una limpia voltereta. Santo Dios.

Cuando regresó la vista a los chicos (que no se estaban divirtiendo nada) Callahan los había formado en columnas y los estaba haciendo marchar con rapidez en sus lugares.

—¡Levanten bien esas piernas!

—Entrenador —se quejó Charles—, me duele mi rodilla.

—¿Tu rodilla dices? Quítate esa venda de marica que tienes. Esa ya no es tú rodilla, ahora le pertenece a los Escorpiones de Dancey High —silbatazo— ¡Pecho tierra, todos! —se lanzaron al suelo al unísono en un quejido colectivo— ¡De rodillas! —silbatazo— ¡Marchando! —silbatazo— ¡Pecho tierra! —silbatazo— ¡Edmund, un kilómetro!

Los hizo repetir lo mismo al menos veinte veces; algunos se fueron pecho tierra y ya no pudieron levantarse.



#38679 en Novela romántica
#25030 en Otros
#3666 en Humor

En el texto hay: comedia romantica, amistad, adolescentes

Editado: 03.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.