Las horas pasaron y la fiesta llegaba, en aquel colegio las luces brillaban y la música era tocada, la joven muchacha no podía esperar, pues aquella noche tenía que aprovechar, su amor ya no podía ser guardado, su amor debía ser profesado.
Camino segura y fuerte, por primera vez en años estaría a voluntad en quel evento, su sonrisa seguia ahí, tan pura y brillante como la describía su profesor, pero está comenzó a apagarse cuando no menos de diez personas se posaban a su alrededor, extrañada y asustada intento continuar pero ellos le impidieron pasar.
— Di la verdad pequeña – le exigió la voz melosa de una de sus compañeras – aunque quieras no lo puedes negar.
— No entiendo a qué te refieres – trato de nuevo de escapar pero como la primera vez le resultó imposible.
— Una tonta que se enamoró de la persona equivocada, eso eres o ¿no? – se burló está vez un chico rubio.
— No se de que están hablando, déjenme ir – suplico está vez aterrada, algo no le gustaba.
— Claro, así vas a verlo a el – las risas no se hicieron esperar.– ¿creyeron que nadie lo notaría?
— De verdad me estan asustando, no se de que están hablando.
— No te hagas la imbécil – dijo un castaño antes de golpearla, aquel golpe solo fue el comienzo de lo que sería su peor infierno.