Los cuentos de Emno - Vol. I

Cementerio de estatuas

Si Iris o Gilbert fueron o no capaces de sobrevivir lo dejo a su entera imaginación, habrá quien dirá que si habrá quien diga que no. En lo personal deseo pensar que los dos aún viven debajo de la montaña en secreto y cada que hay un terremoto es porque están organizando una gran fiesta nuevamente. Esta historia es muy bonita y nos habla de cómo algunas personas nacen con ciertos dones, pero no siempre lo que heredamos al nacer es tan maravilloso, los dones que tenemos a veces pueden lastimar a otras personas sin que nosotros lo queramos o sin ser conscientes de ello. Con respecto a eso me gustaría contarles otro cuento que trata precisamente de eso.

Verán todo esto comenzó también hace mucho tiempo, antes de que sus padres, sus abuelos o incluso sus bisabuelos nacieran, todo ocurrió en una tierra donde el mármol abundaba, existía aquí un pueblo donde la mayoría de sus habitantes se dedicaban a la humilde profesión de extraerlo de la tierra para poder darles forma y crear estatuas de gran belleza. En cada esquina se podría ver a muchos artistas que trataban de vender sus obras, había desde las que eran tan grandes como una casa, como las que tenían el tamaño de un pequeño ratoncito; las que representaban personas, animales, dioses, insectos o hasta incluso algunas que no tenían muy bien una forma definida; estaban también las que estaban en un solo color o aquellas que exageraban en el uso de estos y tenían una amplia gama de colores que ni siquiera tenía el objeto de inspiración para la estatua. En fin, eran tantos los artistas y tan variadas sus obras que precisamente por eso tenían tantos problemas para que todos pudieran vender sus obras, en primer lugar como todos se dedicaban a lo mismo no podían vendérselas a ellos y aun que tenían muchas visitas por parte de los turistas, eso no alcanzaba para que todos pudieran vender sus mercancías. Es por esto que muchas de las estatuas terminaban siendo abandonadas por sus creadores en cualquier parte del pueblo, estaban en todos lados y eran tan variadas que los turistas terminaron por llamar a aquel lugar como el cementerio de las estatuas. Y este nombre no se alejaba tanto de la realidad, si la competencia era dura entre los propios creadores puedes imaginarte como era entre las estatuas, cualquiera que terminara siendo abandonada por su creador difícilmente podrían tener una oportunidad que alguien las comprara y les diera un buen y bonito hogar.

Por si no se lo han imaginado aun, la historia que quiero contarles esta vez es sobre una de estas estatuas que fue abandonada. Verán ella fue creada por uno de los artistas más pobres que habitaban en el pueblo, el no poseía grandes habilidades para crear estatuas y es por esto que nunca vendía nada, sus obras carecían totalmente de ese algo que tenían todas las obras de arte, aquello que tenían las obras que se consideraban como arte. Es por esto que esta estatua no tenía ninguna oportunidad de ser un gran éxito y termino en las calles como casi todas sus obras. En el tiempo que la estatua paso en el taller de su creador nunca llego a llamar la atención de ningún cliente, pero en las calles es completamente diferente, si se lo que están pensando, de seguro alguien la vio aprecio su valor y termino por guardarla como un tesoro; pero no es así, en las calles más que dar gusto a la vista las personas expresaban su total desagrado por ella, la cual resaltaba de entre todos los demás fracasos de los artistas del pueblo únicamente por su fealdad. La estatua recibía en el día a día una gran cantidad de insultos y palabras de desprecio por parte de todos los que pasaban enfrente de ella, pero recuerden, recibir atención es recibir atención sin importar si sea buena o mala. Por tanto la estatua, como todos los objetos que llegan a ser queridos o despreciados por los humanos, comenzó a ganar una conciencia que le permitía darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, sin embargo sus primeros pensamientos comenzaron a ser tristes y de desánimo por todos los insultos que recibía diariamente por parte del pueblo. Esta estatua se habría convertido en un objeto maldito gracias a todos los malos pensamientos que las personas depositaban en ella, a no ser por una pequeña niña que se apareció un día frente a ella.

  • Hola ¿estás aquí tu solo? ¿no tienes un amigo con quien jugar?

Aquella voz como ya se imaginarán pertenecía a una pequeña de ojos enormes y negros, cabello corto, lacio y de color café, piel blanca, aunque un poco quemada por el sol, sus ropas eran viejas, sucias y estaban desgastadas por el tiempo.

  • ¿Sabes? Yo también estoy sola, desde que nací nunca conocí a mis padres, creo que ellos me abandonaron como a ti por que no era lo que querían que fuera, tampoco tengo hermanos que yo sepa y si los tengo no los conozco. Tampoco tengo amigos, he querido platicar muchas veces con los niños del pueblo, pero los adultos se lo tienen prohibido por que dicen que yo estoy maldita.

La estatua se conmovió mucho al escuchar la historia de la pequeña y comprendió que había otra creatura en el mundo que comprendía el dolor por el cual estaba pasando, ser abandonada por quienes te dieron la vida y ser rechazado por todos los demás en el mundo.

  • ¡ya se! Volvámonos amigos los dos, de esta forma no volveremos a estar solos nunca y podremos ayudarnos a soportar nuestras tristezas. Mi nombre es Zoe y tú ¿cómo te llamas?

Por la proposición de Zoe la estatua se sintió muy extraña, primeramente, porque no se esperaba que alguien no solo se dignara a verla si no que además la apreciara tanto como para querer ser su amigo; y por otro lado su pregunta no tenía idea de cómo contestarla, un nombre nunca lo pensó en algún momento, como era que se llamaba ni ella misma lo sabía.

  • ¿Entonces no tienes un nombre? bueno ya se, te pondré uno yo misma, de ahora en adelante te llamaras Toto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.