Los 7 elementos: Nacido del rayo

Capítulo 9: Aquel recuerdo

Las tres de la mañana, la oscuridad de su habitación lo abrazaba y el sonido de las gotas lo arrullaba, pero sus pensamientos no lo dejaban descansar. Su cuerpo se encontraba horizontal en una cama, pero su cabeza volaba por todo el mundo, entre el tiempo, entre recuerdo, entre sucesos. Buscaba respuestas a sus inquietudes pero le era imposible encontrarlas. Llegadas las cuatro de la mañana sucumbió ante el sueño.

Esta vez estaba solo, en un lugar oscuro, sentado, como niño que jugaba con tierra, un inmenso ser giraba en torno a él. Esta vez era diferente, pues su mente pensarosa no lo dejaba sentir el temor, estaba más concentrado en sus dudas que en su entorno. Aquel ser acechaba, como si solo esperara una señal para devorar a su presa. En lugar de eso, hablaba con su voz de trueno, mientras seguía girando a su alrededor.

Lobo: Ambos queremos respuestas... ambos queremos justicia... ambos queremos luchar... ¡Yo estoy aquí!

Con un aullido hacia Chris alzarse del suelo y verlo a la cara, el aliento helado de ese enorme lobo recorría el cuerpo completo de Chris, el cual, al fin pudo soltar unas palabras a este ser.

Chris: ¿Quién eres?

Lobo: Yo soy tú... y tú eres yo...

Chris: ¿Quiénes somos?

Lobo: Somos, lo que somos...

Antes de Que Chris lograra formular una palabra más, aquel animal arremetía con sus fauces y devoraba a Chris.
Él despertaba, con el corazón acelerado, pero de una forma más calmada que otras veces. Miraba a su izquierda y en una mesa lograba ver el motivo que lo había tenido pensando toda la noche. Esa fotografía, tan vieja que había perdido sus colores, arrugada y amarillenta, pero en ella se lograban ver a dos niños, dos niños que parecían estar felices el uno con el otro. Pero ¿porqué no podía recordar eso? ¿Porque jamás había pensado en esa fotografía hasta que vio a aquel ser? ¿Cómo sabía dónde estaba? Quizá ¿él la había escondido hace mucho? De repente, rompiendo con su globo de duda se escuchaban voz.

Abuela: Chris, ¿estás despierto? Baja, el desayuno está listo.

Chris metía en su bolsillo la fotografía, pasaba al baño a cepillar sus dientes y luego descendía para desayunar.

Chris: Buenos días abuela.

Abuela: Chris, ¿Te cepillaste los dientes?

Chris: Am... ¿sí?

Abuela: Te he dicho que creo que sería mejor cepillarse luego del desayuno, así limpiarías los restos de comida también.

Chris: A... si, si, solo es que siento que la comida no me sabe igual si no me he cepillado los dientes primero.

Ambos se sentaban a la mesa. Chris daba pequeños bocados y luego se ponía a jugar con la comida, su mirada parecía perdida, fijada en un solo punto, como si fuera a enloquecer.
Su abuela notó la anomalía de su comportamiento, pues ese no era el Chris que se levantaba enérgico por las mañana y dejaba limpia la mesa en cinco minutos.

Abuela: ¿Pasa algo, hijo?

Chris: ¿Ah? No, no, no es nada, descuida.

Abuela: Te vez muy pensativo, ¿te paso algo ayer con tu amiga? Llegaste tarde, ni siquiera me di cuenta a qué hora.

Chris: No, con ella todo salió bien, solo vimos una película y luego caminamos un rato juntos. Y si, ayer que llegué estaba dormida en el sillón.

Abuela: Bueno, está bien, sabes que si te pasa algo, cualquier cosa, puedes decírmelo, yo te ayudaré en lo que pueda.

Chris: ¿En serio? Entonces quiero saber algo...

Chris se levantaba de la mesa y buscaba en uno de sus bolsillos, sacando la fotografía y mostrándosela a su abuela.

Chris: ¿Quién es él?

La señora quedaba paralizada, dejaba caer su tenedor al plato. Sus ojos se desorbitaban, su rostro se puso pálido.

Abuela: ¿De dónde sacaste esas foto?

Chris: ¿Entonces si sabes quién es? Necesito que me lo digas.

La señora se ponía el pie, ignoraba la pregunta y se disponía a lavar platos. Chris se le pegaba y aún preguntaba.

Chris: Si lo sabes debes decírmelo, ¿por qué recuerdo su rostro? ¿Por qué siento como que hubiera vivido toda mi vida en él? Pero no tengo nada, ni un solo recuerdo de un momento juntos.

Abuela: Hay cosas que es mejor no saber.

Chris: ¡No me vengas con eso! Necesito saberlo ¡dímelo!

Abuela: ¡Ya basta!

La abuela daba un fuerte pisotón en el suelo, causando un corto apagón de luz en la casa, a la vez Chris sentía un empujón de viento, como si una onda hubiera salido del cuerpo de la abuela.
Chris quedaba asombrado, pero su cara demostraba molestia, la abuela lo veía a los ojos con su semblante muy serio, como retándose el uno al otro.

Abuela: Hay cosas que simplemente, ¡no se necesitan saber!

Chris: Si, ya veo, ¿no que siempre me ayudarais? Solo fueron palabras vacías, otra mentira más.

Ambos comenzaron a poner ojos llorosos, sentían como si las palabras del otro fuera un cuchillo en su corazón, tantos años y tantas cosas que pasaron juntos parecían desaparecer en un segundo. Chris se limpiaba las lagrimas y salía corriendo de la casa. Su abuela trataba de detenerlo, pero finalmente quedaba sola en casa, con el corazón entristecido.

Chris corría por las calles, las lágrimas brotaban de sus ojos, se sentía molesto, traicionado, engañado. Limpiaba con su manga esas lagrimas, pero estas no paraban de salir, corrió y corrió, pensado la razón, la razón del ¿por qué? ¿Por qué ocultar algo así? No comprendía, no encontraba la respuesta, solo se sentía más y más confundido.
Llego a ese lugar, ese lugar que le daba tranquilidad, se sentó en el borde y miro hacia la ciudad, así estuvo por unas cuantas horas. Solo mirando y pensando, pensando y mirando. El viento soplaba y pasaba entre sus brazos y piernas, el sol no lo tocaba, pues los árboles lo defendían.
Pasado el tiempo por su espalda una tierna voz lo sorprendió con un "con que aquí estabas"

El solo levantó su cabeza, pues sabía quién era, pero no se dignó a girar su cabeza para ver. Esta persona se acercó a él y se sentó a su lado.




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