Locura

Capítulo 1

En el Centro Psiquiátrico "La flor de loto" se cuenta una leyenda entre los internos más viejos del lugar. Ellos aseguran que aquel lugar está embrujado, pues hace mucho tiempo existió una enfermera que le decían "la mensajera de la muerte", pues todo paciente que le asignaban, a los días moría. Nadie sabe la razón de los hechos, pues decían que la misma muerte la mandaba para que fuera con quien le tocaba morir.

Después de Michael ya no se supo nada de "la mensajera de la muerte", unos dicen que se cambió a otro centro psiquiátrico para continuar con las muertes; otros dicen que la muerte ya le cobro todo el favor que le hizo en vida y ya se la llevo; eso simples rumores, lo que sí se sabe es que desapareció sin dejar rastro alguno.

Tengo tanto tiempo aquí que ya he perdido la cuenta, pero hay algo que nunca olvidaré o más bien algo que nunca entendí ¿Por qué mis padres me trajeron cuando era niña? ¿Acaso no me querían?

Eso explica todo, porque desde que vine aquí solamente me han venido a visitar un par de veces y eso fue cuando tenía apenas uso de razón. Pero ¿Sí yo no estoy loca? O ¿Fue porque les presente a mis amiguitos, y como ellos no los veían, por eso creyeron que estaba loca y me trajeron aquí?

Sea como sea estoy mejor aquí, pues en este lugar tengo más amigos que cuando vivía en casa de mis papás. Acaba de llegar mi amigo Robín, con él me divierto más que con los otros; pues salimos del cuarto y jugamos a veces a hacerle bromas a los demás. Una vez Robín le tiro la sopa a una anciana y fue a esconderse, como yo no alcance a esconderme a mí me echaron la culpa.

Por más que les decía que había sido Robin y donde se escondió no me creyeron, me mandaron castigada una semana en el cuarto de castigo. Esa vez me enoje con él, pues por su culpa me habían castigado; pero, hay otro, que su nombre es Sam y este se aparece todas las noches que raye en las paredes aquí asesinan.

Ustedes pensaran que utilizo pintura; sin embargo, Sam me dice que debe ser con sangre animal, de quien tiene que ser y donde conseguirla, y si no la consigo me tengo que cortar para usar mi sangre.

Cada mañana los enfermeros nos medican para silenciarnos de lo que ocurre en este centro psiquiátrico, con la excusa de que es por nuestro bien.

A mí me da igual, pues nadie viene a visitarme, como no se van hasta asegurarse de que te la hallas tomado y antes de irse te dicen:

—Jade, es por tu bien — me la tomo, escondiéndome debajo de la lengua por si acaso.

Después del desayuno los grupos personas se forman, unas platican, otras arrullan a sus bebés y los más jóvenes jugamos con nuestros amigos.

Todos las noches, exactamente a las tres de la madrugada, se escucha un lamento tan desgarrador que proviene de la sección de enfermos con trastornos más avanzados, los cuales los duermen a la fuerza para evitar que escapen.

El fantasma que se lamenta también arrastra las cadenas, como si fuera prisionero del más allá. Lo más escalofriante es que cuando salgo de mi cuarto no veo a nadie, pero sigo escuchando los ruidos.

—Es fruto de tu imaginación, ¿Por qué crees que estas aquí? —afirman los médicos.

—Ha regresado "la mensajera de la muerte" para cobrar más víctimas en su área —murmuran.




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