Los demonios de Pangea

Capítulo 10

De inmediato Mateo intento dispararle pero Ulas fue más rápido y corrió lejos de la mira del arma, sorprendentemente subió por la pared como una lagartija lo haría fácilmente, todo bajo mi aterrorizada mirada y el miedo y la desesperanza que me tenían anclada de rodillas al piso, Mateo continuó disparando pero al parecer no eran balas, si no una especie de darnos lo que estaba disparando.

Eso eran, dardos tranquilizantes, de esos que usan con los animales grandes, Mateo no quería matarlo, quería dormirlo para poder sacar el carnicero de mi pequeño hermano, intenté no mirar los cuerpos drenados de mis padres y me levanté con las piernas temblando, Mateo seguía disparando mientras Ulas lo esquivaba caminando por el techo y las paredes cual araña.

No tenía idea de que hacer salvo llamar su atención, así cuando viniera a atacarme Mateo podría dispararle, así que eso hice.

— Ulas!! — grite— se que sigues allí, y se que no me harías daño.

Una risa escalofriante lleno la habitación, y Mateo dejo de disparar.

— Ulas no esta aquí— gimió en son de burla— tu delicioso hermano ahora está bien muerto, consumi su alma por completo y ahora es tu turno preciosa.

Se abalanzó sobre mi desde el techo y solo me dio tiempo de cruzar mis brazos delante de mi para protegerme, sus uñas se clavaron en ambos brazos mientras con la fuerza increíble que tenía me tiró al suelo, de nuevo esta maldita posición, el encima de mi controlandome por completo, no se de donde saque fuerzas, no entiendo aún como paso, por un segundo mi vista se nubló y sentí una corriente de fuerza recorrerme por dentro, parpadee fuertemente y Ulas abrió sus ojos sorpresivamente como si viera en los míos algo que lo asustó, tome a Ulas del cuello y me levante con el colgando de mi mano mientras sacudía su cuerpecito tratando de liberarse.

Lo pegué a la pared y empecé a asfixiar lo apretando fuertemente su cuello, mientras el luchaba ferozmente por alcanzarme con sus garras mientras se esforzaba por tomar aire, pero mi mano se lo impedía, algo que no entendí se apoderó de mi, solo podía pensar en matarlo y descuartizar lo con mis propias manos allí mismo.

— Carmen!! Carmen!! Lo vas a matar, suelta lo!! — escuche una voz ajena a mi, no podía reconocerla en mi mente solo estaba la idea de matar al maldito que me quitó a mi hermano y a mis padres.

Mateo disparo unos 6 dardos al abdomen de Ulas mientras yo lo mantenía pegado a la pared, y este cayo dormido en mi mano, volteé para mirarlo y solo pude notar horror y miedo en los ojos de Mateo. 

Dio un paso hacia atrás y apuntó su arma a mi, frunci el seño al no entender porque tenía miedo de mi o porque me apuntaba con el arma, así que solo solté a Ulas quien cayó inconsciente al suelo y caminé en dirección a Mateo que solo siguió retrocediendo a cada paso que yo daba.

— Mateo, soy yo, ¿porqué me apuntas? — pregunte calmada, el miedo desapareció por completo de mi.

Parpadee fuerte ya que mi vista se nubló por un segundo y volví a hablar.

— Mateo, deja de tonterías y ven a ayudarme con Ulas— le dije mientras me daba la vuelta y me agachaba 0ara ver a mi hermano que estaba tendido en el suelo cubierto de sangre.

Mateo bajo su arma y se encaminó detrás de mi, tomó a Ulas y lo llevó al baño del sótano, llenamos la Tina de nuevo hasta el tope y colocamos un montón de hielo para bajarle la temperatura al agua.

Entre los dos tomamos a Ulas y los metimos a la bañera en la cual se despertó furtivamente y comenzó a arañar a diestra y siniestra tratando de liberarse del agua congelada, Mateo comenzó a recitar palabras en latín, como una especie de cántico o reso parecido al de los exorcistas de las películas, no tenía ni la menor idea de lo que estaba diciendo. Tomaba a Ulas fuertemente de los hombros mientras lo mantenía hundido en el agua y el carnicero luchaba por salir pero apenas si podía tomar bocanadas de aire, Mateo tenía grandes Cortes en sus brazos provocados por Ulas y aún así seguía recitando sus palabras en latín.

Por un segundo el tiempo se ralentizó, todo se movía mucho más lento para mis ojos, y pude notar los ojos de Ulas, de mi hermanito suplicando por ayuda, quise acercarme pero de nuevo se tornaron negros al mismo tiempo que continuaba arañando a Mateo, tome la daga en mi pantalón y la empuñe fuertemente detrás de mi espalda, mire al carnicero y pude escuchar su voz en mi mente, de nuevo mi vista se nubló y parpadee fuerte, al abrir los ojos pude conectarme con el carnicero que también se quedó mirándome fijamente mientras para sorpresa de Mateo, dejo de luchar.

Una especie de trance nos atrapó a ambos, y ni yo ni Mateo podíamos entender que estaba pasando, solo se que podía sentir el frío que sentía mi hermano en esa bañera, podía sentir el miedo dentro de él, podía sentir su alma aún dando lucha dentro de su cuerpecito desgastado, y pude escuchar su voz en mi mente.

— Carmen, por favor ayúdame, el quiere comerme, ayúdame porfavor— lloraba con su pequeña vocecita en mi cabeza.

Una lágrima corrió por mi mejilla y empuñe aún más fuerte la daga que mantenía oculta en mi espalda, Mateo nos miraba sin entender nada ni sabía que hacer solo se quedó allí de pie.

— deja a mi hermano en paz, maldito demonio, o te matare— advertí en mis pensamientos.

Una risa estruendosa golpeó mi mente, el demonio también estaba allí, junto con Ulas, podía sentirlo, podía notar que aún con su risa estaba asustado, pero era demasiado orgulloso para hacerlo ver.

— no puedes matarme, nadie puede— se burló — me comí a tus padres, me comi a tu pequeño Ulas y pronto tu serás la siguiente al igual que el pedazo de insecto que se escapó dejándome encerrado con tus deliciosos padres— continuo.

— tomame a mi, seré tu huésped, me entrego voluntariamente, sin luchar, solo deja en paz a mi hermano— le suplique.

— ¿y porque querría hacerlo? Ya tengo a tu hermano, y pronto tu serás mía, haré maravillas con ese exquisito cuerpo— pude escuchar como si lamiera sus labios al imaginar sus asquerosidades.

— soy más grande, más fuerte, podre serte más útil, mi hermano solo tiene 3años, y tiene cáncer, morirá pronto— intente convencerlo.

— tienes razón, este enano asqueroso morirá, y tendré que buscar otro huésped e iniciar de cero— hizo un sonido de frustración.

— no voy a pelear, te daré mi alma y mi cuerpo, solo deja en paz a mi hermano— mi voz era débil, aunque sabia que apenas dejara a Ulas lo apuñalaria para matarlo con la daga que apretaba fuertemente detrás de mi espalda.

— esta bien, tu ganas, tu hermano vive, y tu serás mia— hablo animado aún en mi mente.

El tiempo tomó su curso normal y parpadee fuertemente para regresar del trance, Mateo seguía de pie detrás de Ulas, todo esto había pasado en solo unos pocos segundos sin notarlo y pude observar con horror como una sombra salía como tratando de arrancarse de mi hermano, mientras el pecho de Ulas se elevaba .

La enorme sombra se materializó en un asqueroso engendro salido del mismísimo infierno, sus ojos eran solo oscuridad y sus garras tan amarillas como sus enormes y deformes dientes, se acercó a mi y justo cuando se posó frente a mi tome impulso y clave la daga directo en lo que podría decirse era su pecho, la criatura retrocedió tambaleante y Mateo le propinó una fuerte patada que lo derribó junto a la bañera.

Un fuerte olor a carne quemada se hizo presente y el carnicero comenzó a tornarse oscuro mientras soltaba un chillido horrible por lo que supongo era dolor, un enorme agujero se formó en su pecho justo donde estaba la daga clavada y el horrible espectro se convirtió en cenizas delante de nuestros ojos, dejando la daga intacta en el suelo en un mar de cenizas.

Mateo corrió a comprobarme, pero yo estaba totalmente paralizada por lo que acababa de ver, solo reaccioné al darme cuenta que mi pequeño hermano estaba aún en la bañera, su piel estaba casi azul y sus labios morados, estaba inconsciente y sus pequeñas pestañas estaban pegadas a sus mejillas ya sin color, lo tomé en brazos y corrí escaleras arriba hasta el cuarto que tenía la camilla, lo puse en ella y comprobé su pulso pegando mi oreja a su pecho, un alivio tremendo invadio mi corazón cuando pude escuchar un débil palpitar, aún estaba vivo, mi pequeño Ulas seguía con vida.

Mateo llegó rápidamente con mantas y un botiquín, lo atendió y cubrió con las mantas mientras me hacía a un lado.

— quítate la ropa— me ordeno.

—¿ que? ¿ porque? — pregunte sorprendida.

— Ulas esta alcanzando niveles extremos de hipotermia, necesito que le compartas tu calor, y se logra mejor piel con piel, quítate la ropa ya!! — me grito.

Lo hice sin importar si me estaba viendo o no, la vergüenza no existía, solo el deseo de salvar a mi hermano, quede en sujetador y pantys y me acoste con Ulas pegando su débil cuerpecito a mi pecho, susurrando palabras tiernas a su oído prometiéndole que todo estaría bien.

Poco a poco comenzó a entran en calor y Mateo le colocó una vía con algunos medicamentos y sueros para ayudarlo a mejorar ya que se encontraba tan Delgado y golpeado que necesitaba recuperar sus fuerzas, un par de minutos más tarde abrio sus pequeños ojitos, y me miró dulcemente.

— gracias — susurro en voz quedita que solo yo pude oír.

Continúe meciendolo y cantando una canción bajito para hacerlo dormir y descansar, poco tiempo después Mateo llegó con Amel en la habitación.

Este ya estaba duchado y sus heridas habías sido cubiertas por vendas, Mateo se había encargado de sacar a Amel del cuarto de baño y darle atención médica, Amel se acercó y se acostó a mi lado en la camilla, por suerte éramos delgados así que entramos a la perfección, y pronto se quedó dormido.

— tenemos que hablar— dijo Mateo.

Tome a Ulas y lo acoste junto a Amel mientras me levantaba cuidadosamente de la camilla para no despertarlos, mis pobres hermanos, vivieron mucho para una sola vida.

Salí de la cama tome mi ropa y luego de ponerme la salí a la sala destrozada donde me esperaba Mateo en los restos de su sofá así que me senté a su lado.

— ¿de qué quieres hablar? — cuestione— gracias por ayudarme a salvar a mis hermanos— le dije mientras tomaba su mano.

— esta noche, cuando tomaste a Ulas por el cuello— dudo si seguir contando.

— cuando me apuntaste con tu arma— intente animarlo que siguiera ya que yo aún no entendía porque lo había hecho.

— tus ojos Carmen, se volvieron negros, con venas saliendo de ellos tan negras como las de Ulas— hablo mirándome de lado con los ojos aguados

— ¿mis ojos? Imposible, yo solo quería atraparlo — le dije.

— querías matarlo, no eras tu — confesó 

— ¿como iba a matar a mi propio hermano ? Estas loco — me levanté indignada.

— espera!! — me sostuvo del brazo— no eras tu.

— claro que era yo, solo quería atraparlo, me acuerdo perfectamente— empece a exasperarme.

— no pudiste verlo, pero yo si, tus ojos, se volvieron como los del carnicero dentro de Ulas— intento hacerme entender.

— no es posible, no puede ser posible — comencé a negar con mi cabeza mientras mis ojos asomaban lágrimas.

—creo que hay un demonio dentro de ti Carmen— y con eso, mi mundo se vino abajo de nuevo.



#14731 en Fantasía
#3150 en Ciencia ficción

En el texto hay: demonios, muerte, terror

Editado: 14.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.