Marina colgó el teléfono tras la larga llamada de su novio Carlos. Al ver que tenía un mensaje no dudó en mirar lo que era, lo estaba leyendo cuando le empujaron y cayó a las vías del metro.
―Mierda―murmuró agachándose para poder cogerlo, casi se cae cuando le agarran de la cintura, se levanta y le sonríe al joven, un metro pasa y atropella el móvil.
―Siento lo de tu móvil―se disculpa el joven de pelo castaño, Marina se sonroja y se encoge de hombros―fue un accidente, ¿te apetece comer algo?―preguntó Marcos a lo que Marina asintió.
No pudo evitar soltar una sonrisa ladeada tras darse cuenta de que Marina no lo reconocía. Marina comenzó a caminar y él detrás de ella.
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Carlota sonrió al llegar al psiquiátrico de París. Muchos la criticaban por escoger esa profesión "te vas a volver loca de estar con locos" "es mejor psicología, la gente es más normal" "no iré a tu funeral cuando te mate un psicópata por la noche"...eran algunos de los comentarios que le hacían, pero ella ignoraba todos y cada uno de esos comentarios.
Mostró su documentación y la dejaron pasar, al ser nueva era una de las psiquiatras internas. Saludó a muchos pacientes por el pasillo hasta que le mostraron su habitación, abrió los ojos sorprendida tras comprobar que tenía contraseña y candado.
―Es por precaución―le dijo Christian entregándole la llave y una hoja con la combinación―luego nos vemos, bonita―le guiñó un ojo y se marchó por el pasillo, Carlota rodó los ojos.
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Se sentaron en la mesa más cercana de la puerta y comenzaron a comer la sopa de pescado, Marina le guiñó un ojo a Marcos y él simplemente le devolvió el guiño.
Luego de la comida en la que invitó Marcos (agradeció el despiste de Marina cuando le robó el dinero), se dirigieron a dar un paseo por la bonita capital francesa.
Pasaron la tarde bromeando y picoteando algún dulce, Marina ni siquiera se dio cuenta de que tenía que haber dado clases por la tarde y tras quedarse sin móvil nadie le avisó tampoco.
Era el anochecer cuando ambos se dirigieron al parque. Había un puesto de perritos calientes, ambos pidieron uno y Marina pagó alegando que ya le había invitado Marcos a comer.
Juntos vieron el anochecer desde el parque y Marcos se lanzó, le dio un apasionado beso.
Marina al principio estaba en estado de shock y no le había correspondido, finalmente cerró los ojos y siguió el apasionado beso del chico.
―¿Vienes a mi casa?―preguntó Marina guiñándole un ojo mientras le agarraba de la camisa, Marcos asintió.
Marina le llevó a la parada de metro donde ambos habían coincidido, Marcos le indicó que iría al baño y ella asintió sonriente.
No mintió, iba a ir al baño, no a hacer sus necesidades pero iría.
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Petaron a la puerta del despacho de Luisa y ella pronunció un "adelante", un chico con el pelo rapado entró y cerró la puerta tras de sí.
―¿Va a venir Marina?―preguntó y Luisa levantó la mirada del papeleo ―han pasado quince minutos y todavía no ha llegado, mi hermano tiene dentista en media hora y tengo que darle el justificante.
―¿No ha venido?―preguntó en un hilo de voz, el chico negó y Luisa tragó en seco―no va a venir―informó mientras imitaba que leía un mensaje ―avise al resto, sentimos las molestias―el joven dedicó una última sonrisa antes de marcharse por donde había llegado.
Luisa desesperada marcó en una videollamada a Marina, sabía que era muda y por ese mismo motivo siempre le llamaba de esa manera.
Se pasó una mano por el pelo al no recibir respuesta, llamó a la policía, esa chica estaba en peligro y ella era consciente de ello.
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Marcos pasó por debajo del tercer cubículo y cogió el maletín de su violín, abrió la puerta desde dentro y se marchó junto con Marina, habían bebido unas copas antes de llegar a la estación y tenía la esperanza de que estuviera lo suficiente ebria como para no notar el maletín.
―Has tardado, el metro se acaba de ir ―le contó dándole un golpecito en su nariz para luego besarle lentamente.
―Siento haber dejado a una joven tan guapa sola―se disculpó Marcos para devolverle el beso, un ruido agudo se hizo presente en la estación.
El metro había llegado.
No eran muchas las paradas hasta el barrio de Marina así que no tardaron en bajarse del metro.
Marina soltó una risita luego de que sus llaves de cayeran al suelo, Marcos las recogió y abrió la puerta del apartamento de la joven.
Cerró la puerta tras sus espaldas y Marina se lanzó sobre él arrancándole la camisa y besándolo, antes de que ella se pudiera quitar la blusa le bajó al suelo y la detuvo. Ella le miró sin entender y cuando en sus ojos amenazaban salir lágrimas él le acarició la mejilla.
―Antes una serenata―Marina asintió sonriente y se sentó en el sofá mientras que Marcos sacó el violín.
Sopló el mechón rebelde que le caía por la frente y comenzó a tocar aquella melodía que llevaba años practicando, aquella con la que casi consiguió cumplir la venganza con Jordi.
Marina lo miraba con una mueca y Marcos se detuvo, no estaba funcionando. Entonces un recuerdo se le vino a la mente y supo el porqué.
Le pidió disculpas a Marina diciéndole que lo estaba afinando, ella le contó que también tocaba el violín aunque él ya lo supiera.
Suspiró y agarrando el violín firmemente le pidió a Marina que se levantara para que bailara al son de la música, ella aceptó mostrando una bella sonrisa y Marcos le dio un fuerte golpe en el pecho que Marina no esperaba. La dejó sin respiración y arrodillada en el suelo, levantó la mirada con los ojos cristalizados.
―Marcos―murmuró y él comenzó a tocar aquella melodía, con la esperanza de que surgiera efecto.
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Hasta aquí el nuevo capítulo
Esto le pasa a Marina por liarse con uno que no es su novio
😂😂
PD: tened cuidado con los desconocidos/as