Cuando Aida tocó y miró a su jefa en compañía de un hombre los pómulos de sus mejillas tomaron un tono rosado. Miró de lado a lado y no entendió absolutamente nada.
—Señorita Villalba tome asiento al lado de mi abogado por favor, necesito hablar con usted.
El formalismo con el que su casi ex jefa le habló la asustó. No es que antes le hablara con dulzura, pero por lo menos le hablaba de tu.
—Claro señora —ella también decidió seguir el juego—. Solo venia por mi pago y pensaba marcharme.
—Ese es el motivo de tenerle aquí y al señor Prepon. Antes que nada le aclaro, usted no sale de esta empresa hasta que yo lo quiera. Está destinada a ser mi gata por el resto de su vida.
Los ojos de Aida pasaron del hombre a su ex jefa, en su cara se podía apreciar que la chica no entendía absolutamente nada de lo que pasaba delante de su naríz.
Completamente aturdida se defendió
—Ayer presenté mi renuncia, tengo un nuevo y mejor trabajo y usted…
—Si no eres tan estúpida como creo —escuchar de nuevo que la maltrataba le dolió, ¿cómo pudo pensar que lo que hubo entre ellas le había importado?—, seguro recuerdas que me violaste.
Las últimas palabras las dijo en un susurro, el hombre solo alargó la mano y tomó las de la mujer para ofrecerle apoyo.
Aida se quedó perpleja, no entendía absolutamente nada.
¿Cómo podía acusarla de violacion?
—Grace lo qué pasó entre nosotras fue…
—Me ultrajaste a tu antojo, yo no quise y tú aún así me tomaste por la fuerza —la actuación que Aida miraba era una verdadera muestra de talento, aquella mujer movía las manos y la boca con una agilidad que a cualquiera podría convencer sin siquiera verla—. Me violaste e insultaste en mi propia oficina, nadie acudió a mi ayuda. Me tomaste y luego me dejaste. Para mí, es un trauma que me genera mucha vergüenza… yo no puedo.
—Tranquila Grace —el hombre se levantó y rodeó a su cliente con los brazos con una familiaridad que a Aida le dio miedo, había complicidad en ambos—. Todo está bien, pagará lo que te hizo pasar, no podrá hacerle a nadie más el daño que te causó.
Cuando Aida escuchó esas palabras y al mirar la actuación de ella por fin entendió que hiciera lo que hiciera era su palabra contra la de la mujer más poderosa del momento.
No sabía de leyes, sin embargo las palabras de su amiga esa mañana le hacían creer que debía hacer todo lo que ella pidiera si con eso no la metían a la cárcel.
—Gracias Jacob, como bien dices, no quiero que le haga esto a nadie más, pero tampoco quiero que los medios se enteren de… —la voz de la mujer se quebró. El hombre no pudo ver su expresión, Aida sí, la sonrisa en los labios denotaba venganza pura—. Lo que ella me hizo, sería desastroso para mi carrera y mi matrimonio. Por eso la dejaré en la empresa.
—No quiero estar acá, necesito seguir con mi vida.
—¿En verdad crees que te dejaré salirte con la tuya? No puedes ir por ahí abusando de personas y siguiendo con lo mismo, no se a cuantas les hayas desgraciado la vida, lo que sí te aseguro es que será la última vez.
—¡Coño Grace, yo no le hice nada a nadie y menos a ti, me cago en tu madre!
Las palabras salieron en un perfecto español, Aida estaba tan enojada que no se midió, incluso olvidó el miedo que sentía. Sus gritos se pudieron escuchar hasta donde estaba Benito.
—Bájale a tus gritos. Tú decides, sigues trabajando para mí hasta que considere que hayas pagado tu condena o ahora mismo llamo a los policías y que te escolten a la cárcel. No me importará que todo el mundo sepa que eres una violadora y que yo fui tu víctima. Te lo juro Aida Villalba, pagarás por todo, ya sea en libertad o en la cárcel, tú no vas a disfrutar de la vida. Te sentirás igual de sucia que yo cada día que te levantes, no conocerás la felicidad.
Los ojos azules de la morena se humedecieron, el llanto le fue imparable.
Se sentía rota, sabía que aquel demonio tenía razón, ella estaba destinada al fracaso por el resto de su vida y nada más y nada menos que por su gusto por las mujeres.
La jefa al ver que había ganado decidió dar la encestada final.
—Lárgate a tu mesa, no le dices ni una palabra a nadie, inventa lo que quieras menos la verdad. Jacob te dará un documento que debes firmar, cuando esté listo te haré venir.
—Seguro será mi puerta al infierno.
—Así es y quieras o no, lo debes firmar, es eso o la cárcel.
—Grace…
—Conozco tu tono Jacob y créeme estaré bien, esta tipa no se atreverá a volver a repetir. De eso me encargo yo. Salte, te hablo después.
Aida secó sus lágrimas y sin más palabras salió de la oficina. Lo único que le quedaba claro era que nunca sería feliz, la rubia se encargaría de eso.
Cuando vio salir al abogado enfundado en su traje hecho a la medida, un escalofrío la recorrió.
Era hora de firmar su pacto con la diabla.
Ingresó con los hombros caídos, nada valdría la pena de ahora en adelante. Se sentó sin esperar a que la invitara, tomó un lapicero y cuando estaba por firmar fue interrumpida.
—No tan rápido, debes leer lo que dice.
—¿Para qué? ¿Acaso tengo elección?
—Claro que no, solo que, así sabrás tus deberes de ahora en adelante.
—Estoy segura que harás que los aprenda.
Sin esperar nada firmó el documento y salió de la oficina, por ese día no quería respirar el mismo aire de esa mujer, solo quería correr en el parque de siempre y no haber vivido nunca las veinticuatro horas pasadas.
Aida se sentía a la deriva, llamó a la única persona que amaba y le contó por teléfono parte de lo sucedido. Ashley la escuchó y antes de colgar le dio una indicación.
—Ve a la casa, cariño, en cuanto salga me voy contigo, debemos buscar a ese abogado o a otro. Algo podemos hacer, no debes perder tu sueño.
Caminó por un largo rato pensando en el carrusel de emociones, la aceptación de la revista, su sueño hecho realidad, la diabla y ahora eso, tener que renunciar a todo lo que sería una vida perfecta por haber cometido una falta más. Sintió que una vez más defraudaba a su madre.
Como su padre dijo, las mujeres a parte de placer traían desgracia a su vida. Primero cuando mató a su madre y ahora perdía la oportunidad del trabajo de su vida por la más mala de todas.
Eres un fracaso de persona, una mierda.
Nada más que esa frase rondaba en su cabeza.
Llegó al departamento y se desvistió, era momento de sacar el pijama verde limón que su chica le había regalado.
Aida no supo en que momento se sintió tan cobijada, cuando despertó tenía una manta sobre su pijama y una taza humeante de chocolate lista para ser ingerida.
—Ey, ya estoy aquí.
Su amiga le movió un mechón rebelde que salía de su cabello para mirarla a los ojos. Sin decir palabra la chica de los ojos azules la abrazó, necesitaba sentir el calor de Ashley.
—No sé qué haría sin ti, gracias por estar siempre para mí.
—No digas eso, soy yo quien debe agradecer formar parte de tu familia, venga nena, cuéntame todo.
—A veces siento que te arrastro conmigo. Amiga, sabes, agradezco cada momento vivido contigo.
—Aida, mírame a los ojos —cuando la chica tomó la cara de la española le habló directo a ellos, mezclando el café con el azul—. Fuiste la única persona que sin conocerme me arropó en su casa y me cuido cuando lo perdí todo. Eres la única familia que me queda. Las llamas se llevaron todo lo que me importaba y dejaron solo cenizas que tú decidiste tomar y moldear para crear una nueva mujer. Te debo tanto que nunca tendré para pagarte. Esa noche cuando mi abuela y mi hermano murieron lo único bueno que obtuve fue a mi nueva hermana, eres todo lo que tengo y por ti daría la vida. Eres la persona más linda que conozco, no permitas que esa canalla se lleve tu lado positivo, debes luchar. Anoche te dije que te saldría caro y para nuestra desgracia no me equivoque, con la misma seguridad te digo, todo saldrá bien. Vamos, levanta ese trasero, hay que subir cosas al blog.
—No creo tener humor, no sé si valga la pena seguir.
—Hagamos esto, si no tienes más de cinco comentarios positivos no subes nada, creo que el tema del otro día era bueno, deberías subir a como tienes, hablar de las marcas que se atreven a marcar tendencia siempre es bueno.
—Es trampa, seguro tengo más de cinco comentarios, debes poner un número más alto.
—Me vale, fui la de la idea así que venga.
Con la taza de chocolate y el calor de su amiga se olvidó de su problema, Aida decidió que Ashley tenía razón, si no podía lograr trabajar en la revista que le gustaba iba a subir al cielo las visitas en su blog.
—Tienes razón Petarda, es hora de seguir. “La moda en ti” deberá darme toda la fama del mundo. Seré más reconocida que la idiota de Grace, no dejare que trunque todos mis sueños, este no, este es mío.
Ambas amigas buscaron la nota, leyeron, cuando terminaron se dieron cuenta que era digna de subir a la plataforma.
El trabajo de Aida en su canal era perfecto; el tema de las marcas comerciales que son más promoción y menos calidad en diseño, pintaba para ser una promesa en los hashtags.
—Esa sonrisa es la que quiero en tus labios cariño, no dejes que la peste te quite la ilusión.
—Te adoro Ashley.
Recostadas sobre el sofá las dos amigas esperaron los primeros mensajes de los lectores. Todos eran comentarios positivos ante lo acertada que era la crítica. Aida se puso feliz, como decía su amiga solo necesita de sus lectores para saber que todo estaría bien.
Miraron una peli, ya se iban a dormir, un sonido característico de su teléfono le hizo mirar.
Deslizó la pestaña y apareció el nombre de esa mujer, debajo un mensaje que solo le hizo hervir la sangre.
La diabla privado: Es hora que dejes tu blog,
La diabla privado: Tu tiempo es mío.
La diabla privado: Debiste leer el contrato. No peques de ingenua.
Asistente 2: Ni en tus sueños me lo quitas, supéralo.
La diabla privado: ¡Es una orden Aida! 😡
Asistente 2: ¿Cómo sabes del blog?
Asistente 2: Sin contar que no lo manejo yo. ¿Contenta?
La diabla privado: Mañana se aclara, te quiero a las siete.
Aida solo dejó en visto el mensaje, no quiso contestar, al parecer la cosa iba muy en serio, eso sí, el blog no se lo quitaría, así tuviera que pedirle a su amiga que hiciera las publicaciones.
No le daría el gusto a esa mujer.
Antes muerta que darte mi alma.