Amelia
Nuestra mente es una increíble maquina hacedora de fantasías, de sueños de planes y múltiples paisajes, todo esto es simplemente... hermoso, pero lamentablemente todo lo bueno tiene su lado malo, toda luz su oscuridad, cada día su noche y cada yin su yang. Así como la mente es capaz de crear los más hermosos cielos es capaz de instituir los más tortuosos infiernos para de alguna forma recordarnos lo sufrido durante los diversos traumas que puede causar el mundo que habitamos, para ello nuestro cerebro usa mecanismos como los delirios, las alucinaciones y la diversa gama de armamentos que el mismo emplea para que todo no sea de color de rosas tras sucesos trágicos que pueden marcar a las personas, desde el más fuerte hasta el más débil nadie está exento a que su indumentaria cerebral decida jugar una mala pasada. Yo lo se, pude ver como es capaz el cerebro de martirizar y torturar a una persona hasta conseguir la muerte de la misma.
Mi padre sufría delirios graves que lo orillaron a su muerte, por ello y más, decidí convertirme en psicóloga, yo iba a ayudar, no planeaba quedarme de brazos cruzados esperando que más personas murieran por cerrase al dolor en su totalidad
Resumiendo todo, mi vida se basaba en ayudar a personas que este tipo de padecimiento, evitando muertes innecesarias.
***
En esos momentos estaba en mi consultorio revisando la lista de consultas del siguiente día y hubo un nombre que llamo especialmente mi atención, un nuevo paciente, hasta cierto punto esta noticia me alegraba, era una persona que había decidido recibir ayuda para poder tratarse, pero también significaba que nuevamente alguien sucumbió ante el los recuerdos el dolor o los problemas.
Sabía que haría todo lo posible por ayudarlo a superar sus problemas y mejorar, ya lo había echo antes con muchos pacientes y esperaba que esta no fuera la excepción.
Regrese a casa para poder descansar y prepararme para el día de mañana, debía esforzarme.
El día en el consultorio pasó muy rápido y llego la hora de atender al nuevo paciente. Yo esperaba ver a un hombre de mediana edad, por eso, me sorprendió a sobre manera cuando lo vi acercarse a paso lento pero decidido al sofá frente a mí, era joven y parecía rondar los veintidós años aproximadamente, tenía el cabello de un rubio oscuro que caía en alguna partes a su frente, sus ojos eran grises inclinándose a ser casi azules que proporcionaban una misteriosa mirada, su rostro era bastante perfilado pero varonil con todos sus rasgos muy marcados, y para ser sincera y alejándome de mi ética he de admitir que era muy guapo.
Su voz resuena en mis tímpanos devolviéndome a la realidad y a mi ética como su doctora, como su psicóloga.
_ Es un placer conocerla doctora.... Me habla el con un tono sube y cálido acompañad con notorios atisbos de peligro.
- Soy la doctora Amelia Graham, lo mismo digo señor...- alargue la última palabra en espera de que me dijera su nombre
- Me llamo Thomas Allison.
--perfecto, y bien señor Thomas dígame que lo trae a mi consulta el día de hoy- inicie realizando la pregunta más básica pero también la más crucial
-- yo estoy aquí por mi familia ellos creen que estoy traumado vine realmente porque quería tranquilizarlos a todos. Dijo estos haciendo énfasis en su última palabra
-- supongo, por lo que me dice que ha habido acontecimientos previos a tal afirmación, ¿me equivoco?—pegunte aquello para encontrar alguna señal de un choque emocional fuerte.
-- realmente todo esto empieza años atrás después de que intentaron secuestrarme cuando tenía nueve años, supongo que si fue algo que me marco pero, no creo estar... traumado - él Dijo todo esto mirando hacia el vacío con una mirada totalmente nostálgica, para al momento de finalizar dirigir su mirada hasta mi persona acompañada de una diminuta sonrisa ladeada
Después de ello me contó con detalles lo ocurrido y es inquietante la cantidad de sentimientos sombríos que se expresan a través de su melodiosa voz cargada de miedo, mucho miedo, al mismo tiempo que decía repetitiva mente la palabra ellos soltando cada letra con un tono despectivo en absoluto, mientras por sus ojos se marcaba el odio intenso
--Por lo que me ha contado sé que nunca capturaron al sujeto, ¿cierto?— sabía que de lo que de allí en adelante contara dependería el diagnostico de su condición mental.
-- efectivamente, nunca fue atrapado—me responde el con cierto toque de intriga
--y con el paso del tiempo ¿cómo le hace sentir esto?
--¿Qué cómo me hace sentir?- repite para luego soltar una escalofriante carcajada-- y bien doctora como cree que me hace sentir el saber que ese sujeto sigue tras mi pista esperando a que me descuide solo un poco para atraparme- y esa era exactamente la respuesta que esperaba oír
-- supongo que mal, tal vez, perseguido y atosigado
--vaya doctora dijo usted algo con lógica
-- hablando de lógica no cree usted que después de tantos años es ilógico que el secuestrador siga tras su pista no me parece usual...
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suspenso y romance, enfermedades mentales, romances difíciles
Editado: 03.06.2020