Marta pisó el acelerador y encendió el GPS. Empezaba a nevar así que encendió el parabrisas, lo que empezó con unos simples copos de nieve acabó en una tormenta.
Una tormenta que le impedió ver la carretera, que no le dejó ver aquel semáforo en rojo que no pudo detenerla del atropellamiento de aquel tren.
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Marcos se levantó de la cama y se sentó frente a Olivia, ella levantó la mirada y se limpió las lágrimas. Marcos también tenía muchas ganas de llorar, pero no lo hizo, no iba a llorar frente a ella, o eso pensaba.
―Marcos―llamó la directora del centro y él se giró―tu hermana ha fallecido en un accidente de tráfico. Era la conductora, no veía bien por la tormenta de nieve que hay en París y un tren se llevó por delante el vehículo―cerró la puerta de un portazo y un mar de lágrimas pasó por las mejillas de Marcos.
Olivia le abrazó por detrás transmitiendo su apoyo, Marcos se giró y se dejó abrazar fuertemente por Olivia, quien dejó de llorar al no quedarle lágrimas que derramar.
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Mario entró en su habitación y después cerraron la puerta con llave desde el otro lado. Vanesa se encontraba dibujando en el suelo así que él se acercó y se sentó a su lado.
―Mira, hay que poner explosivos... aquí, aquí y aquí―indicó Vanesa señalando el plano del centro de menores que acababa de dibujar.
―¿Hablaste con Jordi?―preguntó Mario conociendo la respuesta, Vanesa levantó la mirada del plano y asintió―no tenías que haberlo hecho. Es un tío demasiado posesivo y peligroso si te acercas luego...―se detuvo cuando Vanesa le puso la mano delante.
―En primer lugar, cállate―dijo con voz autoritaria―tú no eres mi padre, ni mi hermano ni nadie que pueda decirme lo que tengo o no tengo que hacer. El posesivo eres tú. Así que déjame hacer con mi vida lo que me dé la gana, soy tres semanas más vieja que tú y no tienes derecho a tratarme de esta forma―se levantó y agarró a Mario de la camiseta―así que mándale hacer lo que quieras a tu puta madre―sentenció dándole un empujón a Mario y sentándose en la litera de arriba―¡qué me tienes harta!―exclamó.
Mario apoyó la cabeza contra la pared y cerrando los ojos suspiró. ¿Y si Vanesa tiene razón? ¿Es él el posesivo? ¿Lo ha hecho por llevarle la contraria?
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Tras un par de horas abrazados Liv y Marcos volvieron a la posición inicial. Ambos están sentado a los pies de la cama de Marcos, uno frente al otro.
Liv se encuentra más serena y tranquila al igual que Marcos.
―Tengo muchas cosas que contarte... ―empezó hablando Liv sin que Marcos le pidiera explicaciones―en primer lugar debo confesar que Jordi es mi novio desde un mes después de que llegara. Estaba ciega por el "amor" que sentía hacia ese chico dos años mayor que yo y no hice caso de las advertencias―hizo una pausa, miró al techo y respiró hondo para devolver la vista a Marcos que le escuchaba atentamente―no me di cuenta hasta que era su novia de como era en realidad. No es controlador como dicen algunos, simplemente es como un niño pequeño que quiere estar siempre pegado a su mamá para que no se la roben. Si te acercabas a él y te cogía cariño, no podías estar con nadie más que esté fuera de su círculo. Si te acercas a alguien ajeno, enseguida se acercará para alejarte...si te rebelas porque quieres estar con esa persona o si...no quieres verle ni en pintura a él...
―Debes luchar contra él. Si ganas te deja en paz porque descubre que no mereces la pena. Si perdes quizás te mata o simplemente se aleja del resto de su círculo. Lo sé he oído hablar sobre él―admitió rodando los ojos.
―Yo...―se aclaró la voz y levantó la mirada del suelo para mirarle a los ojos―me gustas, me gustas mucho ―cerró los ojos para esperar una respuesta que no llegó. Abrió un ojo temiendo ver algo que no le gustase ―¿Marcos?―preguntó pasando una mano por delante de su cara.
Él le agarró de la mano y le tiró con fuerza hacia delante, sus rostros estaban separados por milímetros, hasta que Olivia colocó una mano en su nuca y unió sus labios.
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Sonó la alarma que indicaba la hora de descanso, Vanesa bajó de un salto de su cama y tiró de la puerta que ya estaba abierta, en todo ese tiempo no le dijo ni una sola palabra a su compañero de celda, ella sabía que solo estaba preocupado por ella pero su paciencia tiene un límite. ¿No puede hacer nada tranquila?
―Vanesa―le llamó Mario que salía tras ella, le colocó una mano en el hombro y la giró―tienes que entenderme, eres muy importante para mí y no quiero tener que decirte adiós cuando ese tipejo y tú seais muy amigos―Vanesa rodó los ojos.
―Déjame en paz, Mario―soltó su mano y siguió caminando por el pasillo hasta encontrarse con Jordi, ambos chocaron los cinco―hola, Jordi―saludó ella sonriente.
―Buenas, ¿te apetece jugar con nosotros a la ruleta rusa?―Vanesa frunció el ceño―no tenemos una pistola ni somos mafiosos...bueno, yo al menos no―Vanesa soltó una carcajada exagerada y asintió, cualquier cosa con Jordi sería muy divertida.
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―No puedes decirle nada de esto a absolutamente nadie, ¿me escuchas?―Marcos asintió y Leire se acercó a ambos, frunció el ceño.
―Liv―dijo Leire seria sin apartar la mirada de Marcos―¿no te acuerdas de lo que te aconsejé?―miró hacia Liv que desviaba la mirada, le agarró del mentón y le obligó a mirarle.
Leire se llevó a Liv a una esquina del patio dejando a Marcos solo. Buscó con la mirada a Jordi, jugaba con sus amigos al juego de la botella, disimuladamente se acercó y se sentó entre Vanesa y Jordi.
Todos se dieron cuenta de su presencia y le miraron, Marcos al notar la mirada de muchos sobre él levantó la suya de la botella.
―¿Puedo jugar?―preguntó sin más y todos miraron a Jordi que simplemente asintió.
―Es el juego de la botella―empezó explicando Vanesa―pero en vez de besarse se pelea, por eso le llamamos la ruleta rusa, porque Boris es ruso y es el que inventó el juego―Marcos asintió y con una mano le dio a la botella que comenzaba a girar.