Los bitonos del amor

Capítulo 2

Capítulo 

2

 

Cuando las dos amigas llegaron a casa faltaba una hora para salir de fiesta, si calculaban bien y no perdían el tiempo, seguro llegarían treinta minutos más tarde de lo normal.

—Estacionaré el coche enfrente para que cuando salgamos no tengamos que caminar. Si quieres baja y abre la puerta.

—Va

—¡Cariño! —gritó su amiga cuando ella ya había subido el primer escalón —, ¿puedes bajar a casa mi falda?

—Preguntas cuando sabes que no tengo opción, pasa esa mierda.

Con una sonrisa que parecía mueca llegó hasta el coche y tomó la bolsa que Ashley le ofrecía. 

Subió de nuevo y al llegar a la puerta dejó todo lo que llevaba en la mano y busco dentro de su bolso la llave. A los pocos minutos llegó su amiga con una carcajada en la cara. 

La maldad reflejada 

Pensó Aida.

—Te conozco tan bien. Estoy segura que hiciste una de las tuyas.

—Créeme, lo haré todos los días si así logro que el creído del edificio de arriba ponga la cara de estupido una vez más.

Aida también río, ambas odiaban a ese tipo por ser un todas mías.

—Cuenta.

—Se puso verde porque le ganamos el lugar, se bajó del coche y llegó bien grosero diciendo espero te muevas pronto, ese es mi lugar —la chica se burló de la voz de macho que siempre forzaba el hablar.

—Iditota, deberíamos ir en taxi para que se muera del disgusto.

—Le dije que me mostrara los papeles de propiedad de la calle y bajé del coche sin esperar respuesta. Estoy segura que se quedó con ganas de más.

Las dos amigas se miraron y rieron exageradamente, con la intención de que aquel tipo las escuchara. 

—Venga, dejemos de ser brujas, alistemonos. Los chicos saben que llegamos tarde…sería bueno tener un poco de vergüenza y no llegar tan pasada la hora.

Casi dos horas después, las dos chicas salían a la calle, Aida llevaba un vestido corto de corte cuadrado en tono violeta, unos tacones que quizás a algunas mujeres que no estuvieran acostumbradas las dejaría fuera de combate. Su amiga portaba una minifalda que ante el menor movimiento de caderas dejaba hipnotizado a cualquiera que mirara. 

La noche sin dudas sería de ellas.

—¿Le hacemos la broma al vecino?

La pregunta de Aida hizo que la mirada de su amiga se iluminará. La maldad emanaba en los ojos azules.

—Espera —Aida miró como sacó el teléfono y buscó entre su lista de contactos. Antes que pudiera mirar el nombre, Ashley se llevó el teléfono a la oreja—. ¡Hola preciosa! —la ceja izquierda de Aida se elevó, estaba completamente extrañada por la voz de su amiga—, todo está perfecto —aguardó mientras le contestaban en el otro lado y después añadió—, ¡nooo! Como crees, ella está a mi lado, el problema es otro. Fíjate que mi coche se ha descompuesto, ¿te importaría venir por nosotras...?

Dos minutos después, Ashley tocó el botón rojo para finalizar la llamada.

—Petarda, sea lo que sea que hayas planeado no quiero sorpresas amorosas ok. Y en todo caso que seas lesbiana, debiste decirme para intentar algo contigo. 

El humor no pasó desapercibido para Ashley, fue lo que pudo ver Aida, su amiga al instante se partió de la risa.

—Uy no, aun no me gustan las mujeres. Respecto de la sorpresa ¿qué crees? Eso debiste decirlo en la mañana, ahora nuestra dama de esta noche viene como buen caballero por nosotras. No la trates mal, por favor.

—Bueno si me pides eso quiere decir que la tía es un monstruo al que solo quieres que entretenga. Todas las putas citas que me consigues son un asco. ¡Ya hablé contigo, te dije que no quiero dolores de nada por ahora, ni nunca!

Aunque Ashley pudo percibir que la voz de su amiga había subido de tono, lo cierto era que Karla y Victoria (las últimas citas) habían sido una completa catástrofe, por más que Aida entendiera la intención de su amiga, ella no creía en las citas sorpresa.

—Bájale dos rayitas a tu histeria, cariño —Aida ya había levantado el dedo para replicar—. Deja que te explique. Olivia es una amiga del trabajo, sí, amiga, así que te comportas o te mato ¿te ha quedado claro? —a diferencia de la chica de ojos azules ella creía que todo saldría perfecto.

—Si es alguien importante para ti pues sal tú con ella, yo seré todo lo grosera que quiera, no me importara nada.

Aida vió que era una pelea perdida, más cuando su amiga decidió explicar más a fondo.

—Ella hasta hace unos meses no era abiertamente lesbiana, así que básicamente tú serás su primera cita, por favor no le des miedo. Hazlo por mí.

Aquellas tres palabras eran el peor de los chantajes, aunque dio resultado.

—Está bien, voy a ser amable. Que conste, solo claudicó por ti, más te vale que no sea un monstruo como las otras.

A los pocos minutos un coche nada mal se estacionó delante de las chicas, Ashley se acercó de inmediato para abrir la puerta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.