¿Nunca más? Más que extrañarle que el hecho de que un cuervo hable, le sorprenden las palabras, Nunca más.
Hace tanto que no las escuchaba. Fue un sonido agónico, no retumbó en la sala, más bien como si dentro de su mente las palabras fueran y vinieran, y se pusieran de acuerdo con el pico del cuervo de alas blancas. ¿Qué puede significar para él en este momento? Hace un tiempo podrían haber significado un impulso a salir adelante; pero ahora, cuando ya no tiene razón en la vida por la cual luchar, cuando su modus vivendi, Vidya, su amor, se ha ido, no se siente con ánimos de luchar. Inténtalo tú que me lees, intenta despertar cuando hay cientos de razones para seguir durmiendo, por siempre.
El ave azabache no hace más que acompañar las palabras con un graznido, y destruye la magia de estas. De nuevo: «Nunca más» y otro graznido.«Nunca más», un graznido. Es una especie de concierto ¿qué es lo que quieren demostrar? ni siquiera yo lo sé. Lo que sí sé, o al menos puedo explicar —quizá no al cien por cierto— es el desconcierto que se produce en la mente de nuestro personaje. La melancolía lo embarga, otra vez. Tal como si desconectaran algo en su cerebro, se aleja de ellos y regresa a su sillón, a lo mejor necesita comprender el significado de las palabras. ¿Cuándo fue la primera vez que las escuchó? ¿Quién fue aquella persona? Ya lo adivinaron: Vidya. Al final, todo se resume en Vidya.
Los cuervos siguen allí, esta vez en silencio. Arturo pregunta ¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí? La voz, no la voz del cuerpo sino otra voz, la voz dentro de sí, exclama: «Nos has llamado».
―Yo no los he llamado.
«Nos has llamado».
―Aléjense, quien quiera que sean déjenme en paz, no necesito de ustedes.
«Nos has llamado».
De quién era esa voz, no pueden saberlo, hay misterios que ni siquiera los narradores podemos revelar. Las lágrimas empiezan a brotar de él, tiene miedo, dolor, recuerdo. Si alguna vez lo has experimentado sabrás que la combinación de estos tres sentimientos no es nada grata.
―Sígueme ―dijo la voz en su mente.
Los cuervos salieron de la habitación, volaban lento, y de cuando en cuando se detenían, esperaban que él apurara el paso. Y Arturo los sigue.
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Editado: 28.02.2019