Los deseos de la luna

1

Era un día frío, agradable a mi parecer, iba caminando lentamente apreciando el paisaje que me ofrecían las montañas y el atardecer eran irreales casi como en una pintura

ILENA. 

Era un día frío, agradable a mi parecer, iba caminando lentamente apreciando el paisaje que me ofrecían las montañas y el atardecer eran irreales casi como en una pintura.

El pueblo en el que había estado viviendo desde hace 10 años, dejaba una sensación de calma y calidez; estaba lleno de personas amables, graciosas y sociables, y ya que el pueblo no era tan grande nos conocíamos entre todos.

Fue un largo día para mí, el ser la única electricista me dejaba poco tiempo de descanso, pero sin embargo estaba feliz con lo que hacía, estaba cansada pero feliz.

Abrí la puerta de la cerca de mi casa

-Ilena, hija como a estado tu día?- volteé a ver quién me hablaba.

—oh, hola Michel —era una señora bajita de pelo color castaño claro y ojos del mismo color, de unos 60 años, ella sonreía haciendo que sus ojos se vuelvan chiquitos por las arrugas— fue un día cansador pero productivo, como estuvo su día?

—oh ya sabes mucha gente en la tienda—ella es dueña de la panadería del pueblo- hum estaba segura de que había algo que te iba a decir, pero no recuerdo —puso su mano en su barbilla —ah, cierto, hay un jovencito nuevo en el pueblo.

—enserio? — dije.

—sí, llegó hoy a la tienda, conversamos un rato me contó que compró la vieja casa de Víctor — Víctor era un hombre de edad que había muerto tres años después de mi llegada, era alguien realmente amable y su casa había estado abandonada desde entonces — es un cielo y además es muy apuesto, mencionó que necesita un electricista y le di tu número linda.

—está bien, gracias.

—bueno cielo, tengo que ir yendo, que tengas un lindo día.

—igualmente Michel, ve con cuidado —me despedí con la mano y me adentré a la casa.

Cerré la puerta detrás de mí y le coloque el seguro, me despoje de mi chaqueta y de mis botas.

tengo hambre, Ilena— dijo arrastrando las palabras.

—lo sé, yo también luna.

Fui a la cocina y saqué del congelador de la nevera un trozo de carne cruda y vegetales.

cométela así, tengo mucha hambre.

—está congelada— dije y volví a guardar los vegetales- voy a ponerla a descongelar y mientras nos vamos a bañar.

***

Tome el trozo de carne, lo acerque a mi boca y lo olfateé, mordí la carne y saboreé la sangre que salía de esta al masticarla (sé que esto suena asqueroso para ustedes, pero para mí es un verdadero manjar).

Lleve uno de mis dedos a mi boca y lamí el resto de sangre en esta; la pantalla de mi teléfono se iluminó distrayéndome de mi tarea —gruñí— me limpie las manos con una servilleta y conteste.

—hola?

—hola, eres Ilena?

—si— dije mientras me terminaba de limpiar la mano— tu eres? —pregunté.

— soy Tom, soy nuevo en el pueblo, me dijeron que eras electricista.

—ah, sí Michel me dijo que te había dado mi número, pero dime ¿cuál es el problema?

—eh Es que la casa no está conectada al suministro eléctrico, por ahora estuve utilizando un generador, pero creo que sería un problema, ya sabes por el combustible que utiliza, me preguntaba si tu podrías hacer la instalación eléctrica.

—eh, creo que no te lo dijeron pero todas las casas del pueblo se autoabastecen, ósea que no hay ninguna entidad de abastecimiento eléctrico, te molesta si voy ahora?

—no, no al contrario te lo agradecería.

—de acuerdo, voy ahora.

—necesitas que te envié la ubicación?

—no hace falta, se cómo llegar, adiós- y colgué.

escuchaste su voz, ñami, Sonaba muy sexi.

—eres asquerosa.

no linda, somos asquerosas, por cierto, lávate la cara antes de Ir, estas de espanto.

—la cara? — pregunte extrañada y me acerque al espejo de la cocina, mi boca y mejillas estaban llenas de sangre parecía una película de terror.

Paré frente a la casa y un suave olor a menta y azúcar quemada me llego a la nariz; Luna se inquietó y trataba de tomar el control.

—Luna... ¿Qué te pasa? Quédate quieta.

es que no hueles estúpida, busca de donde viene ese olor.

Aspire en busca del lugar de donde provenía el olor y en definitiva el olor venía de la casa.

POR QUÉ TE QUEDAS QUIETA? BUSCALÓ.

Caminé hacia el pórtico de la casa y golpeé varias veces la puerta y se abrió, el olor que desprendía este maravilloso y perfecto ser inundó mis fosas nasales.

Era tal vez el hombre más perfecto que había visto en la vida, tenía un precioso pelo dorado, la piel blanca y sus ojos... Sus ojos eran lo más bello que vi, eran tal vez el océano más profundo en el que me había sumergido.

Vestía una remera blanca, una campera gris fina y un pantalón semi holgado, estos dejaban a la vista el perfecto estado de su cuerpo.

Luna estaba desesperada, gruñía en mi interior y trataba por todos los medios posibles de tomar el control.

MÍO, MI MATE NO TE QUEDES AHÍ ILENA RECLAMALO, RECLAMALO COMO MÍO — gruñía y aullaba con desesperación

—no.

NO? DE QUÉ MIERDA ESTAS HABLANDO.

Luna no podemos.

claro que si, es mío, es nuestro — dijo con evidente tristeza.




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