Lo que tú no pudiste cumplir

Capítulo 3

ELLIE

—Hija, ¿qué te parece este? —dice mi madre—. Es un color muy bonito.

—Claro, para una niña de seis años. Ya sabes que prefiero algo más oscuro y menos llamativo —digo.

—¿Qué te parece este, Ellie? —Fran me muestra una mochila de un color amarillo chillón—. Seguro no llamas la atención.

—Siempre tan gracioso, Fran— Mi madre me sigue mostrando mochilas de distintos colores, su color favorito es el rosado, bueno, casi todos los colores llamativos. En cambio, a mí no me gustan mucho; prefiero colores más opacos. Luego de que mi mamá me siguiera mostrando tantas mochilas de distintos tonos de rosado, llega Fran.

—¿Qué te parece esta, Ellie? —me dice y me muestra una mochila de color azul oscuro.

—Perfecto —digo—. Buen trabajo, Fran.

—Buen trabajo, amor —dice mi madre—. Ahora siguen los lápices, cuadernos, subrayadores y muchas otras cosas. Fran y yo compartimos una mirada cómplice, ya que sabemos que esto nos va a llevar todo el día. A mi madre siempre le encantaba salir de compras, y sobre todo cuando se trataba de mí.

—Hija… hija… ¿me escuchas? —Cuando dejo ese recuerdo de lado, vuelvo a la realidad. No estoy con mi madre ni con Fran, y me doy cuenta de que todos me están mirando con cara de preocupados.

—Ellie, ¿te sientes bien? Si quieres, podemos dejar la compra para otro día —dice mi papá—. ¿Dormiste bien?

—Sí, papá, estoy bien, solo que recordé algo.

—Bueno, ¿cuál mochila te gusta? —pregunta.

—La azul está bien. Luego de eso, seguimos con los lápices, el estuche, los subrayadores y otras cosas. Al terminar las compras, Susanna nos pregunta:

—¿Quieren ir a tomar un helado? —propone Susanna—. Hay una heladería a dos cuadras de aquí.

—¿Ellie, quieres ir? —pregunta mi padre. Asiento con la cabeza.

Mientras caminamos, pienso en lo que me pasó en la librería. Dios, qué vergüenza. Sé que mi padre, cuando estemos solos, me va a preguntar qué pasó, y la verdad ni yo misma tengo la respuesta.

Cuando llegamos a la heladería, nos sentamos en una mesa. La verdad es que tuvimos que juntar varias mesas para que cupiéramos todos. Luego de eso pedimos los helados, y yo, como siempre, me pedí un helado de chocolate.

—Ellie, ¿estás emocionada por tu nuevo instituto? —me pregunta Adrián, y de repente veo que todos están mirándome.

—La verdad es que estoy un poco nerviosa —digo.

—Tranquila, todo va a salir bien —me dice Susanna. Le dedico una sonrisa. Y en sí, estoy nerviosa, pero no solo un poco, estoy muy, pero muy nerviosa. La verdad no quiero que llegue mañana, con tan solo la idea de presentarme a un lugar lleno de adolescentes y lo más probable un maestro con cara de odio a todos ya me entra pánico.

—Oye, si te sientes sola mañana, puedes juntarte conmigo —oigo decir—. Por cierto, soy Jack, el hermano menor.

—Gracias —le digo—. ¿Y es muy grande el instituto?

—La verdad es que al inicio parece un laberinto y vas a llegar un poco tarde a las clases, pero luego ya te acostumbras y no te parece tan grande.

—¿Y cuándo ya no llegas tarde a las clases? —pregunto.

—Mmm, la verdad todavía llego tarde a las clases —dice—, pero no es que me pierda, solo que me quedo dormido. Bueno, te dejo, voy a salir con mis amigos. Ya sabes, si te pierdes, me buscas —y luego, sin más, se va.

Al momento que va saliendo, lo observo y veo que es alto, pero un poco más bajo que Alex. Tiene el pelo castaño claro, los mismos ojos azules oscuros y se ve que también hace ejercicio.

Aunque esos tres hermanos parecen que pasan más tiempo en el gimnasio que en su propia casa. Quizás duermen en el gimnasio.

ALEX

—¿De qué hablabas con mi hermano? —pregunto.

—¿Te importa? —me dice sin despegar la mirada de su teléfono.

—Pregunto solo por curiosidad —digo.

—Eres un poco curioso, ¿no? —dice.

—¿No me lo vas a decir? —le pregunto, con mi mejor sonrisa.

—Mmm, no, ¿por qué no se lo preguntas a tu hermano? —me dice eso y luego se va en dirección al baño.

La verdad es que Ellie no me cae para nada mal, pero creo que yo sí le caigo un poco mal. Lo único que yo quiero es que sepa que, si necesita algo, me lo puede pedir a mí. Además, la primera vez que la vi en el restaurante no la veía muy bien, y creo que ella no lo notó, pero estuve mirándola todo el rato de la cena. Me fijé en que su pelo es café oscuro, un poco ondulado, sus ojos eran de un color café claro y tenía unas cuantas pecas. Debía de medir 1.70 o algo así.

Luego de que Ellie se fuera al baño, mi padre pidió la cuenta y mientras esperábamos,yo estaba en mi teléfono , y mi papá y John seguían hablando de un caso clínico que John tenía bastante complicado sobre una señora que se había fracturado una pierna ya que esta se había caído desde la escalera.

Pobre señora que bueno que no murió

Después llegó Ellie y se sentó y pocos minutos después llegó el camarero con la cuenta. Esta vez mi padre invitó, ya que la anterior vez había invitado John. Luego de eso nos despedimos todos. Obvio que con Ellie solo fue un adiós a través de palabras. A veces siento que a ella no le gusta mucho el contacto físico, sobre todo con personas en las que no tiene confianza.

O también es que se enamoró de mí a primera vista, ya que con la sonrisa que le dediqué el otro día en su casa, seguro quedo loca por mí.

Que humilde que soy

Ellie

De camino al auto, veo que mi padre me mira cada dos segundos y sé que es por lo que pasó cuando estábamos comprando, y está nervioso. Digamos que con mi padre no tengo la mejor comunicación. Bueno, creo que nadie tendría una buena comunicación con su padre, que desde que tenía 10 años no lo veo, y ahora tengo 17 años. Luego de que nos subimos al auto, él empieza a hablar.




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