Los bitonos del amor

Capítulo 12

 

Cuando se quedó con el hombre a solas, Grace tomó una actitud poco profesional. No podía permitir que aquel sujeto siguiera maltratando a su novia, menos delante de ella.

—No puedo trabajar con un hombre como usted, creo que deberíamos anular esta asociación, sé que Aida es su hija. ¿Cómo puede vivir y no disfrutar de la mujer más buena de este mundo?

—¡Así que esa mujer tiene un puesto a su lado por acostarse con usted!

—No, tiene su puesto por su trabajo y esfuerzo, es demasiado profesional y competente. Que sea mi mujer es un plus que no pienso desaprovechar.

—¿Qué cojones está diciendo?

—Todo lo que entendió, usted es mi suegro y seremos familia, lo último que quiero es enfrentarnos, lo que sí le aseguro es que si no me deja opción lo haré. Por ella soy capaz de todo, no me importa si debo pasar sobre usted o cualquier persona para estar con ella.

—Vaya, así que mi hija se fue por un pez gordo y…que clase de pesca ha tenido.

—Voy a ignorar su comentario machista. Le pido que piense muy bien sus palabras y sus acciones. Haré todo lo que esté en mis manos para que nunca vuelva, de usted depende seguir perdiendo a su hija. Ella aún lo ama, pueden ser unidos, si así lo desea. Solo recuerde que no es culpable de la muerte de su esposa, sería bueno que le dijera eso. Estoy dispuesta a darle un quince por ciento más de ganancia de nuestro trato para que lo haga. Ella sufre porque cree haber matado a su madre, no sé que haya pasado, pero estoy segura que no fue así. Tómelo como una amenaza, si no hace lo correcto, sus negocios se verán perjudicados —el hombre llevó sus manos a la cabeza completamente preocupado, apenas estaba entendiendo todo lo que había hecho y el mal que le había causado a la última persona que le quedaba en el mundo. —Me interesa que mi mujer esté en paz y sea feliz conmigo, ese es mi único objetivo, sí puede estar usted en su vida me daría mucho gusto. Quizás no sepa, ella vino ayer para ver si ya la había perdonado. Lloró durante toda la tarde al saber que nada había cambiado. Igual le recuerdo, el amor cuando no es correspondido pierde eternidad.

El hombre al fin salió de su trance.

—Ella no mató a su madre, fui yo —Grace vio que también tenía el tic de su hija, los nervios estaban a la vista. Al fin algo había cambiado en él, desapareció el hombre de negocios para aparecer el dolido ser humano.

—Cuénteme —intentó no sonreír, al fin había logrado su objetivo.

—Le dije a mi hija que había tenido la culpa porque me quise hacer esa idea. La  mamá de Aida se enfermó de tristeza y depresión por mí. Deje a un lado a mi hija, cada noche me suplicaba que la perdonara. Para mi tener una hija así no era permitido. ¿Qué clase de mujer había engendrado?

—La más maravillosa del mundo. Por ella me quiero enfrentar a todo, estoy dispuesta a correr los riesgos que sean necesarios para estar a su lado, pero eso usted jamás lo entendió. Aceptar nuestra sexualidad no es fácil, al final se va encontra del mundo, solo los valientes se atreven a luchar por su felicidad. No espero que lo entienda.

—No quiero perderla, no se si sería bueno perdonar que no me dé nietos, que no pueda tener una vida normal. El mundo la odiará, será inevitable que no sufra.

—A ella el mundo no le importa, para Aida la única persona importante la desprecia. ¿Cree que es feliz sin su padre?

—¿Crees que soy feliz sin mi hija?

—Le veo despreciarla, me hace entender que sí, que le importa un pimiento. Ya le dije, firme y le daré el quince por ciento más, solo para que le diga que ella no mató a su madre, no necesito que le de amor. Me la llevaré para que nunca la vuelva a ver. No quiero que nuestros hijos tengan un abuelo así. Sí quieres perderla, eso tendrás.

—No quiero que se vaya, quiero abrazarla, sentir su calor. Su madre murió de un paro fulminante, no de depresión como se cree. Ella tenía una condición que todos desconocíamos, mi esposa era tan maravillosa que se enfermó de cáncer en los ovarios y nunca nos dijo nada, ni a su hija ni a mí. Cuando ese día ella se fue a la fiesta, yo me encerré en mi despacho. Del pleito, mi mujer se cayó en nuestra habitación, nadie la vio, estaba tan dañada que algunas venas se le rompieron, se desangró por dentro. Por mi terquedad me alejé de mi esposa La culpa fue mía por ser tan cuadrado y perder a las dos mujeres de mi vida por mi necedad.

—Si está seguro de eso, entonces es mi turno.

La mujer se levantó del mueble y se fue a la puerta para girar el pomo.

Como creyó su chica se encontraba sentada, llorando. Fue adonde estaba y la estrechó entre sus brazos.

—No llores cariño, todo estará bien, saldremos adelante juntas. Vamos a terminar…

Grace sintió como el abrazó de dos se volvía de tres. El perfume del hombre fue inconfundible, también pudo sentir como el cuerpo de Aida se ponía duro. Le susurró al oído todo estará bien.

A las dos de la tarde, después de haber arreglado todo, los tres salían de la empresa para ir a comer. De un lado Aida tenía la mano de su padre y del otro la de Grace, parecía tan irreal que la rubia tuvo que acariciar la mano femenina que tocaba. 

De hecho parecían una familia.

—No quiero que se separen nunca. Grace es perfecta para ti, hija. Tienes a tus pies a la mujer más importante en los negocios y tú Grace, pobre de ti que le rompas el corazón. Tienes a la mujer más valiosa del mundo, que los negocios y la cartera no te hagan perderla.




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