Ellie
Ellie: Jack, ¿sabes en dónde trabaja tu mamá?
Jack: Trabaja en una florería, ¿por?
Ellie: Es que necesito hablar con ella. ¿Me podrías mandar la dirección, porfaaaa?
Jack: No.
Me manda la dirección; está a 30 minutos caminando de donde estoy.
Le mentí a mi papá diciendo que me dolía el estómago para poder ir a investigar si Susanna es la persona con quien sale mi padre.
Pago la cuenta del café helado que me tomé y voy a la florería donde trabaja. Camino un poco más rápido de lo normal. Estoy ansiosa, pero también tengo miedo porque si descubro que es verdad que ella está saliendo con mi papá, no sé qué haré.
Estoy al frente de la florería, con los nervios al cien.
Luego de debatir si entrar o no, me armo de valor y entro.
—¿Susanna? —pregunto.
—No está —reconozco la voz de Alex—. ¿Necesitas algo?
—No —me voy para afuera, pero Alex se pone delante de la puerta.
—Quiero conversar contigo —dice con un tono un poco nervioso.
—¿Sobre qué? —respondo a la defensiva.
—Sobre lo que pasó la noche de la fiesta.
—Ahhh, ¿sobre el beso que te diste con Jazmín? —digo en tono de burla.
—¿Estás celosa porque me besé con otra? —me lo dice riéndose.
—Para nada.
Yo, ¿celosa? Para nada.
Mentirosa
—Si tú lo dices… —Luego de unos segundos—. Ellie, ¿por qué te fuiste de la fiesta? —dejando el tono de broma que había hace pocos instantes.
—Porque me sentía mal.
—Eso es mentira… Mira, si no me lo quieres decir está bien, pero deja de dar la misma excusa. Sé que esa noche te pasó algo.
—Bueno, sí pasó algo —lo suelto sin más, con una voz más temblorosa.
—¿Para qué querías hablar con mi mamá? —veo cómo intenta cambiar de tema rápidamente.
—Ehhhh, quería comprarle unas flores —miento.
—Yo te puedo ayudar —lo propone con una gran sonrisa.
—No se supone que deberías estar en el instituto.
—Sí, pero hoy me sentía mal, y tú también deberías haber estado allí.
—Es que igual me sentía mal.
—Parece que estamos conectados —y se va a donde están un par de flores.
—¿Qué haces? —pregunto.
—Busco las mejores flores para ti —luego de traer un ramo de rosas rojas y blancas, me las entrega—. Toma, ¿te gusta?
—Me impresionas, no sabía que eras tan bueno haciendo arreglos —le digo con una sonrisa.
—No solo haciendo arreglos soy bueno —bromea.
—Ah, ¿sí? ¿Y en qué más eres bueno? —le sigo la broma.
—En todo —lo dice sonriendo.
—Muy gracioso, Alex. —Veo la hora y me tengo que ir; mi papá llegará en cualquier momento a verme cómo estoy—. Me tengo que ir.
—Si quieres, te llevo.
—¿Tienes auto?
—Algo parecido a uno.
—Ni loca me subo a una moto —digo apresuradamente.
—¿No confías en mí?
—La verdad, no.
—Me encanta tu sinceridad.
—Mejor me voy caminando.
—Elizabeth Miller tiene miedo —se burla.
—Para nada, solo que no quiero morir tan joven.
—Pero si yo conduzco con mucho cuidado, ¿te atreves?
Alex
—¿Estás lista? —le digo mientras le acomodo el casco, ya que se lo había puesto mal.
—No.
—Qué lástima —y empiezo a andar. Algo que me gusta de ir en moto es esa sensación de adrenalina que tanto disfruto, y más si hay una señorita detrás, aferrándose a mí. Aunque su tacto no me disgusta tanto
Te encanta, mejor dicho.
—¡¡¡¡Alex!!! —grita para que pueda escucharla—. Anda más despacio.
—¿Que ande más rápido? —acelero un poco más.
—Te odio.
—¿Segura? —y acelero un poco más.
—Mentira, no te odio —y desacelero.
Después de unos 10 minutos, llegamos a la casa de Ellie.
—¿Quieres pasar? —pregunta.
—Mmmmm, bueno, hoy no estoy tan ocupado.
—Ya, chico ocupado, pasa. ¿Qué quieres tomar?
—Un jugo —la sigo a la cocina.
De camino, noto que hoy lleva unos jeans blancos, un poco más ajustados que los de las veces anteriores, y una camiseta negra que le llega hasta la cintura, con unas pulseras y anillos de plata. Su pelo está un poco desordenado por el viaje en moto.
—Ten —me dedica una gran sonrisa.
Ya había olvidado un poco lo hermosa que es su sonrisa. No soy una persona graciosa, pero por ella haría cualquier cosa para hacerla reír y ver esa gran sonrisa que tiene.
—Te puedo preguntar algo —dice con un tono más serio.
—Dime —respondo con la curiosidad al cien.
—¿Qué harías si un amigo muy cercano te mintiera? ¿Le dirías la verdad o te quedarías callado?
—Ehhhh, no sé, depende de qué trate la mentira.
—Una muy grave.
—Le diría la verdad.
—¿Aunque duela?
—Prefiero que le duela la verdad antes que le duela la traición.
—Mmmmm.
—¿Por qué esa pregunta?
—Por nada —dice restándole importancia, pero algo me dice que es algo grave—. ¿Quieres ver una película?
—Shrek —doy una idea.
—Perfecto —me dedica una sonrisa.
Que nunca pare de sonreír.
Luego de terminar la película, le digo a Ellie que me tengo que ir porque ya se me hizo tarde.
De camino a mi casa, pienso en cómo empezó el día y en cómo terminó. Hoy no estaba enfermo, no me dolía el estómago, ni la cabeza, tampoco tenía fiebre ni nada de eso, solo estaba un poco deprimido. Esta mañana, mi mamá me fue a despertar y le dije que no había dormido muy bien; ella lo entendió perfectamente porque sé que recuerda que un día como hoy fallecieron mis abuelos.
Al llegar a casa, están a punto de comer.
—Por fin apareces —dice Jack.
—¿Dónde estabas, hijo? Me preocupaste cuando no te encontré en la florería —dice mi madre con un tono de preocupación.
—Estuve con Ellie —la tranquilizo.
—Espero que lo hayas pasado bien.
—Lo pasé increíble —le digo.
—Saben que podemos comer y hablar a la vez —habla Jack apresurado por comer—. Tengo hambre.