Capítulo 2: Un destello

¿Dónde estoy? ¿Qué es aquí? ¿Qué son estos sentimientos?

Estas eran preguntas que agobiaban su mente durante la noche. Su respiración se tornaba rápida y profunda, sus manos sudaban, fruncía el ceño. 

¿Quizá sentía algún dolor?

Sus ojos miraban una inmensa oscuridad, un escalofrío recorrido lentamente su espalda, como tomándose su tiempo. A cada paso que daba su respiración aumentaba, sus pies temblaban, no podía emitir un solo sonido de sus labios, los cuales sentía resecos, cada paso se sentía más pesado que el anterior y se dirigía a una sola dirección, no sabía a dónde, pero sabía que debía llegar, el único lugar ligeramente iluminado, con una luz tenue, pero ¿Qué era lo que había ahí?
Era... ¿una celda? O más bien ¿una jaula?, no sabía porque, pero todos sus sentidos le decían que se alejara, su subconsciente lo empujaba a acercarse pero sus piernas querían salir corriendo, se acercó un par de pasos, esos fue todo lo que su cuerpo lo dejó avanzar antes de quedarse paralizado, sus ojos se abrieron casi como por salir de sus cuencas, al ver que en aquella celda, un inmenso ojo azul lo veía con furia, luego de esto solo se escuchó un fuerte aullido, un aullido capaz de ponerle los pelos de punta al más valiente.

Chris: ¡¡Aaaah...!!

Giro su cabeza para tratar de entender en dónde se encontraba, le tomó unos minutos diferencia realidad de la ficción, poniendo sus manos en la cara y restregando sus ojos, dio un suspiro.

Chris: Demonios, otra vez ese sueño, desde hace tres días es lo mismo, ese mismo sueño, y cada vez más impactante. No creí que llegaría el día en que ya no quisiera dormir.

Levantándose, nuestro joven de cabellera negra alborotada y ojos cafés rojizos, hizo su cama y atendió a la voz de una linda anciana que lo llamaba para desayunar; este aún en conmoción de lo que llevaba ya varios días viendo en sueños y que no lograba descifrar, salió de su habitación y bajo las escaleras encontrándose con una mesa con frutas, cereales y café, pues era una casa pequeña, de tres habitaciones, y un baño, habitaciones de las cuales, una solo se usaba como bodega, ni siquiera había una división entre el comedor, la cocina y la sala de estar. A pesar de esta contar con un segundo piso, solo era una casa de 9 x 6 metros cuadrados.

Abuela: Chris come más despacio, la comida te caerá pesado.

Chris mientras tenía un pan en la boca, una manzana en una mano y una taza vacía en la otra, la miraba a los ojos.

Chris: Lo siento abuela, pero se me hace tarde, debo salir, así que haré mis quehaceres y luego me iré. No te preocupes, estaré aquí antes del anochecer.

Abuela: Esta bien, pero trata de tener cuidado, ayer tu camisa tenía olor como a humo, y las mangas se veían como desgastadas, no sé qué es lo que haces, pero ten cuidado.

Chris: Claro, ya me conoces, estaré bien.

En un abrir y cerrar de ojos, la casa se tornó impecable y Chris se apuró a salir, dándole un beso en la mejilla en su abuela temerosa, diciéndole que no se preocupara, solo se escuchó el sonido de la puerta de una casa que quedaba atrás.

La brisa golpeaba su cara y ondulada su camisa, él se dirigía al lugar de siempre. Era un día perfecto para hacer lo que quería, un sol agradable que no quemaba la piel y una brisa fresca que llenaba los pulmones de este joven, que, puesto en su bicicleta, pasaba entre la gente y se dirigía a subir una cuesta, se dirigía a ese lugar, al que siempre iba a estar solo, pero esta vez tenía un motivo más que la soledad para ir allí.

Conforme se abría camino en aquella empinada cuesta, se cuestionaba si era mejor subirla a pie que con la bicicleta, lo cual finalmente hizo. Al llegar a este pequeño prado, dejó a un lado su transporte y pegó un fuerte suspiro, extendió sus manos y cerró los ojos para sentir la fresca brisa por todo su cuerpo, recordaba cómo había pasado los dos días anteriores. Recordaba y se reía mientras se sentaba en el pasto, al centro de toda aquella pequeña pradera no más grande que un campo de baseball.

Chris: (Y pensar, que el primer día creí que todo había sido un sueño, hasta que fundí la bombilla de la lámpara con solo tocar el encendedor y luego provocar un apagón en toda la zona al querer cambiar dicho bombillo.)

Creyó que era normal haber entrado un poco en pánico ante esas situaciones, pero no podía decírtelo a su abuela, ella se preocuparía demasiado, además no se podía arriesgar a que esto se supiera, con tanto rumor de la Destinencia haciendo desaparecer a "personas especiales".
Ya que tenía este nuevo poder que apareció de la nada, solo dio gracias, ya que, al día siguiente sus heridas y moretones habían desaparecido, así que lo mejor que se le ocurrió, fue tratar de aprender a controlar sus nuevas habilidades y saber hasta dónde podría llegar con ellas.

Chris: A pesar de ser este un lugar tan lindo nadie viene por acá, es como mi lugar secreto, la vista es hermosa, se puedo ver toda ciudad y lo mejor es la tranquilidad. Estoy seguro de que habría tenido problemas si partía un árbol a la mitad como lo hice el primer día, si fuera en otro lugar.

Chris: Bueno, ¡Empecemos!

Sus primeros movimientos fueron dar tres vueltas alrededor de todo el margen de esa zona, el cual para una persona promedio, no atlética le tomaría cinco minutos, él lo lograba hacer en dos minutos.

Chris: Rayos, dos minutos y 15 segundos, y ni siquiera me siento cansado, el antiguo yo se estaría ahogando a la mitad de la segunda vuelta, me siento mucho más ligero y ágil... debería probar mi salto.

En aquel lugar había unos cuantos árboles, eran nueve los que aún quedaban de pie, pues en los dos días anteriores se había encargado de derribar un puñado de estos, los árboles de aproximadamente cinco metros de alto.
Acercándose a uno y poniendo como meta alcanzar la primera rama de uno de estos, eran al menos tres metros de alto, casi el doble de su estatura.