Locura Latina

CAPITULO 1

IRENE ANDREA ZABALA
 


Sentada, con el sol directo en mi cara, me encuentro junto a mi hermano con una cara de culo mas notable de la que siempre tengo. Eso se debe por una persona. Mi madre. Debería estar acostumbrada a las típicas tardanzas de mi querida madre, pero no, me fastidia que siempre me haga lo mismo. Me dan ganas de matarla. Figuradamente, obvio. Literalmente el lugar esta desierto. El horario de clases termino, por lo que nos encontramos mi hermano y yo esperando por la presencia de nuestra creadora.

En fin, me aburro. Lo único interesante que mis ojos captan del otro lado de la calle es el verdulero. Zafa bastante. Su piel morena y sus ojos verdes me dan a entender que no es de aquí. Además de su acento, que se escucha desde aquí por que habla muy alto. Creo que es de Perú. Ni puta idea.

No es Cole Sprouse, pero bueeee.....

"En realidad nadie en el planeta tierra puede superar a nuestro futuro esposo".

Cierto. ¡Voy por ti Cole!.

Miro la hora de mi teléfono que esta hecho mierda. Hace 30 minutos deberían habernos buscado. Lo bueno es que es la ultima vez en este año que nos pasan a buscar tarde. Las vacaciones empezaron, por lo que no vamos a pisar este infierno de colegio católico por unos meses. Gloriosos meses en los que no haré ni un carajo, posiblemente estaré acostada en mi humilde cama, viendo series como una ballena encallada.

Dios, por fin un respiro.

- ¿No te has preguntado nunca como cojen las moscas?

Tenia que hablar este pelotudo. Pobre, le faltan unos jugadores.

- No, Dante. ¿Por que preguntas cosas tan turbias?.

- Que vos no te preguntes cosas interesantes, no significa que mis preguntas sean turbias. Al momento de preguntar, me convierto en un hombre sabio, Irene.

- Rarito.

Se tomo le pecho con una mirada dolida mas falsa que los "pasa, que no te voy a pegar" de mi madre.

- Me diste justo donde me vale verga tu comentario.

Lo ignore. Pero como es Dante, siguió hablando como siempre. Es su don. Romper los huevos.

- Encima me decís rarito. ¿Te has visto?. Sueñas con personajes de libros como si realmente existieran. Lloras por ellos, incluso sabiendo que solo es un personaje de un libro y que ni siquiera tiene vida, no siente y tampoco sufren. Entonces, dime Irene. ¿Quien es el rarito ahora?

Mierda. Eso si que dolió. Con mis personajes literarios nadie se mete. ABSOLUTAMENTE NADIE. Así que hice lo mas común que haría una lectora si le hubieran dicho esas desgarradoras palabras que mi hermano dijo.

Con toda la fuerza de mi delgado brazo, le di una piña en el costado de su brazo.

- ¡Con mis libros no te metas!¡Tarado rompe ilusiones!

Me miro completamente aburrido.

- ¿Se supone que me tiene que doler?- señalo su brazo.

Bufé molesta. Me dolió mucho mas a mi que a el. Yo creo que le hice cosquillas o lo acaricie. Se intento, salió mal, pero se intento.

- Gane.

Estaba a punto de reclamarle, cuando sonó su teléfono. Esperanzada de que fuera mama, mire la pantalla, pero me decepcione al ver el nombre de la novia de mi hermano.

Sin importarme la charla de Dante y su novia, volví a posar la mirada en la verdulería. Pero mis ojos no encontraron al joven verdulero. Ni modo, tendré que buscar buscar otras vistas. Pero no se encontraba ni un alma a esta hora. Y es lo mas lógico, nadie estaría a esta hora afuera, lo mas seguro es que todos estuvieran en sus casas comiendo el almuerzo.

Nosotros somos los únicos pelotudos que estábamos esperando a nuestra madre, en vez de tomarnos un colectivo. Confiábamos en la palabra de nuestra madre. Que mal hicimos.

Hice una mueca de fastidio. ¡Que calor!. Paso una mano por mi frente para quitar el sudor. Literalmente mi cuerpo esta lleno de sudor. El uniforme del colegio empeora la situación. La camisa debe estar completamente transparente por mi sudor y además, por que no es de buena calidad. Y ni quiero mencionar mis axilas. Parezco toda una cerda sudada.

Dante corto la llamada, y poso su atención en mi.

- Creo que ya nos podemos autodeclarar huérfanos. Creo que se olvido que tiene hijos.- paso una mano por su pelo sudoroso.

Bufé molesta.

- Tampoco tenemos plata para pedir un taxi. Y menos la tarjeta del colectivo. Por lo tanto, hay dos opciones.

- Aja.

- Podemos irnos caminando o....... puedes ser una muy buena prostituta y conseguir plata para poder irnos a casa. Tu decides.

Nos miramos fijamente. Es como si tuviera un espejo al frente mío. Dante y yo nos parecemos bastante. Casi idéntico. Y digo "casi" por que la diferencia de genero no nos permite ser iguales.

Con el ser que se hace llamar mi hermano, he convivido a lo largo de toda mi niñez y adolescencia, por lo que me atrevo a decir que se lo que piensa.

- Uno aveces debe tomar decisiones extremas en tiempos de absoluta desesperación.

Le sonreí falsamente. El asintió, como si el entendiera y sonrió. Se levanto y abrió los brazos, esperando un abrazo por parte mía. Al parecer Dante se inclinaría a la prostitución. Se sacrificaría por mi. Debí haberle convidado de mi helado.

Me pare, conmovida, dispuesta a darle un buen abrazo. Pero cuando estuve a punto de rodear su cuerpo, se agacho y me tomo de las piernas, para luego ponerme sobre su hombro. El muy hijo de puta me había engañado, y yo, al ser muy lenta, no pude hacer mucho al respecto.

Empecé a darle patadas y a golpear su espalda con mis puños. Pero si el anterior golpe no le había causado ni un poco de dolor, menos ahora.

- ¡DANTE, ME BAJAS AHORA MISMO ANTES DE QUE TE CAGUE A TROMPADAS! - obviamente mi amenaza le valió tres hectáreas. - ¡¿QUE VAS A HACER?!

- ¿Ves a ese viejo?- señalo al frente. Seguí la dirección y vi a un vagabundo mirándome con descaro. - Haré un intercambio falso. El me da su bicicleta y yo "supuestamente" te dare como compensación de la misma.



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En el texto hay: humor, romance, drama

Editado: 04.01.2021

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