Locura

Capítulo 2

Hoy por la noche de nuevo escuche aquel lamento, lo que fuera o quien fuera que estuviera haciendo eso, volvió aparecer a la misma hora. Esta vez me arme de valor para seguirla, para saber a dónde se metía, pero cuál fue mi sorpresa que desapareció frente a mis ojos.

Al ver que la persona que se lamentaba desaparecía de mi vista, un sudor frio inundo todo mi ser; impidiéndome correr.

—¡La mensajera de la muerte ha regresado! ¡Desapareció enfrente mío! —fueron las únicas palabras que articule.

Como era de esperarse, ninguno de los enfermeros, ni de los psiquiátricas me creyeron, así que tratándome de controlar corrían de un lado a otro para poder sujetarme.

—La paciente Jade tiene una crisis. ¡Rápido los calmantes!

Desperté en mi habitación amarrada de pies y manos, en la mesa de noche me dejaron una carta.

Paciente Jade

Nos vemos en la necesidad de amarrarla para que se pueda tranquilizar y no le de otro ataque como el ocurrido el martes en la madrugada. De usted depende si quiere estar en el patio o en su habitación sedada, pues la mensajera de la muerte no existe; son alucinaciones que usted presenta por la enfermedad que padece.

su doctora Emily.

Al leer la carta me di cuenta de que estuve sedada por tres días, pues según la fecha de la carta era viernes. Eso me hizo pensar «los médicos en realidad creen que todos los que estamos aquí, estamos locos».

—Oye Jade ¿Por qué estas amarrada? ¿te portaste mal otra vez? — preguntó Robín intrigado —. No Robi, hace dos noches vi a una persona desaparecer de mi vista, y como grité; los enfermeros me estuvieron poniendo calmantes.

—Jade, mira lo que te hice en la pared —voltee hacia mi lado derecho como pude; ya que aún seguía amarrada y viendo lo que estaba escrito le reclame a Sam.

—¡Sam ¿Por qué hiciste eso?! Bórralo de inmediato.

A los pocos minutos un enfermero que hace guardia nocturna paso a mi habitación para cerciorarse que todo estuviese en orden. Cuando entró a la habitación y alumbrándola con su linterna vio lo que estaba escrito en la pared.

—¿Cree que somos unos asesinos?—

—¡Cómo diablos lo voy a hacer yo, si me tienen amarrada! Pero contestando a su pregunta, si lo creo.

— Jade, Jade.

Al escuchar mi nombre quedé petrificada, quería correr, pero, en esta ocasión no podía; no por el miedo causado, sino porque estaba amarrada. Solo deseaba que esta pesadilla acabará pronto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.