Lo que tú no pudiste cumplir

Capítulo 5

Alex

—Hijo, ¿cómo estás? —me preguntó mi madre—. Te vi un poco decaído en la cena.

—Solo estoy un poco cansado —mentí—, ya que hoy tuvimos fútbol.

—Bueno, descansa. Que duermas bien.

—Tú igual, mamá.

La verdad es que mi madre es una de las personas que más me conoce y sabe que me pasa algo cuando intento fingir que no. Sé que la mentira que le dije no se la creyó por nada del mundo, y que volvería a sacar el tema muy pronto.

Estos días he pensado mucho en cómo ha cambiado nuestra vida desde que se fueron mis abuelos, debido a un accidente causado por un conductor borracho. Cada noche, antes de irme a dormir, pienso en ellos, y muchas veces me da pena y rabia porque por solo una persona perdí a unas de las personas que más quería. Siempre pensé que ellos iban a estar siempre conmigo, que me felicitarían cuando terminara el instituto y me darían esos abrazos que siempre me daban. Extraño que cada domingo íbamos a comer a su casa, mi abuela preparaba el plato favorito de cada uno y con mi abuelo jugábamos al fútbol después de comer. También nos contaba historias de su juventud. Ojalá pudiera vivir esos días nuevamente. Desde que ellos se fueron, todo ha cambiado. Ahora los domingos son tristes y se han convertido en momentos para recordar momentos nostálgicos. Sé que a mi madre también le da pena aunque no lo diga. Siento que mis abuelos nos unieron más como familia, pero desde que ellos no están, nos hemos distanciado, sobre todo con mis hermanos.

Después de seguir pensando un rato sobre mis abuelos, veo la hora y son las 22:00. Bajo a por algo de comer y, al llegar, veo a mi hermano Logan. Me pregunta:

—¿Estás bien?

—Sí, ¿por qué?

—Es que hoy en la cena estuviste un poco distraído.

—Ahhh, es que tengo muchas cosas que hacer en el instituto.

—Bueno —veo que se va, pero antes de irse me dice— sabes que puedes hablar conmigo si tienes algún problema.

—Sí, lo sé, Logan —y se va para arriba.

Al momento de servirme un poco de jugo, siento que mi teléfono empieza a vibrar y veo que es de la página de Instagram sobre chismes del instituto, sobre todo de parejas que se forman o algunas confesiones. Pero veo que esta vez se trata de Ellie, y empiezo a leer la publicación que dice: “La nueva alumna Elizabeth Miller Jones, la nueva huérfana del instituto, después de que su madre haya muerto.”

Ellie

La verdad es que hoy estoy muy emocionada ya que creo que ya pasé lo peor. Al momento que mi papá me deja en la entrada del instituto, me dice que él me va a venir a buscar y le aviso que hoy salgo a las 15:00.

Al entrar, veo que un grupo de chicas se empiezan a reír, lo cual ignoro ya que puede ser solo una coincidencia. O no. Ignoro a mi conciencia y me dirijo a la clase de ciencias. Ayer Alex me mostró dónde tocaba cada clase, así que llego un poco más temprano. Al entrar, veo que todos me están mirando y algunos de ellos riéndose. Busco con la mirada a Alex, pero parece que todavía no ha llegado, así que me siento en el mismo lugar que ayer. Veo que todos me siguen mirando, pero yo solo lo ignoro.

Veo que ya es la hora de empezar ya que se acerca la profesora Julia de ciencias y también Alex, que viene directamente hacia mí, un poco más apurado de lo normal.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—Bien, ¿y tú?

—Qué bueno —responde aliviado—, estoy perfectamente.

Al momento de que la profesora empieza a pasar lista, veo que dice mi nombre y alguien del fondo grita “la huérfana” y todos se ríen. Me dan ganas de llorar y le pregunto a Alex:

—¿Qué pasó?

—¿No viste la publicación?

—¿Qué publicación? —lo digo con un nudo en la garganta.

Al instante en que me muestra la publicación, entiendo todo: por qué esas chicas se reían de mí, por qué todos me miraron cuando entré y por qué un estúpido gritó eso. Siento que empiezo a llorar y me levanto rápidamente, tomando mis cosas. Escucho a lo lejos la voz de la profesora diciendo que volviera a mi puesto, pero yo solo la ignoro y salgo de la sala lo más rápido posible, y me voy directo al baño. Al llegar ahí, me encierro en uno y lloro desesperadamente. Empiezo a temblar y me cuesta respirar. Comienzan a venir los recuerdos con mi madre, con Fran, con mis amigos y lloro como hace mucho tiempo no lo había hecho. Después de llorar por no sé cuánto tiempo, veo mi teléfono y observo que ya es la hora del receso de la primera hora. Lo último que quiero es que me vean así y ver que esa estúpida publicación me haya afectado tanto, así que opto por llamar a mi padre. En cuanto lo llamo, me contesta al instante:

—Hija, ¿qué pasa? —parece preocupado—. ¿Estás bien?

—La verdad es que me duele el estómago —respiro para controlar mis ganas de llorar—. ¿Me podrías venir a buscar?

—En cinco minutos estoy allá.

—Gracias, avísame cuando hayas llegado.

Después de unos cinco minutos, me llega un mensaje diciendo que ya había llegado. Veo que todavía están en receso, así que camino mucho más rápido de lo normal. Veo de reojo que todos me están observando y hablando de mí.

Al llegar al auto, mi padre me observa con cara de preocupado y sabe a la perfección que algo pasó.

—¿Hija, estás bien?

—Papá, vámonos por favor —le respondo con un hilo de voz y con los ojos llorosos.

Luego de llegar a la casa, voy directo a mi cuarto. Veo que mi papá me sigue.

—¿Hija, ¿qué pasó? —al momento en que me hace esa pregunta, me pongo a llorar y veo que él va directamente a abrazarme. Me escucha llorar no sé por cuánto tiempo, quizás diez minutos o incluso por unas cuantas horas. Al ver que ya no me salen lágrimas, me pregunta nuevamente:

—Hija, ¿qué te pasó? —al ver que no respondo nada—. Puedes confiar en mí, hija, solo cuéntame qué pasó hoy para que terminaras llorando así.

—Es que… —pasa unos segundos— me molestaron.

—¿Quién fue? ¿Te amenazaron? ¿Te pegaron?




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