Los deseos de la luna

19

TOM
 


 

Volteé a mirar mi teléfono por septuagésima vez en el día, suspire frustrado, sin darme cuenta me habituado a mantener una comunicación constante e ininterrumpida con la pelirroja y el echo de que no me hubiera contactado en dos día me tenía en un estado pésimo. "Esta apoyando a una amiga en un momento difícil" le habían dicho los chicos cuando pregunto por ella.
Volvió a suspirar con pesadez, entonces su teléfono vibró y prácticamente saltó sobre el y soltó un chillido de tristeza al darse cuenta que no se trataba de ella sino del teléfono notificandole que se estaba quedando sin batería. Subió las escaleras arrastrando los pies como un niño al ser regañado.
Conecto su teléfono, y lo dejo sobre la mesita de noche y se dejó caer en la cama derrotado.
Cerro los ojos, y la imagen de ella llegó a su mente su piel sedosa, su melena rojiza, sus labios rosas, sus facciones delicadas, su aroma embriagador pero en especial aquellos asesinos silenciosos que en sus sueños lo torturaban: sus ojos. A su mente volvió la imagen del día que lo llevó al bosque, y de como ella se veía tan salvaje en el como si este fuera suyo y ella de el, la vio acostada envuelta entre sus brazos mientras los rayos del sol que se colaban entre las hoja la acariciaban como el se moría por hacerlo y como la brisa llevaba su aroma hasta su nariz invitándolo a caer en la tentación.
Suspiro frustrado una vez más, el se había enamorado en el pasado pero todo lo que había sentido entonces era una tontería comparado con lo que sentía por Ilena ahora y era completamente estupido e ilógico porque ellos apenas se conocían pero ella lo tenía en ese mal estado que lo hacía frustrarse de esa manera cuando ella no estaba cerca.
Se desconocía a sí mismo, porque el era una persona que mantenía a la perfección sus sentimientos a raya y sabia estar solo pero desde que conoció a la pelirroja sus sentimientos no hacían más que desbordarse y su presencia era primera necesidad para su cuerpo y alma.
Volvió a suspirar con pesadez mientras dirigió la mirada hacia la ventana y su mente vagaba en  sus recuerdos hasta que se detuvo en uno en especial y sonrió ni bien las imágenes volvían a su cabeza.
 


 

Su cuerpo estaba cálido, el estaba abrazado a alguien, aspiró y un aroma grosella, moras, granada, frutilla?, cerezas y frambuesas llego a el (frutos rojos) penso (espera, frutos rojos?) Abrió los ojos y dio con la persona a la que estaba abrazado, su cabellera rojiza se desparrama sobre la almohada detrás de ella, su rostro estaba refugiado en el hueco de mi cuello y de vez en cuando dejaba salir pequeños suspiros, ella se apretujo contra mi ajustando su abrazo y cortando la distancia que no existía entre nosotros.
La contemplé maravillado, esa mujer era subliminalmente hermosa, ella dejó salir un jadeo de exasperación de repente haciendo que me asustará y entonces apartó con brusquedad las sábanas de su cuerpo, saco su rostro del hueco de mi cuello para apoyar su mejilla en mi pecho mientras pasaba una pierna sobre mi rozando mi erección mañana,  contuve el aire y con cuidado quité su pierna de ese lugar haciendo que ella suspirara, se acomodó mejor sobre la almohada haciendo que su rostro quedara junto al mío, me coloqué de costado para verla y con timidez me acerqué a su cabeza y hundi  mi nariz entre sus cabellos aspirando su aroma (moras y grosellas) pensé y después me acerqué a su rostro, su piel desprendía el resto de olores que había sentido al despertar en un mezcla armoniosa que me permitía distinguirlos los unos de los otros.
Ella hacía mueca con su rostro, y soltaba palabras incomprensibles, haciendo que fijara mi mirada en sus labios rosados, y carnosos, negué con la cabeza al escuchar las voces que me invitaba a besarla, acaricie su pelo y dejé un beso en su frente antes de levantarme con cuidado de no despertarla.
Baje las escaleras y me dirigí a la cocina,  lesath y syrma ya estaban ahí. Lesath volteo a mirarme y sus labios se curvaron en una sonrisa maquiavélica.
-buenos días, rubia princesa- canturreo y yo lo miré extraño -tienias que verte ayer en mis brazos, eras toda una damisela -dijo poniendo el dorso de su mano en su frente y echándose hacia atrás dramáticamente.
-pero que dices?- pregunté.
-el te trajo en brazos ayer cuando te dormirte- explico el pacífico syrma mientras removia unos huevos en la sartén -no fue por voluntad propia.
-al estilo princesa por cierto, por eso a partir de ahora te llamaremos "princesa" -dijo haciendo reverencias medievales. Syrma apareció detrás de él y le dio un sape en la espalda con la espátula que resonó en la habitación -ay, syr, porqué me pegas? -pregunto desconcertado.
-para que te dejes de burlar de las personas  -lesath lo miro de arriba a bajo indignado.
-me caes mal, me caes muy mal.
-ah, si?  -pregunto con incredulidad falsa  -pues entonces terminemos  -sentenció.
-syrma -se quejó lesath y se acercó y empezó a murmurarle -era broma, si? -yo rei ante la escena y ellos dirigieron su mirada hacia mi.
-bueno tengo que irme.
-no te quedas a desayunar?.
-no, tengo asuntos que atender- explique -ire a despedirme de Lena -dije para emprender mi camino hacia la habitación, abri la puerta despacio para no despertarla, me acerqué a ella.
Lo observé dormir, sus labios dejaban salir leves murmullos, y suspiros haciéndome sonreír, me senté a su lado, y acaricie sus mejillas con la yemas de mis dedos, me incliné sobre su rostro, los deseos de besarla ganaban terreno y antes de cometer una locura dejo un beso sobre la comisura de sus labios.
Escribi una nota para despedirme de ella sin despertarla y la dejé sobre la mesita de noche para después abandonar la habitación.


 

Me da tanta ternura el Tom, si solo supiera que Ilena se lo comió esa noche en la que se emborracharon, en fin gracias a todos por leer, votar y comentar.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.