Los anillo:autor(a)

(capitulo 3) el brillo de la mina

Las maletas están listas. El carro espera en la puerta. No tuve tiempo de despedirme de Nick ni de Luci, aunque tengo certeza de que mi madre se despedirá por mí. Aun así, algo en mí se siente terrible por no hacerlo… así que decido escribirles una carta breve:

Luci, Nick:

Debido a la imagen lamentable que dejó mi padre durante la cena con los Alba, me han enviado a las minas, al este de Gaself y Verilia. Los extrañaré, aunque estoy seguro de que no será por mucho tiempo. Él no quiere quedar mal con los Alba, y sé que si no regreso pronto, esa imagen se reforzará. Las minas no están tan lejos, así que pueden venir si quieren… pero Nick, por favor, no dejes que Luci venga sola. Puede ser peligroso,de igual modo no se preocupen de vez en cuando los gemelos van allá trabajan allí aunque supongo que ahora que yo haré su trabajo ellos harán el mío,cuentas eso sobre las otras tierras de el señor Larsen.

La termino con rapidez y, aún en el carro, se la entrego a mi madre antes de partir.

Me duermo durante el trayecto. Al despertar, ya estoy en la cabaña. Para mi sorpresa, no siento que sea un castigo estar aquí. El silencio es distinto. Me acomodo, me relajo por un momento… hasta que escucho pasos en la puerta.

—¡Señor Larsen! —gritan—. Apresúrese. Su padre mandó cartas: al llegar, debe examinar el terreno para comenzar a administrarlo.

Ruedo los ojos y me levanto con el mayor de los pesares. Soy escoltado hasta las minas por un hombre parlanchín que habla sin cesar… y una mujer muda. Aunque no dice nada, me impresiona por su inteligencia y precisión.

Descubro que ella —Ester— ha sido quien ha administrado estas tierras ayudando y enseñando a mis hermanos durante todo el tiempo en que esto no era considerado un castigo. No dejo de pensar… ¿por qué gobernar estas tierras se considera ahora un castigo? Me agrada Ester. Incluso cuando llega un sujeto inepto que, por jerarquía, tomaría su lugar, ella no se molesta. Solo sonríe y me guía con paciencia.

Finalmente, llegamos a la mina principal.

El hombre —¿Fladio?, ¿Flavio?— no lo sé, sigue hablando, pero lo único útil es cuando lo que dice se guía por las señas de Ester.

Ester, con movimientos discretos, me aparta para hablarme en privado. Nadie más entiende sus señas,a excepción de fla... como se llame y yo porque la mayoría de los que trabajan ahí no pasaron por preparación académica. Me dice que ha ocurrido algo raro. Todos están contentos… pero ella está espantada. Hay un río que brota desde Eleng.

¿Eleng...? Ese río… es el mismo que pertenece a los padres de Nick. ¿El mismo donde escuché la voz? ¿Donde las piedras brillan…?

Continúa explicándome que el río brota desde allí, y que chorros rodean la mina, empapando las rocas como si las acariciara o las despertara.

Me asusto. Quiero irme.

Pero justo en ese momento llaman a todos a comer.

Quedo paralizado. Sin saber qué hacer. Cuando vuelvo en mí, ya no hay nadie. El silencio se ha tragado todo.

Y algo… algo me llama desde dentro de la mina.

El deseo se intensifica. No lo entiendo, pero ya estoy dentro. Mis pasos no los guío yo; los guía el eco que parece hablar desde las paredes.

Camino, sin detenerme, hasta llegar a un muro lleno de piedras hermosas. Algunas parecen vivas.

Entonces, sin que lo busque, una piedra morada cae en mi mano.

Estoy hipnotizado.

¿Qué hago? ¿Qué es esto que siento?

O mejor dicho… ¿por qué siento tanto poder?

Aprieto la piedra con fuerza entre los dedos. De pronto, un grito quiebra el silencio —“Rowan”—. Sé que es Flavio… reconozco su voz porque el habla muy raro , como tartamudo por eso no entiendo gran parte de lo que dice, aunque sus palabras se hunden detrás del zumbido que retumba en mis oídos. Estoy hipnotizado, no suelto la piedra. Mis ojos no están aquí; han viajado a otro lugar.

Es otra época. Veo cosas que jamás he visto, excepto… en mis sueños. La piedra reposa plenamente en mis dedos pero ahora como un anillo de hecho tengo uno más con una piedra negra y creo otros en mi otra mano pero no los veo estoy dentro de una visión. Entonces hago la señal de silencio —mi dedo sobre los labios— como si fuera necesaria para provocar algo.

Sin aviso, el tiempo se quiebra. Estoy unos segundos… o minutos antes, como si hubiese ganado ventaja frente a alguien. Lo veo. Su espalda. Es rubio. Creo que es aquel de en mis pesadillas.

Despierto en pie, completamente paralizado. El trance se evapora, y regreso justo cuando escucho a Flavio llamarme. ¿Qué fue lo que vi? ¿Qué está pasando? ¿Me estoy volviendo loco? Venir aquí solo empeoró lo que tanto me aterrorizaba.

No sé qué hacer. Aprieto la piedra con fuerza mientras avanzo lentamente, aterrorizado. Pero finjo estar bien. No quiero que nadie me detenga.

Al salir, Ester se acerca y me pregunta cómo estoy. Me toca el hombro.

La aparto de golpe.

—¡Déjame! —grito, sin poder evitarlo.

Ella se queda paralizada. Su rostro —y el de los demás— refleja confusión.

Me disculpo al instante. Pero ya es tarde. No entienden.

Camino a casa con prisa. Al abrir el puño, lo descubro herido, con cortadas profundas por haber presionado la piedra. No la quiero soltar. No sé qué hacer. Me enfado. La lanzo.

Luego… me agacho. La recojo.

¿Qué estoy haciendo? ¿Qué quiero?

Recuerdo la visión. Ese lugar, ese instante... ese momento.

Solo necesito ayuda. Alguien que me sostenga.

Me siento en el suelo y empiezo a escribir. Pero no sé por qué no le escribo a Luci, ni a Nick. Escribo a Sara.

> Ven. Ayúdame. Solo tú puedes ayudarme. Me siento ahogado. Han pasado cosas raras. Y sé que no nos conocemos bien, pero por favor… ven. Ayuda, Sara. Ven.

Me quedo en el suelo. El tiempo se vuelve un velo delgado que no logro atravesar,no me doy cuenta cuánto tiempo a pasado.

Cuando escucho golpes en la puerta… varias veces. Alguien pregunta por mí, pero no reacciono.



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En el texto hay: misterio, villanos, cienciaficion

Editado: 11.08.2025

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