Los demonios de Pangea

Capítulo 15

Despierto sobre el duro suelo y noto algo húmedo en mi espalda, me levanto un poco para ver que es, sangre, es sangre, espesa y roja, dejando un olor metálico en el aire, mi respiración aumenta considerablemente, el miedo me sube como una corriente por la columna, miro mis manos y están llenas de sangre, y mis garras están afuera tan amarillas y largas que podrían cortan carne fácilmente, toco mi rostro y mis dientes están sobresaliendo de mi boca, miro a los lados, todo está claro y me levanto a buscar a mis hermanos, pero los veo en la cama, llenos de sangre y cortadas, tan pálidos y tiesos, están muertos, yo los maté, mate a mis hermanos, ¿qué hice? Soy un mounstro, ¿ qué hice? La pregunta se repite mil veces en mi cabeza mientras camino hacia atrás y chocó contra algo duro, al voltear veo a una mujer, de al menos dos metros de altura, delgada pero fuerte, cabello negro que cae casi en sus tobillos, y vestida toda de negro.

— Omnes ius, puer meus, occidere omnes.— " muy bien hija mía, matalos a todos" 

— no, no, no, yo no lo haré, NO! — tome mi cabeza entre mis manos, tratando de tranquilizar mi respiración, no podía matar a nadie, no podía ser cierto, yo jamás lastimarla a mis hermanos.

Di algunas vueltas en el cuarto negando forzadamente, mi respiración cada vez más errática, mi mente giraba y me dolía, clave mis uñas en mi cráneo, intentando hacer que el dolor físico fuera mayor que el emocional, mi corazón iba a reventar si latía más rápido, no podía ser verdad, mis hermanos estaban muertos y yo los había matado.

— Carmen, Carmen, DESPIERTA!! — Amel me sacudía fuertemente.

Me desperté de la peor pesadilla del mundo, lo mire a los ojos y estaba bien, vivo, y preocupado, mire hacia la cama y vi a Ulas sentado sobre ella con los ojitos llenos de lágrimas y una expresión de terror en sus ojos al verme.

— carmen, tus ojos, están negros— la voz de Amel me termino de traer a la realidad, me había transformado mientras dormía y Ulas estaba viéndome con miedo, justo lo que no quería que pasara.

Respire hondo un par de veces y volví a la normalidad, Ulas seguía sentado sin moverse, así que me acerqué cuidadosamente y me senté a su lado.

— Ulas, soy yo, Carmen, sigo siendo yo, solo que ahora puedo ser más fuerte y defenderte de los malos ¿si? — el me vio a los ojos y solo me abrazó, supongo que para el fue explicación suficiente, ahora solo debía demostrarle que no era la mala de la historia, o eso quería creer.

Mateo entró a la habitación, tenía una bandeja con algunos pancakes y una jarra de jugo de frutas, su sonrisa hizo que mi corazón diera un pequeño brinco así que baje la mirada un poco para evitar que notara el sonrojo que me causaba su presencia.

Tome la bandeja y la coloque sobre la cama entre mis hermanos.

— gracias Mateo, a ver niños, se lo comen todo, vengo en un momento.

Ambos asintieron mientras comenzaban a devorar con rapidez el magnífico desayuno que Mateo preparó para ellos, y yo salí tomando a Mateo del brazo para hacerle saber que debía contarle algo.

Ya en la sala pregunte por Ariana y este me dijo que había salido, a una reunión temprano de los adoradores, según ella, debía averiguar que harían cuando por fin tuvieran a la híbrida en su poder, sabían que querían abrir una puerta a pangea, pero estas usualmente duraban solo unos segundos abiertas, quería saber si era posible usar a la híbrida para mantener las puertas abiertas indefinidamente.

— de nuevo soñé con pangea, la pude sentir, estaba aqui— señale mi cabeza.

—¿que soñaste? 

— soñé que mataba a mis hermanos, que su sangre estaba en mis manos, y ella me felicitaba por eso.

— no te preocupes, como todo demonio, pangea intenta quebrarte, romper tu voluntad, intenta hacerte creer que eres mala, para apoderarse de ti y tenerte a su disposición.

— pero, ¿ y si lo logra? No podré vivir si se que lastime a mis hermanos.

— no lastimaras a nadie que no quieras, preciosa— dijo mientras tomaba mi rostro con sus manos.

— ¿ a nadie que no quiera? 

— créeme, te vi ayer, cuando hiciste que Ariana nos recibiera, puedes patear cualquier trasero que quieras— solto una pequeña risita que me hizo suspirar.

Eso me hizo sentir un poco mejor, quizá por eso pangea me atacaba, ella sabía que yo podía darle problemas e intentaba hacerme caer para someterme a su voluntad, pero no iba a ceder, mientras mis hermanos siguieran con vida, yo haría lo que fuera por protegerlos.

Mateo seguía viéndome directo a los ojos, mientras sus manos se mantenían una a cada lado de mi rostro, sentí su aliento cada vez más cerca, iba a besarme estaba segura, mi corazón aceleró sus latidos, sentí pequeñas abejas en mi estómago, porque eran demasiado fuertes como para ser mariposas, estaba acercándose así que cerré mis ojos lista para ese beso que secretamente anhelaba.

— Carmen, Carmen, me lo comí todo— un pequeño Ulas contento y con una mejilla aún llena de comida corrió hacia mi sacándome del trance, abriendo su boca para señalarme que había acabado con toda la comida de la bandeja.

Sonreí de lado y lo tomé en mis piernas mientras le felicitaba por haber terminado toda su comida, seguidamente salió Amel de la habitación con la bandeja y la jarra vacías.

— si, casi no me dejo nada a mi— explico Amel un poco resignado.

— no se preocupen iremos por más comida de camino al hospital de esta ciudad— dijo Mateo.

— cierto, debemos chequear a Ulas, Amel que tal si me ayudas con Ulas, hay que vestirlo y ahorita voy yo.

Amel tomo a Ulas de la manito y se fueron al cuarto, mire a Mateo de reojo y pude ver que estaba sonriendo, era lindo saber que no le molestaban mis hermanos, eso hacía que me gustara cada vez más, sin contar que había salvado a mi hermanito claro esta.

— Mateo... — vacile un segundo— no tengo mucho dinero para los exámenes de Ulas.

— tranquila preciosa, ya los pago yo.

— no creo que sea lo mejor, no es tu responsabilidad.

— desde que llegué a tu casa, tus hermanos y tu se volvieron mi responsabilidad.

Ahora si me dio un vuelco al corazón, este hombre iba a matarme si seguía diciendo cosas como esa.

— esta bien, solo por esta vez, ya vere como conseguir el dinero para seguir con sus tratamientos.

Mateo solo volvió los ojos, en señal de rendición, sabía que podía ser muy testaruda aveces y seguramente no tenía ánimos de llevarme la contraria.

Todos listos nos subimos a la camioneta de camino al hospital, Ulas iba riendo en la parte de atrás junto con Amel que le hacía cosquillas por todos lados.
Al llegar Mateo se encargó de encontrar un especialista y explicarle la situación, pero lo más extraño vino después.
Al cabo de una media hora de exámenes físicos el doctor nos hizo saber que Ulas estaba perfectamente, no había rastros del cáncer que hace unos meses nos había cambiado la vida, estaba totalmente limpio, lo que me hizo preguntarme, ¿ cómo es que un cáncer como el de Ulas desaparecía sin más? , aunque la alegría de una noticia como esa no pasaba por alto, me sentía tan contenta, mi hermanito viviría y era una preocupación menos para mi.

— ¿ cómo es posible? — le pregunte a Mateo.

— no tengo idea, la posesión debió hacer que el cáncer avanzara, no desaparecerlo, de igual forma son buenas noticias ¿no?— me tomo de las manos.

— porsupuesto que si, mi hermanito vivirá, es la mejor noticia que e tenido en mucho tiempo— lo abrace fuertemente.

Tome a Ulas y lo abrace de igual forma y a Amel con mi otro brazo, saldríamos adelante, nadie les haría daño, primero pasarían por mi cadáver, salimos del hospital y regresamos al apartamento no sin antes pasar por una cafetería y hacernos de algunos cruasán y panes dulces.

Subíamos alegremente las escaleras riéndonos de un chiste tonto que Amel contó mientras salíamos de la camioneta y para mayor sorpresa una melena rubia pasó volando por delante de nosotros aterrizando con la pared y cayendo al suelo forzosamente, mire hacia la puerta del apartamento y había un hombre con túnica negra y ojos negros, los dientes afuera al igual que las garras, era un carnicero, y acababa de dejar en K.O. a nuestra sarcástica amiguita.

Instintivamente me puse delante de mis hermanos y Mateo tomo un arma detrás de su pantalón y comenzó a dispararle al demonio, este al sentir los disparos se agachó y soltó un grito que me dejó helada hasta los huesos, su piel se tornó pálida, y de sus ojos salieron venas negras cubriendo todo su rostro, su lengua era como la de las víboras solo que estaba dividida en tres y no en dos.

— por dios, ya lo consumió por completo— hablo Mateo refiriéndose al portador.

Continuo desperdigando una lluvia de disparos a la criatura mientras yo tomaba a Amel de los hombros.

— toma a Ulas y corre, ve afuera, y espérame allí.

Seguidamente Amel corrio escaleras abajo con Ulas intentando seguirle el paso con sus piernitas lo mejor que podía, había visto al carnicero así que el miedo los movía y eso era un punto a mi favor ya que se alejarian lo más rápido posible.

Mateo se quedó sin balas y sacó un par de cuchillos de su chaqueta, se acercó al demonio e intentó cortarlo, este subió a la pared cual araña y se abalanzó sobre el tumbando lo al suelo, clavó sus garras en el hombro de Mateo inmovilizado su brazo, este grito por el dolor un segundo para continuar intentando clavarle el otro cuchillo con su brazo libre aunque no llegaba a alcanzarlo lo suficiente.

Tome una respiración profunda y deje que la rabia me llenara, me di cuenta que esa emoción detonaba la transformación, mis ojos oscurecieron, mis garras y dientes emergieron y una enorme corriente de fuerza me permitió saltar tan alto que cai justo sobre el demonio haciéndolo rodar y liberando a Mateo.

Undi mis garras en su espalda haciéndolo gritar, y lo lancé con todas mis fuerzas hacia la pared frente a nosotros haciendo vibrar un poco el edificio entero por la intensidad del golpe, el demonio gruñó echándose sobre mi de nuevo pero logré tomarlo del cuello y de un brazo, mientras lo arrojaba al suelo con todas mis fuerzas, Mateo se levantó rápidamente blandiendo sus cuchillos aún con sangre goteando de su hombro, y corrió a ayudarme, el demonio estaba concentrado en mi así que no previo a un Mateo detrás clavandole ambos cuchillos a la altura de las costillas provocándo una herida que le hacía emanar chorros de sangre tan oscura que parecía petróleo.

Aproveche ese momento y saque la daga roja de la parte de atras de mi pantalón donde la mantenía todo el tiempo por situaciones como esta, pero el carnicero pudo darse cuenta y me propinó una fuerte patada que terminó por estrellarme contra el muro de atrás dejando un agujero enorme en la pared haciéndome perder el aire y nublado mi vista por un segundo, Mateo gritó mi nombre haciéndome volver a la realidad, el demonio se revolvía entre los cuchillos de Mateo buscando soltarse pero este intentaba mantenerlo en la misma posición, tome la daga que había caído de mi mano y brinque rápidamente rozando el techo para caer con un golpe certero clavando la daga directo en el pecho del carnicero, con un grito desgarrador de mil voces el carnicero se volvió cenizas dejándome caer de pie frente a Mateo quien aún sostenía sus cuchillos.

Lo mire a los ojos, ese azul, dios, no podía ser más perfecto pero enseguida mis ojos se movieron a la herida de su hombro, estaba sangrando demasiado y pronto podría desmayarse, volví a la normalidad, creo que cada vez se me hacía más fácil, y me acerqué para revisar la herida, las 5 garras estaban marcadas, 5 agujeros enormes perforando su perfecta piel, no sabía que hacer, Mateo podría morir.

— debemos ir a un hospital— le dije mientras intentaba tomarle la mano, pero este cayo al suelo de rodillas, y luego se sentó apoyándose en una pared.

— no creo poder llegar preciosa— tosio un poco se sangre manchando un lado de su rostro y el miedo se hizo más presente que nunca.

— no, no, no, no puedes morir, no ahora, no hoy— me agache frente a él y lo tomé del rostro.

— lo siento preciosa, hice lo que pude, no soy tan fuerte como tu— río un poco pero al hacerlo volvió la tos mientras sangre seguía saliendo de su boca, el carnicero había perforado un pulmón.

No podía ser posible, primero perdí a mis padres, casi pierdo a mi hermano, y ahora perdería a Mateo, justo cuando estaba aceptando lo que sentía por el, no puede pasarme esto , no a mi, ¿porque a mi?, por mi culpa moriría, y yo tendría que vivir con su muerte a cuestas cada día de mi vida.

— si puedes llegar, no puedes dejarme Mateo, porfavor— suplique mirando sus ojos.

— estaré siempre contigo, lo prometo, donde quiera que esté, cuidaré de ti preciosa— y con eso mi mundo se hundió de nuevo.

Mateo dejo de sonreír, y sus manos cayeron a los lados, la pérdida de sangre lo había dejado inconsciente pero seguía respirando, con lágrimas en mis ojos, un nudo en la garganta que me impedía respirar, maldiro demonio, maldita pangea, me estaba arrancado todo.

Tome su rostro y me acerqué, al menos antes de morir, tenía que demostrarle lo que sentía, y lo besé, presione mis labios con los suyos sin importarme que estuvieran llenos de sangre, y una oleada de energia salió de mi pecho , dejándome sin fuerza, casi al punto de la inconsciencia, abri los ojos pesadamente para ver unos ojos azules abiertos, viendome llenos de confusión, todo comenzó a verse borroso, pero baje la vista hacia el hombro de Mateo y observe que su herida estaba cerrando, como por arte de magia, algo totalmente irreal, y allí todo se tornó oscuro.

 



#14734 en Fantasía
#3150 en Ciencia ficción

En el texto hay: demonios, muerte, terror

Editado: 14.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.